De nuevo Madrid. El eterno retorno a la ciudad que me intimida más que ninguna. Pasan los años y sigo aspirando a formar parte de ella, pero sin tener el coraje suficiente para enfrentarme a su dimensión grandiosa.
Nada más llegar, me recogen en coche los dos personajes más pintorescos que han dado PS y Félix Boix. Sergio y Santi me van poniendo al día con una hiperactividad inusitada de todo lo que se cuece en la ciudad. Sin más dilación y tras varios trompos por Colón, enfilamos Génova hasta que paramos directamente en la puerta del Santuario. El PS es grandioso, la torre no deja indiferente a nadie y denota que nos hallamos en la parroquia más pija de España le pese a quien le pese.
Aunque no sé de qué me extraño, la polémica me persigue y nada más llegar, movidas en el PS a la salida de la oración. Yo, el único sevillano en 20 metros a la redonda mínimo (la parrado ya es madrillana), me encuentro descolocado y de nuevo inmerso en la polémica. Está claro que en todas las parroquias redentoristas cuecen habas, y no hay manera de remediarlo. Sigo con mi propósito de dejar aparte el "lado oscuro", asique lo único que me pasa por la cabeza es, como a mi vuelta de Granada, poner todo de mi parte para que no suceda algo así en Sevilla. Al final me como un marrón que ni me toca ni me va ni me viene, y descubro que hay gente que prefiere no abrir la bandeja del correo cuando no le interesa, pero sirve de catarsis para que los demás días me tome la visita con muuuucha filosofía.
Al alba de la siguiente mañana, una vez olvidada la amenaza del fantasma de Aurora en el piso, recibo el primer mensajito. Osama, Mary Jane, Sergio... me escriben para desearme suerte en el primer exámen que me acecha en la Autónoma. Suena el teléfono mientras me visto: Andriu me llama para despertarme. Me asomo al precioso balcón desde el que veo la boca de metro de Bilbao, y veo el coche de Andresín en la puerta. Bajo las escaleras lo más deprisa que puedo, y sólo puede salirme una sonrisa: ¿quién dijo que las amistades de los espinos no duran?. Me monto en el coche y nos ponemos al día. Sabe a lo que voy y a lo mejor espera que se lo pida, pero no se lo he pedido nunca y no lo haré ahora: las relaciones van mejor así.
Recorro Madrid a las nueve de la mañana con la luz preciosa del sol en la meseta brillando en los edificios. Llego al exámen y me doy cuenta de que mi examinadora habla español peor que yo turco... eso para una profesora de idiomas no es muy buena señal...Termino el exámen y todo es apocalíptico, la gente se quiere ir del master, tirarse a las vías del Cercanías... ha sido bastante difícil. A la salida que mejor técnica de estudio que irme con Andriu a su facultad y que me enseñe... la cafetería! Nos tomamos una cervecita y unas bravas, y me emociona recordar que hace ya 5 años que nos conocemos. Lo dejo en la facultad, ya es todo un gentleman y acude a todas sus clases con entusiasmo. Sergio me espera en los madriles para ir a recoger a Laura y Mari Ro, que llegan a las 3. La Poyatos se pierde en la estación y juega al laberinto con las puertas de la Estación del Sur. Parece que se está quedando conmigo, cuando nos encontramos a Pulido (costalerito, trianero o miarma pa los amigos), que va con sus gafas Carrera fardando a Aluche ( a él siempre le gustó el riesgo).
Nos vamos todos a comer. En el Burger King, Laura mosquea al tío de la barra después de cambiar 25743 veces de tipo de menú. De este almuerzo nace "Aurorito", el cangrejo de Bob Esponja que será la mascota del piso hasta que nos vayamos. El muñeco es un inútil: sólo mueve los brazos parriba y pabajo, pero mola.
Atención porque aqui empieza el relato de acción más emocionante del viaje: Mari Ro detecta una presencia extraña junto a su mochila, y ve como un morito se levanta y se va hacia la puerta. Inmediatamente, con su intuición arácnida, revisa su mochila, y me susurra "me han robado el móvil". Yo me quedo como un pasmarote, y me pienso que se le ha subido la coca cola a la cabeza. Vuelve a repetir "el hombre que va hacia la puerta, que me ha robado el móvil". Sergio se levanta sin poder creer que Mary Jane sea una superwoman y tenga la sangre de hielo, pero efectivamente. El morito se agobia, y le da el móvil mientras se va hablando solo, como quien no quiere la cosa. A todo esto, la Poyatos a su rollo revisando su bolso a ver si le han robado algo.
Tanta tensión merece un descanso y nos vamos al piso, donde nos deleitamos con el griterío de la risa de Belén, aniquilando los muros de cartón del piso y taladrando los oídos de los vecinos. Álvaro, resignado, la mira desde un rinconcillo moviendo la cabeza. Llegan mi compae de mi alma con la niña de los ojos como océanos, y de nuevo la sonrisa que no se me quita de la cara. Las cosas a veces son más complicadas de lo que parecen, y de repente te encuentras con algo que no te esperabas, pero ¿para qué estamos, si no es para dar un abrazo, recibir las emociones con el pecho descubierto, con el peligro de salir herido?. Alegría tras alegría, las piececitas del puzzle van montando este piso de la serie Friends que nos hemos agenciado. Por unos días, los tres chicos y las tres chicas de la serie se pondrán a prueba en unos jóvenes de carne y hueso que prometen. Llegan los últimos para la cena. Candy e Isa aparecen y ya está todo completo. Empieza realmente Madrid.
La fiesta de Kiran es esa noche, y compramos el botellón en nuestra tienda de confianza: el Eroski. La mujer de la caja tarda un mes y medio en cobrarnos, porque la pobrecita da pa lo justo, y tras comprar provisiones pa desayuno y almuerzos varios, nos vamos para lo que a partir de ahora será "casa".
Salimos a darlo todo: en la calle encuentro al espíritu más libre y tierno que he conocido nunca, y al que echaba de menos. Sarita es la señal más clara de que Chamberí para mi forma parte de un sueño que lleva prolongándose demasiado tiempo. Nos marchamos al Daily para el macrocumple. Vamos con nuestras mejores galas a darlo todo, a disfrutar de la noche, pero sé que, como Cenicienta, mi sueño se acaba a las 3 de la mañana, tras repetidas caritas de pena. Recuerdo una grandísima frase de Isa en este caso: "Anda que, ha sido venir Juanito a ronearte un poquito y ya no te vas, ¿no?". Quienes me conozcan sabrán que es sencillo como la vida misma hacer que me quede o que me tome una cervea más. A Dios se le olvidó darme inmunidad a las peticiones y proposiciones de juerga...
Como tengo que irme al piso y llevarme la llave, Juan me acompaña para traérsela de vuelta. Llegamos y nos llaman: los demás vienen en camino, la discoteca está muriendo lentamente, y se vienen a dormir, menos Laura que, aunque tiene el pie liao en papel higiénico y sangrando por un corte que se ha hecho, sigue dando calabazas a los amigos que el Kiran le presenta. Mientras esperamos, hablo con Juan, una de mis partes favoritas de los últimos viajes. Me explica la "Teoría del Prositivismo". Sí, sí, prositivismo, no está mal escrito. Se basa en que el positivismo te lleva a los buenos pensamientos, y el prefijo pro- implica una fortuna o ventaja, por lo que ser prositivo es ser doblemente optimista. Me fascina y me lo quedo: a partir de ahora también seré prositivo.
Un mensaje corta la conversación: Laura sigue queriendo fiesta y dice que Juan vaya a la discoteca. Se pone en marcha después de bostezar como un niño chico con la llave en la mano. Al momento llegan los demás, y nos ponemos de charlita en el "salón de la mesa redonda". Cuando me estoy acostando, sobre las 5, no me da tiempo a meterme en el saco, cuando llega la del dedo cortado y el compae. Nos acostamos a las tantas... verás mañana el exámen. Que gran noche: los tristes han olvidado sus preocupaciones, los decepcionados han vuelto a ser prositivos, los silenciosos han liado la traca y los que pensaban que este viaje no funcionaría van a tragarse sus palabras... y es sólo el principio.
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