lunes, 23 de noviembre de 2009

No quiero pensar

Si pienso se me viene el mundo encima. Si me olvido del presente y me planto en el futuro trasladándome a esa visión hipotética que puedo formar con los datos que tengo, me desmorono.

Los ratos de ocio ya no son tan relajantes ni pasan tan rápido. A poco que siento el silencio, la cabeza empieza a darme vueltas y vueltas. Me veo a sólo un mes del cambio más radical de mi vida hasta el momento. Y siento que cada instante lo vivo con una angustia existencial, como si fuera el último. Ya hasta las alegrías me dejan una sutil resaca de nostalgia, como si cada ocasión fuera una despedida. Y como he dicho, aún queda un mes para concienciarme. No de que me voy a Madrid, ni de que voy a vivir solo. No. Eso no es tan importante. Tengo un mes para concienciarme de que esto es un 'hasta luego', un 'hasta mañana', y no un 'adiós'. Tengo un mes para llenar mi maleta de recuerdos tan vivos y plenos que aplasten en el fondo de esa maleta el dolor.

Necesito saber que, cuando vuelva, no sólo todo seguirá igual, sino que algunas cosas irán mejor. Y sé que llegará un momento en que lo conseguiré. Ya estoy en tratamiento, y por ahora sigo siendo el mismo nostálgico de siempre. Poco a poco, Miguelito, poco a poco. Las espinas duele más sacárselas cuanto más cerrada está la herida. Yo no quiero cerrar la herida, sólo sacar la espina. Dejar aquí, en mi cuarto, álbum vivo de mi existencia, lo que me hiere profundamente, el miedo irracional que me da ganas de saltar del tren en marcha antes de salir de la estación.

Pero me llevo las heridas, y como decía Antonio Gala, hago como el cautivo que, por amor, no duda ni un momento en besar sus cadenas. Las heridas abiertas, a merced de la brisa que me ayuda a recordar que están ahí. Y en cada herida una historia, una lágrima, un 'te quiero', un 'lo siento', una canción 'a capella', o un mail fruto de la sinceridad más elocuente y emocionante.

Como me dijo un amigo, este 'buey mudo' (en analogía con aquel santo de Aquino que tanto nos legó) sigue embistiendo desde este blog, que últimamente se convierte en el camino más corto hasta los que me rodean, y en la contraseña secreta para descifrar lo que significan mis silencios.

No hay comentarios: