tag:blogger.com,1999:blog-82358607202582893562024-03-13T23:14:33.473+01:00La mesa del rincón del caféImpresiones de un periodista musical de vuelta a la tierraMiguelhttp://www.blogger.com/profile/03891278202014534435noreply@blogger.comBlogger258125tag:blogger.com,1999:blog-8235860720258289356.post-72203571401514935602015-03-10T18:30:00.001+01:002015-03-10T18:32:33.604+01:00Revestirse de saco<div class="separator" style="clear: both; text-align: center;">
<a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEgIiQv6LzJaU7dMENPrk38n9BL6fhifz2GN4KTjA5eDmgljoQJJFy-QUbAKqNEeyK1z0rdTVTtp5coEGakoMlXOnZApCI5Vvy6599jMsAXOl3QzJwwL927xk9nYC0wqc23ROhcXsSzg1ZHv/s1600/costales.jpg" imageanchor="1" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEgIiQv6LzJaU7dMENPrk38n9BL6fhifz2GN4KTjA5eDmgljoQJJFy-QUbAKqNEeyK1z0rdTVTtp5coEGakoMlXOnZApCI5Vvy6599jMsAXOl3QzJwwL927xk9nYC0wqc23ROhcXsSzg1ZHv/s1600/costales.jpg" height="265" width="400" /></a></div>
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Entraba una tarde de febrero a ver al Señor de Granada. Como aquel Cristo de San Agustín que en esta ciudad, como en Sevilla, también salvó a la ciudad de la pandemia, aquí hay devociones que parecen dormidas y cosidas a la túnica de penitencia de la ciudad. Richar me contaba minutos antes, bajo el sol de una primavera que quería llegar antes de tiempo, cómo veía desde su balcón los ensayos del Señor del Rescate desde pequeño y siempre había soñado con portar su parihuela.<br />
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Al entrar en la iglesia, Parroquia de la Magdalena -que en mi Sevilla es hogar de negro ruán de Calvario y de Quinta Angustia que juega en la noche cerrada a mantener el equilibrio sobre el fino cordel de la muerte-, todo se mantiene sereno, mientras una decena de parroquianos asiste a misa. Nos ponemos discretamente delante de esa capilla lateral donde está este señor cautivo -que tiene su espejo en otro Lunes Santo desde el Tiro de Línea-, y entonces me pregunto si no se me estará yendo la cabeza con tanto viaje. Si todo esto realmente tiene un sentido o me mueve solo una adrenalina que antes desconocía, si esto es más que esfuerzo y testosterona, si ser costalero en una ciudad que no es la tuya con una cofradía de la que no sabías nada hasta hace dos años tiene sentido realmente.<br />
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Y entonces suena la palabra, pero no como la procesión que siempre va por dentro, sino a viva voz, desde el ambón. Y uno de los fieles lee mientras estamos en la capilla el libro de Jonás, que narra la amenaza de destrucción de la ciudad de Nínive:<br />
<blockquote class="tr_bq">
<i>"<span style="font-family: Georgia, 'Bookman Old Style', 'Times New Roman', 'Times Roman', Times, 'New York', serif; font-size: 16px; line-height: 19.2000007629395px;">Y los hombres de Nínive creyeron a Dios, y pregonaron ayuno, y vistiéronse de sacos desde el mayor de ellos hasta el menor de ellos. </span><span style="font-family: Georgia, 'Bookman Old Style', 'Times New Roman', 'Times Roman', Times, 'New York', serif; font-size: 16px; line-height: 19.2000007629395px;">Y llegó el negocio hasta el rey de Nínive, y levantóse de su silla, y echó de sí su vestido, y cubrióse de saco, y se sentó sobre ceniza".</span></i></blockquote>
Creo que Richar ni siquiera se dio cuenta. No podía apartar los ojos de aquel que ha configurado su manera de entender la fe desde la infancia, desde la mirada furtiva de una parihuela que vaga fantasmal por las calles, antes de ir a dormir, para luego soñar con costales y olor de incienso en un futuro no muy lejano.<br />
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Y entonces el saco cobra vida propia, y me pregunto si aquel profeta no hablaba en su día de esta manera tan andaluza de vivir la Pasión. Y veo en aquella Nínive el derroche de nuestras ciudades turísticas, embebidas y enamoradas de sí mismas, de sus calles estrechas y sus excesos barrocos. Y veo que aquello de vestir de saco la cabeza no es otra cosa que una llamada de expiación, una forma de despojarse de todo lo que el resto del año creemos imprescindible y transformarnos en algo más sencillo, más austero.<br />
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Vestirse de saco para ganar la gloria, una gloria rendida al sudor y a la sangre batiente que soporta el dolor. Un dolor que aquí se disfraza de altar de plata, de terciopelo bordado. Y entonces recuerdo por qué Granada, y por qué Merced, y al final es que la penitencia solo tiene sentido en familia. Por eso la fe te pide que te vistas de saco y que te apoyes en tus hermanos, que el peso de esta vida a veces difícil se lleva mejor cuando se comparten las trabajaderas del día a día con una cuadrilla que carga al cuello su propia vida y también la tuya.<br />
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Y como aquellos habitantes de Nínive llamados a arrepentirse ante la destrucción de la ciudad, creo que allí abajo, donde se duermen los brazos y raspa el cuello la arpillera, uno se redime a través del esfuerzo de muchas cosas, aunque solo pasen por el subconsciente y no sepamos que están en nuestra cabeza. Y cuando suena el martillo, es como esa llamada del profeta, que nos llama a sentarnos sobre la ceniza de todo lo que no nos gusta de nosotros y que dejamos en el adoquinado con cada racheo. Y nos vestimos de saco, y nos cubrimos la cabeza y preguntamos al de al lado cómo va, aunque sea la pregunta más sencilla de este mundo. Y en esa pregunta está plasmada una de las grandes verdades de todo esto que para muchos es solo postureo y apariencia: que esto es una penitencia en hermandad y que la cruz que nos pidieron llevar solo ha cambiado de posición, y aquí va en horizontal y sobre el cuello.<br />
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Y cuando todo acaba, cuando se da el último golpe de martillo y los zancos se apoyan en el hormigón de nuevo, parece que todo lo vivido haya sido solo un espejismo. Como Granada misma. La noche cerrada que cobija el viacrucis tenebroso del Albaicín, la piedad que busca el Arco del Vino y se derrumba ante tus ojos mientras los que van debajo aprietan los dientes, el tambor de muerte que rompe la tiniebla de la Plaza Nueva en una madrugada de abril, la lucha contra la gravedad de la gloria barroca del Cristo de los Favores por el Campo del Príncipe, el más difícil todavía del palio de la Victoria entrando en Santo Domingo... Cuando pasa, no sabes si ha existido realmente o si ha sido solo un juego de la ciudad.<br />
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Pero llega de nuevo el invierno, y vuelve a sonar la voz de Jonás en forma de quejío desde el Sacromonte. "Vestíos de saco, sentaos sobre las cenizas de lo que os atormenta, cargaos con el peso de las devociones de la ciudad y llevadlas a las calles". Y entonces solo queda acatar y cargar, con el peso de lo nuestro y de lo de los demás, como un bloque que lleva a remo el buque a un puerto que aquí es de piedra blanca y al que se entra por el embarcadero de Pasiegas. Y se te olvidan las dudas sobre si tiene sentido hacer 1.000 kilómetros en autobús en un día, y se te olvida el lado amargo de la vida, que a veces hace por enturbiarlo todo. Porque allí abajo todo es posible, y da igual de dónde vengas o lo que seas. Con el costal puesto eres solo tú y lo que te mueve, el esfuerzo y el sudor, la respiración entrecortada y los músculos en tensión. Tras el telón de este teatro de terciopelo no hay etiquetas ni protagonistas. Todos somos iguales, y todos somos uno, el pie que mueve la fe según mi tierra, el caminante anónimo que hace latir de nuevo la devoción de la ciudad.Miguelhttp://www.blogger.com/profile/03891278202014534435noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-8235860720258289356.post-59421610532334591952015-01-03T02:50:00.001+01:002015-01-03T02:50:44.071+01:00IlusiónLa Navidad es a veces un cuchillo de doble filo. Tres grandes fechas en torno a las cuales giran los sentimientos y las ausencias, los dolores que vuelven a revivir y las esperanzas a las que te aferras, los miedos y la gloria, el calor y el frío.<br />
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Las fechas que van desde los albores de la Nochebuena hasta más allá de la mañana en la que todos seguimos siendo niños son complicadas. Sobre todo porque en su ecuador nos obligan, calendario mediante, a hacer balance de un año pasado que no siempre ha cumplido las expectativas y uno que está por venir en el que volvemos a creer, que sí, que este será el nuestro.<br />
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Lo cierto es que ningún año es redondo, pero qué en esta vida lo es... Cada año debería llamarse curso, no como aquellos escolares, sino curso de la vida. Un año en el que aprendemos de lo bueno que se nos subió a la cabeza y nos hizo recuperar el sur para perder un rato el norte, y también un año en el que aprendemos que ni todos los lunes son malos ni todos los viernes buenos. Que las reglas universales son las menos universales, porque quién sabe afirmar con certeza que todos los limones del mundo son amarillos si no ha visto cada limón del planeta...<br />
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Quizá sea el momento de creer, una nochevieja más, que este y no otro es el mejor momento. ¿Para qué? Eso Dios lo dirá, y nosotros lo decidiremos. Que esta última noche del año no tiene porque ser en casa, por mucho que se añore a la familia, que hay otras cálidas manos dispuestas a acogerte como si esta fuera también tu casa. Y qué gran metáfora que la última tarde del año ascendiéramos un cerro, la última pendiente de este 2014, el último camino lleno de baches, la última prueba. Sobre el Cerro de la Cruz quiero pensar que el aire frío de la tarde me robó los miedos y las desilusiones que, inevitablemente, han ido minando este año para que no fuera perfecto. Qué fácil dejamos que nos consuman los demonios...<br />
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Sobre aquel monte vi la tarde del 31 de diciembre el mundo y la creación, el lienzo en blanco que el 2015 me ofrecía bajo el lema de "que sea lo que tú quieras que sea". Y aquella tarde en el cerro, como preludio, me dí cuenta de que muchas veces nos frenamos a nosotros mismos. Nos aferramos a ese nuevo año como si fuera un tiempo mágico en el que todo pudiera venir bien sin nosotros hacer nada. Pero los años se construyen. Lo dicen las arrugas de mi frente cuando sonrío, el pelo que cada vez clarea más, los suspiros de los que me dices que abuso pero que a veces son mi manera discreta de soltar lastre... Los años, y este 2015, lo construyes tú y lo construyo yo.<br />
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Y por eso no hay que decir en el silencio que tenemos miedo. Que tenemos miedo a ilusionarnos, a volver a caer, a sufrir de nuevo, miedo al qué dirán y a que los consejos de los que queremos nos digan lo contrario a lo que el corazón nos pide. No podemos tener miedo, porque un cobarde no hubiera llegado hasta aquí; un cobarde no habría cambiado por dentro en este 2014 ni se sentiría ahora orgulloso de mirar atrás y ver que el pasado era mucho peor que este presente que es el mejor momento sin dudarlo.<br />
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Granada y sus campos me devolvieron a la vida, como siempre lo hacen, en los últimos días de ese 2014 en el que volví a coger la sartén por el mango y en esas primeras horas del 2015 en las que brindé con caras familiares, dormí profundo hasta el mediodía para coger fuerzas para 12 meses de aventura -porque allí descanso de esa vida ficticia que marca el reloj y puedo dormir de verdad- y volví a creer que el frío no importa si el corazón sigue latiendo fuerte. ¿Qué miedo puede con la vida vivida hora a hora, devorada segundo a segundo? Cuando se siente... qué importa el temor. Un camino nuevo que arranca, una persona que te hace ser más grande sin que te olvides a ti mismo, una voz amiga que pide perdón y al día siguiente se olvida de una mala noche... Los enemigos de este nuevo año solo somos nosotros mismos.<br />
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Para qué aferrarse a los que te consumen para luego condenarte al olvido, a los que te hacen promesas que luego no cumplen, a los que te dicen lo que debes hacer cuando no saben ni ellos mismos lo que quieren, a aquellos que hablan de ti en tardes envenenadas y no se atreven a venir a preguntarte, a los que hacen daño a los que quieres. Quién quiere construir un año con ellos. Construyámoslo a pesar de ellos, que el 2015 solo tenga un protagonista, el que sale en tu foto del carnet. Que la vida fluya como un torrente y seamos nosotros los que le vayamos marcando el camino sin levantar presas que la ahoguen.<br />
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2015 será el año más hermoso del mundo, porque es el que toca vivir ahora. Sin miedo a ilusionarnos, porque la ilusión es lo único que guarda el niño y lo revive cada noche de Reyes. Que cada noche del año, por muy oscura que sea la tiniebla, mucho frío que haga en el desierto o muy solos que nos sintamos en cada rincón del mundo, sea Noche de Reyes. Porque de ilusión sí que se vive, solo que hay que mantenerla viva como las chimeneas de Periate para que el hielo no nos consuma, para que el calor no muera por muchas tormentas de nieve que algunos se empeñen en mandarnos.<br />
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Se me ocurren muchos deseos de palabras profundas para este 2015, pero creo que la ilusión hace que todos ellos sigan vivos en nuestro día a día. Ilusión por un nuevo reto que nos hace crecer por muy empinado que sea el camino, por una nueva etapa, por una sonrisa buscada que ha pasado a ser más que una sonrisa, por aquellos a los que dejamos escapar y que ahora han vuelto para demostrarnos que hay segundas oportunidades que valen un mundo, por la esperanza de que lo mejor está por llegar, por un cielo limpio en Sevilla y un mar de nubes en Granada, por volver a mi Judería y a tu Albaicín, por seguir contradiciendo a aquellos que nos dijeron que esto era una burbuja, por seguir trabajando en equipo y en familia aunque estemos a 2.000 kilómetros de distancia, por escuchar la misma canción al mismo tiempo por muy lejos que estemos, por tantas cosas que merecen la pena y que se visten de sencillez en nuestro día a día y las dejamos pasar.<br />
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Brindo por un 2015 pleno, porque solo de mí y de ti depende que lo sea. Y vuelvo, como siempre, engrandecido y reforzado, afianzado en pelear sacando fuerzas de las fuerzas. Brindo por ti, que tienes tantos nombres como trozos de mi alma fui regalando por el camino, y por mí. Por lo que hemos llegado a ser y lo más grandes aún que seremos. 2015 es nuestro año, porque es el que respira hoy, el que te ha dado 12 meses más para volver a demostrarle al mundo que, sin ti, este mundo sería un lugar mucho peor en el que vivir.Miguelhttp://www.blogger.com/profile/03891278202014534435noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-8235860720258289356.post-32289050950962450582014-12-04T00:47:00.002+01:002014-12-04T00:47:31.157+01:00Y un día más, salió el sol<div class="separator" style="clear: both; text-align: center;">
<a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEitctO1U1Rlb_RHwLEpFXA3O3AstqhMWmSk9abG6QyG7lcv-h2YuDePS9mfUviRxo_tf3N8ln4qTfyfLYaJbNRGeyx_4pBalDDqMIGBt2r2tgPcuZbi-N-ORlrkPXFFk5VtcUN8ITvO5lbR/s1600/sevilla+28.jpg" imageanchor="1" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEitctO1U1Rlb_RHwLEpFXA3O3AstqhMWmSk9abG6QyG7lcv-h2YuDePS9mfUviRxo_tf3N8ln4qTfyfLYaJbNRGeyx_4pBalDDqMIGBt2r2tgPcuZbi-N-ORlrkPXFFk5VtcUN8ITvO5lbR/s1600/sevilla+28.jpg" height="265" width="400" /></a></div>
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Nunca sabes cómo va a salir, ni estás del todo seguro que vaya a compensar. Nos gritamos mucho, odiamos a ratos, nos frustramos y vamos almacenando bajo los ojos unas ojeras que no veremos desaparecer en semanas. A eso se suma que, cada ensayo, hay que compaginarlo con estudios, trabajos, responsabilidades, mañanas y tardes de viajes en ave y esta vida mía que es, como la de Dickens, la Historia de Dos Ciudades.<br />
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Pero llega la noche, y mientras te amarras el pañuelo al cuello para ser por una noche un señor del siglo XIX, todo parece al fin consumado. Las canciones y las escenas vuelan entre aplausos y deslumbramientos de los focos, y de repente te encuentras en la puerta de la sacristía esperando a decir "Sale el sol".<br />
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Los conciertos duran y son duros. Quien crea que estaba tranquilo en Madrid perdiéndome los ensayos, que se quite la idea de la cabeza. Cada día tenía en la mente el temor de que, a pesar de llegar el miércoles, no me diera tiempo a asimilar lo que los demás habían tenido semanas para montar e interiorizar. Mentiría si dijera que me encantan los ensayos, pero quizá por la lejanía, aquí los echaba de menos. Como aquel año de La Vuelta al Mundo, este ha sido un concierto en la distancia.<br />
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Pero eso no se nota en la alegría, la de vernos reunidos de nuevo, la de que haya caras nuevas dispuestas a formar parte de esta bendita locura que es Sevilla 28. Bendita locura de amor a la música, a los conciertos en familia y a cantar unidos. Decía alguien menos cursi que yo hace unos días en Facebook que somos una familia, y no creo que haya dicho ninguna mentira. Durante un mes es como si compartiéramos piso, vamos a comprar cosas juntos, pasamos las noches entre bambalinas esperando la siguiente escena, nos reunimos por voces para repetir hasta el cansancio cada pasaje difícil... Somos una familia que se ríe y que se pelea, que se grita y luego pide perdón, una familia que comparte cuarto hasta para cambiarse de ropa y que trabaja codo con codo por un fin mayor más allá del aplauso, que miente el que diga que no le llena el corazón.<br />
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Y mejor aún fue compartirlo con aquellos que son profanos, los que no entienden ni quieren saber de Iglesia, los que se sientan con nosotros en la facultad y trabajan en equipo con cada uno de nosotros cada mañana, con aquellos amigos que se volvieron hermanos años después de aquella primera coincidencia en un monasterio de Burgos de cuyo nombre no quiero acordarme. Que por una noche nos veamos todos reunidos, como una familia mucho mayor que se deja llevar por la ilusión y la música, por el baile desenfrenado y los chistes facilones que despiertan carcajadas.<br />
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Más allá de eso... qué más dan las jornadas maratonianas de guión atascados en la escena 4, los cambios de letra a las canciones respetando la rima, los 'cou cou cou', las carreras escaleras abajo para llegar al cambio de vestuario, las ampollas que sangran por llevar demasiado tiempo sin tocar y que aún siguen aquí conmigo, los gritos y las ojeras, la discordia y el cansancio. ¿Qué importa todo eso cuando un año más lo hemos vuelto a hacer? Ahora llega lo complejo, eso de que esto no se quede en una noche, en un rato de diversión. Que esto sirva para hacer familia y para hacer comunidad, para venir todos los domingos a cantar y hacerlo con ganas, para que nos preocupemos los unos de los otros... Que esto sirva para hacer esa Iglesia viva y abierta que nos pide el Papa Francisco, y que nos olvide que mañana cuando nos levantemos, por muy mal que pinten las cosas, seguimos siendo las luces que alumbraron por un rato la parroquia, ya sin disfraces. Y que vuelve a comenzar el concierto, el de nuestra vida, cuando sale el sol.Miguelhttp://www.blogger.com/profile/03891278202014534435noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-8235860720258289356.post-32554720617269068642014-11-08T01:23:00.001+01:002014-11-08T01:29:05.200+01:00Noviembre siempre es distintoOtro noviembre y lo que ha cambiado todo, una vez más, desde el anterior. Vuelvo a estar deslumbrado por los neones de la ciudad: que a esto nunca termina uno de acostumbrarse... Madrid siempre es nueva para los que venimos 'de provincias', como dicen aquí, aunque hayas estado viviendo antes aquí.<br />
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Desde que he llegado me han venido un montón de recuerdos a la cabeza, recuerdos de otro yo, de otras circunstancias, de otra vida que sigue siendo la mía pero ya no la reconozco. Recuerdos de una brillante Glorieta de Bilbao que fue lo primero que vi al salir del metro con el edificio del Ocaso iluminado, de una calle Fuencarral en la que la mitad de los bares a los que iba ya no están allí, recuerdos de periodistas en antros de la Gran Vía, de unos granaínos y sevillanos muy pequeños tras las vallas del Viacrucis de la JMJ, de noches de sidra de barrica y de plaza tomada por las carpas de un movimiento que se difuminó en la niebla, como todos esos sueños que sueños son...<br />
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Todos aquellos recuerdos han cambiado. Todo es tan distinto en esta misma ciudad, que no sé si soy yo el que la ve distinta o es que realmente aquí lo nuestro es pasar, como decía Antonio Machado. Todos los recuerdos modificados menos uno. Aquella visión de la Glorieta de Bilbao: mi recuerdo más antiguo de la ciudad es el único que permanece inmutable.<br />
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Y por eso, entre otras cosas, estoy aquí. Porque en el fondo confío en la voluntad de esta ciudad de hacerme encontrar mi sitio, porque la necesito para volver a amar Sevilla cuando estoy cansado de ella, porque me hace sentir libre y útil en mi trabajo, porque me hace soñar a pesar de que me ponga trampas en el camino. Madrid se ha convertido en una palabra que para mí siempre ha significado cambio. Desde aquel autobús de vuelta del Espino hace tantos años ya, Madrid es un lugar de redención. Aquí vuelvo a empezar, regreso a lo que no me atrevo a ser, esa profesión que te consume y te desprecia. Pero amigos, no me imagino haciendo otra cosa que no sea este oficio.<br />
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Muchas veces nos han dicho que la labor del periodista es contar historias. Y lo es. Vamos por la calle mirando aquello en lo que tú no reparas, nos hacemos preguntas, levantamos la cabeza del móvil y observamos. Tenemos esa oscura e inquieta necesidad de que detrás de lo que todo el mundo ve tiene que haber algo más. Que la realidad solo es un trampantojo, y detrás de él se encuentra un festín de detalles que cuentan historias de vidas vividas al límite, de antepasados olvidados que fueron sobresalientes y de lugares que esconden secretos hermosos.<br />
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Ser periodista es ser tus ojos, tus oídos, tu olfato, tu tacto y tu gusto. Imaginaos la complicación de tener que ser todo eso y solo tener las palabras para transmitirlo. Una buena periodista, de esas que llevan años esperando un contrato que nunca llega y aún así no se rinde, me dijo una vez que tenía que llevaros a esos lugares en los que solo yo he tenido el privilegio de estar. Y tenía razón. Puedo presumir de haber estado dentro de los archivos de la Biblioteca Nacional, de haber cogido con mis manos el stradivarius único en el mundo de Sarasate, de haber esquivado las ratas entre las chabolas, de haberme metido en las casas okupas y haber desayunado con directores de cine, músicos internacionales, de haberme sentado con Barenboim a charlar en el ruedo de la Plaza de Toros de Ronda...<br />
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Porque mientras me esforzaba en contaros múltiples historias, sin querer iba escribiendo la mía. Una historia que siempre he querido que sea la de una mente inquieta aunque a veces me haya conformado; de una persona luchadora aunque a veces me haya rendido; de un eterno estudiante aunque a veces me haya creído que venía de vuelta de todo. La verdad es que no sé cuánto estaré aquí, no creo que sea para siempre. Pero lo que sé es que este es mi momento, y que el lugar de ese momento solo puede ser Madrid.<br />
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En esta ciudad demasiado grande para ser vivida soy solo una pulga, uno de millones. Aquí todo se difumina y cualquier logro revestido de proeza es solo una anécdota. Aquí no está la calma de las calles estrechas ni hay bares perfumados de rasgueo de guitarra, ni hay macetas sobre paredes blancas... Esto es la gran ciudad, la que sigue pudiendo conmigo, porque no quiere querer a nadie del todo porque sabe que acabará dejándola una vez más. Como la mayoría de los que viven aquí. Por eso quizá nunca terminas de sentirte a gusto, como en casa. Porque a Madrid le han roto tantas veces el corazón que ha dejado de creer.<br />
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Lo que sí sé es que iremos poco a poco, que aquí tengo pilares en los que apoyarme y seguir adelante, que los jefes -esos que para muchos son los que nos ponen los grilletes-, gracias al cielo, son los primeros que se encargan de recordarme que están ahí y que no me rinda. Curiosamente, todos mis jefes son vascos, esos que presumen de fortaleza y se les acusa de frialdad. Esos que un día me dijeron "adelante" y me pusieron los retos, uno a uno, de ir haciéndome mejor a base de golpes, de horarios infernales y de carreras pateándome la ciudad. Los que me hicieron correr delante de la policía y hacer guardias de ocho horas en Sol, pero también los que me mandaron a La Palma y a Londres, los que me dejaron hablar de flamenco y orquestas, los que me metieron caña y vieron en mi esfuerzo que podía llegar a portada. Y llegué.<br />
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Madrid es una de cal y una de arena. Y también me recuerda, en esos ratos que estoy solo en casa, lo que es importante y lo que no. Lo que echo de menos y lo que no, la gente que me falta y la que no. Madrid es la ciudad justa y necesaria para tomar perspectiva y, como he dicho, volver a empezar. Muchos están aquí conmigo, aunque no sea físicamente, y yo que lo agradezco. Mi casa nunca está sola, porque en cada recuerdo en el silencio, vive una parte de mí que me dejé en alguna otra parte, en otra persona, en otro momento. Y cada uno de vosotros hace que esté hoy aquí, soñando, valiente, infatigable y decidido, como me dijísteis tantas veces. Ya era hora de haceros caso.Miguelhttp://www.blogger.com/profile/03891278202014534435noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-8235860720258289356.post-88133275167783140872014-09-22T13:40:00.001+02:002014-09-22T13:40:19.599+02:00Donde se mueve la vidaHay lugares en los que es más fácil ser feliz. Hay lugares en los que los minutos pasan más despacio y la vida, esa que nos atormenta en el día a día con sus baches y obstáculos, se vuelve clemente contigo. Hay lugares en los que la vida se mueve sin tú darte cuenta y te sana las heridas.<br />
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Granada es un lugar para recuperar el aliento. Peregrinar a esa ciudad en la que todo es más fácil se ha convertido más en una necesidad que en un deseo. Allí se puede pensar más claramente, se puede tocar el futuro con los dedos.<br />
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Tras unas semanas de tormenta, de desgarro emocional y de nuevos caminos abiertos por sorpresa, Granada es un lugar en el que es más fácil compartir y decidir. Granada es una ciudad a la que hay que preguntar cuando soplan vientos de cambio, porque sabe responderte sin ese amor ciego y egoísta que tiene Sevilla. Mientras el Guadalquivir quiere atraparte y convencerte de que no hay mejores orillas que las suyas, el Darro te deja sentir de nuevo, te deja decidir por ti mismo.<br />
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Granada es la paradoja de los jardines del Generalife. GeneraLIFE, genera vida. La vida que no te ha sido impuesta, la vida que no viene sola ni se ocupa solo del papeleo del trabajo, sino la vida que fluye como un manantial, como una fuente nazarí y te deja que la elijas o no, que tomes un camino u otro. La vida que no se enfada si no eres valiente, porque el surtidor sigue corriendo y habrá otra oportunidad de beber de él. Granada genera vida, y quizá por aquello lloraba tanto Boabdil mirando lo que dejaba atrás. No llores como mujer, llora como hombre. Como aquel que sabe que cada vez que se pisa el suelo de Granada, la vida se torna más hermosa y no vuelves igual que fuiste.<br />
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Mucho ha cambiado todo desde aquella primera vez, hace ya tantos años... Granada es más familiar, es más mía, más tuya, más nuestra. Granada es una tarta de cumpleaños en un patio, son las seis de la mañana en el reloj y la charla que no quieres que termine, Granada es la noche buscando un cajero y la comida en familia postiza que te acoge sin pensar que seas postizo. Granada es la demostración de que en lo sencillo reside la respuesta a lo complejo, el azulejo y la yesería donde los árabes grabaron hace tiempo el sentido de la vida para que, un milenio después, tú halles la respuesta.<br />
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Granada es volver a volver, pero no a las tormentas ni a las borracheras para olvidar, sino a aquellas que quieres recordar siempre, las risas que vuelven más fáciles, unir lo mejor de Sevilla y lo mejor de Granada bajo ese mismo cielo que huele a sierra y a incienso, a azúcar tostado y a vino blanco. Granada no es el destino, es el camino. El camino que pasa por una nueva discusión en la barra de un bar, pero que esta vez no te deja el corazón lleno de odio, sino de una lección nueva que llevas contigo, para poder subir el porcentaje de ti mismo. Que si somos solo un 30% de lo que podemos ser, Granada nos da el aliento para que sigamos creciendo.<br />
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Fui a veros porque las decisiones importantes tienen irremediablemente que pasar por vosotros, porque allí los secretos pueden ser revelados. No por la ciudad, sino por aquellos que hacéis que la ciudad sea también mi ciudad, esa a la que siento que tengo que pedir bendición para alzar el vuelo. Granada no es una ciudad, es un sentimiento. Ese que se instaló en mi hace tantos años, de la mano de aquellos que este fin de semana seguían allí, recordándome que no hay presente sin el pasado, que no hay futuro sin los que sientan las bases de lo que eres en el presente. Granada es mi luz del mundo, donde todo está más claro, donde se puede ser valiente, donde te muestras a quemarropa a sabiendas de que la bala puede herirte, es ese pequeño lugar del mundo en el que los demonios no pueden entrar, y si vuelven lo hacen de frente y se enfrenta uno a ellos.<br />
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Granada ha dejado de ser el lugar en el que esconderse para empezar a ser el lugar en el que mostrarse, en el que quemar los cartuchos de una vida no vivida por completo. Granada es la ciudad que te dice adelante, que no 'atrás' -que si saca el pañuelo, es solo para decirte que tengas mucha suerte en ese nuevo viaje, en la nueva aventura que hace que te tiemblen una vez más las piernas-. Granada es la ciudad en la que viví las decepciones que me hicieron más fuerte, la ciudad que me hizo soltar lágrimas pero solo para limpiar lo malo que no me hace avanzar, la ciudad que me ha prestado a un puñado de personas que me han dado un nuevo comienzo y me han cambiado la vida.<br />
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En Granada está mi norte, el que me hace volver, el que me deja decidir, el que me deja ser más yo mismo y menos lo que otros quieren que sea, donde se mueve la vida. La vida de verdad, esa que todos llevamos dentro pero que pocas veces dejamos salir. La vida de los sueños, de los 'te imaginas que...', la del crecer a base de golpes porque levantarse es la única opción, la de 'sacar fuerzas de las fuerzas' que siempre me decías. Sevilla y Granada, Granada y Sevilla. Una me recogió cuando volvía con el alma llena de fracaso, y la otra me ha vuelto a levantar y a decirme que todo puede ser si uno quiere. Que el futuro es de aquellos que no tienen miedo, ni a la muerte que dicen por ahí. Esta vida te la dedico, Granada. Espero no decepcionarte.Miguelhttp://www.blogger.com/profile/03891278202014534435noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-8235860720258289356.post-59806719881289794232014-09-01T18:41:00.000+02:002014-09-01T18:41:41.736+02:00De Sarria a la Gloria<br />
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Ya lo decía Antonio Machado... Que no había camino, que solo andando se construye, y que poco a poco se va levantando el sendero desdibujado por la maleza.<br />
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Acabo de volver de una peregrinación que es mucho más que un festín de kilómetros y ampollas. Acabo de venir de un festín de la vida. En el camino se cruza todo lo que pueda existir sobre la tierra: el dolor y la alegría, el sufrimiento y el triunfo, lo pasado y lo presente, el corazón y la carne, el cielo y la tierra. Como en un espejo se replican ambas caras de la moneda que son tan complementarias como antagónicas. El camino de la Vida.<br />
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Desde Sarria a Santiago íbamos andando, sin esos alardes andaluces de tintes neobarrocos que nos gustan en carretas de plata, bordados exuberantes y escalas andaluzas de salves que cantan a una ermita blanca que flota en la marisma. El camino de la sencillez, el camino que abre todas las puertas posibles, hasta las que creías cerradas.<br />
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El camino encierra en sí mismo la paradoja de una vida completa: en el camino está la vida de la vegetación exuberante que provoca un matrix letal para esquivar la rama que viene cargada de espinos hacia la cara y la muerte de flores marchitas dejadas por peregrinos de otras tierras que rinden tributo a aquellos que subieron a los cielos en los senderos.<br />
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En el camino está la paz del río helado que convierte la tarde calurosa de agosto en una fiesta de agua y piedras que juegan a masajear las durezas mientras las esquivas, y el tormento de la lluvia que no cesa y que moja el pelo, la lluvia que cae por el rostro recordándonos que ese agua es la misma que moja a los demás peregrinos y, al mismo tiempo, es siempre distinta. El camino es la noche cerrada que nos vuelve frágiles ante la oscuridad, temerosos y desprotegidos; y es también el amanecer hermoso que juega a escaparse sobre los maizales.<br />
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Pero el camino es, sobre todo, la fiesta de lo natural tornado extraordinario. El camino hasta la fachada barroca del Obradoiro está señalado con un reguero de flechas y conchas. Flechas amarillas, de luz en el sendero oscuro de la vida que solo podemos elegir nosotros seguir. Conchas para un nuevo bautizo entre manantiales gallegos, un nuevo bautizo para darnos un nuevo comienzo que siempre arranca con un despertar antes de amanecer, cuando la noche es más oscura.<br />
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El camino es la risa que no acaba en el camino de tierra y que, como a Boski, siempre nos pilla con la boca llena, el slalom en serie de Andriu que nos devuelve a una infancia feliz en las cuestas abajo, el sonido del bastón de Espe trazando un martilleo que nos recuerda que a veces necesitamos ayuda para seguir y que no podemos vivir solos y a espaldas del que camina a nuestro lado. El camino es la cara de ojos entrecerrados del que se despierta a tu lado sobre una colchoneta tan raída como la tuya sobre el suelo -y la cucaracha que viene a darte los buenos días-, es el jadeo del que saca fuerzas de las fuerzas para afrontar la siguiente cuesta, es el racheo del pie que cojea y la voz amiga que pregunta una y otra vez cómo vas. El camino nos absorbe tanto y nos conquista de tal forma que algunos, como Pini, no quieren que acabe y siguen andando tres kilómetros más. El camino es cantarle a Marta el 'Bolero' de Ravel mientras caminas, dar la mano al que se queda atrás para que no se rinda, echar una minisiesta con pose de dignidad después de la etapa o cuando el grupo acaba y un sofá viejo nos parece un tesoro incalculable. El camino es masajes con cremas cuando las luces del albergue se apagan, conversaciones de cama a cama cuando Ana está nerviosa, estiramientos en grupo en las calles de Portomarín y cartas en la madrugada de Madrid para no caer rendidos.<br />
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El camino son las botas que nos destrozan los pies pero que son imprescindibles para seguir adelante, como todos esos baches y momentos que duelen, pero que nos hacen más fuertes. El camino es un Ribeiro, sea sumergido en las frías aguas del río o en un cuenco mientras el pulpo se enfría en la tabla de Melide. El camino es un Cristo que tiende la mano desde el madero al peregrino, un crucero que recorta las siluetas de pueblos fantasmales de piedra y una cruz de olivo colgada al pecho y traída desde el lugar donde el Dios hecho hombre nos dio la vida eterna. Es un hombre en silla de ruedas dando ejemplo en las cuestas que ascienden a Arzua y el italiano que comparte su pesto con el que está en la mesa de al lado. Es ducharte en calzoncillos para aprovechar y hacer la colada de golpe, seis horas de autobús que se pasan en un suspiro entre confidencias, es dormir poco y andar mucho, el yogur sin lactosa que siempre llega y los ronquidos que hacen temblar las paredes del polideportivo.<br />
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El camino es un coro en el que lo de menos es la procedencia: cantar unidos, unificar versiones y arrancarse a cappella, emocionarse al escuchar la voz desnuda retumbar en la nave de la parroquia de Palas de Rei. Y también es la Esperanza de Triana subiendo una cuesta toalla verde en la cabeza a los sones de la marcha de su coronación. Es cerveza fría de botellín y partidas de cartas. El camino es gloria bendita vestida del Decathlon, son mojones de carretera que señalan cada mil metros y parajes nunca soñados que nos muestran la grandeza de la creación.<br />
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Santiago es solo el principio, y el Apóstol solo el guía que nos muestra que el camino no termina. Solo acaba de empezar. Tras los reencuentros, el cariño y el dolor, volvemos con los ojos de un color verde esperanza, el alma llena de luz y las piernas fortalecidas para afrontar las cuestas más empinadas que nos tenga preparadas la vida. Volvemos agradecidos, porque en el camino no se puede ser otra cosa que uno mismo, porque los kilómetros son los mismos para todos. No hay ni escalafones, ni diferencias, ni adornos ni máscaras. Solo la verdad de la tierra que pide ser recorrida no para encontrar las torres de la catedral, sino para verse a uno mismo en su fragilidad, y escucharse a sí mismo en la respiración entrecortada del que camina a tu lado. El camino es la vida en su forma más sencilla, como un día fue creada, y por eso no podemos engañarle. Ser peregrino es rendirse a una gloria que empieza con el primer paso y que no acaba nunca, volver a la esencia de sudor y de la ausencia de distracciones, para recordarnos que somos hijos de la tierra que pisamos y del cielo que nos cobija.Miguelhttp://www.blogger.com/profile/03891278202014534435noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-8235860720258289356.post-41922738268970809212014-07-07T02:12:00.000+02:002014-07-07T02:12:56.977+02:00Dos tickets y un plano del AlcázarDespués de este fin de semana lo único material que me ha quedado, lo único que puedo tocar y que se ha quedado en mi mesilla son dos tickets y un plano del Alcázar.<br />
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Pero muchas veces me aferro a lo que se puede tocar y no a lo que vive en el mundo de lo efímero y lo impalpable. Por eso creo que sigo yendo a las ruedas de prensa y las reuniones con mi cuaderno, porque me gusta sentir que sobre el papel está el trabajo bien hecho, algo que pueda tocar y almacenar en casa como un testimonio.<br />
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Pero lo importante, nunca se puede tocar. No podemos reducir un fin de semana a dos facturas y un plano de un monumento. Porque no se puede tocar la alegría del reencuentro ni el calor del abrazo, no se puede tocar el temblor que produce una mirada inesperada, ni pueden palparse la incertidumbre ni las dudas ante una situación que te has empeñado en controlar aunque sabes que no puedes hacerlo.<br />
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No se puede, igual que no se puede guardar en papel lo que solo se lleva en el corazón, grabado a fuego de meses, ya años. Lo verdaderamente real y valioso no se puede tocar, paradojas de la vida. No vale dinero ni exige de ti más que la entrega. Lo valioso no puede tasarse ni tiene valor monetario.<br />
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No puede ser que tres papeles reflejen lo que no tiene nada de espejismo ni burbuja. ¿Cómo se guarda en un cajón el nerviosismo ante la llegada del amigo? ¿Cómo se pone por escrito la lección que te da una voz amiga en un pub mientras tú no puedes hacer otra cosa que callar? ¿Cómo se resume en una fotografía lo que es una ristra de emociones que desembocan en una partida en una tarde de domingo?<br />
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En un ticket no cabe la tristeza cuando ves marchar a las personas que quieres, ni la conversación sincera y que hace que se te escape una lágrima en la madrugada junto al río, ni un ticket puede guardar en sus líneas blancas y negras el abrazo que te hace sentir que todo sigue siendo igual aunque todo sea distinto. En el ticket no sale lo hablado a la hora de la siesta, no caben en él las bromas que te hacen olvidarte del trabajo que te has puesto como escudo para no arriesgarte, en el plano no sale el verdadero recorrido: el de los lugares que te resultan familiares, el de las frases incómodas y la impertinencia que luego te hacen pedir perdón, no salen en el mapa los dardos al corazón y las llagas sanadas por la mano que te reconforta...<br />
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No caben en un ticket los miedos a ser más tú y menos lo que crees que otros quieren que seas. No cabe en un papel el dolor, la incertidumbre, el sol de verano quemándote el cuello, el frescor del baño subterráneo del alcázar, ni la cara de sorpresa del que se encuentra por primera vez con la majestuosa sala del trono de los Reales Alcázares, ni la cerveza fresca en plena calle con la figura esbelta de la Giralda de fondo.<br />
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No cabe en un ticket el cielo estrellado de la noche de Triana, ni el sonido de la cascada del parque de María Luisa mientras haces una parada en un banco para tomar aliento... Las cosas importantes dependen no del sentido, sino del escalofrío, del olor familiar que te hace volver a casa, del sabor de una cerveza que sabe mejor en compañía, de la mirada que se cruza inesperadamente con otra entre las columnas del alcázar, del acento que te vuelve a decir que la primera vez que fuiste a Granada te dejaste allí parte de ti. Que de eso va esto: de una entrega en la que renuncias a parte de lo que eres para dejarlo en otros, en otro lugar, para siempre. Y te llevas otras muchas cosas, nuevas, que te cambian para siempre.<br />
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Hay gente a la que le debes recuerdos, apuestas, dinero, cosas en general... Pero qué grande tiene que ser alguien para que, por el hecho de haber llegado hasta ti y haberse quedado, te haya hecho una persona diferente, indudablemente mejor de lo que eras antes. Y qué grande querer ser mejor por alguien, porque se te viene esa persona a la cabeza. Qué grandes las broncas merecidas que te dejan por los suelos pero que dicen grandes verdades, qué grande la voz que se quiebra y te abre el alma para luego pedirte que abras la tuya, qué grandes aquellos que saben las tuercas que hay que apretar para que dejes de derrumbarte y empieces a levantarte.<br />
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Eso no cabe en un ticket, ni en un billete de autobús ni en una fotogalería de Facebook. Las grandes cosas, esas en las que siempre estáis vosotros, siempre me dejan rendido a la evidencia, porque ni puedo controlarlas, ni medirlas ni elegirlas. Esas grandes cosas, que viven disfrazadas de pequeños detalles, son las que se quedan ahora en mi mesilla. Gracias por venir a recordarme una vez más que Sevilla es más bonita cuando estáis en ella. Que mi casa es más cálida cuando venís a sacarme de mi cuarto, que una vuelta a casa al amanecer es un solo un suspiro si acaba con un abrazo rendido por el sueño en el que por poco caemos al suelo, que la vida... la verdadera vida no cabe en un ticket. La vida tan solo se puede guardar en el alma, y vosotros tenéis la capacidad de despertarla cuando creo que he vuelto a aniquilarla a golpe de priorizar lo equivocado.<br />
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Nos conocimos con nuestros defectos y con nuestras virtudes, y son esos defectos los que han hecho que seamos lo que somos y que estemos hoy, aquí y ahora, en esta situación, con esta pena ahogada porque ha vuelto la vida real... Solo los viajes que duelen, los abrazos que no quieres que acaben y la nostalgia que hace que tu casa se quede un poco vacía, nos demuestran que todo merece la pena. Porque lo querido se añora, y el que te quiere, aunque no quiera, te hace daño de vez en cuando. Y el que te quiere, siempre vuelve, y llega sin alardes para llenar el día gris de alegría y reconciliarte con el mundo, porque el que te quiere se menospreciará mientras te va cambiando poco a poco por dentro y te va a haciendo mejor de lo que eres. Y cuando te des cuenta, serás tú... pero con algo de esa persona ahí dentro, en el corazón, intentando impregnar todo lo que haces. Y entonces, cuando seas tú siendo también 'nosotros', podrás dar gracias a Dios por lo que tienes y por lo que ha puesto en tu camino. Y podrás volver a querer ser mejor persona porque ellos, sin duda, se lo merecen.Miguelhttp://www.blogger.com/profile/03891278202014534435noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-8235860720258289356.post-45325443899193059992014-07-02T17:27:00.000+02:002014-07-02T17:27:00.129+02:00Testamento de verano¿Cuántas etapas hemos cerrado y cuántas nuevas abierto? Pienso que cada vez usamos más aquello de cerrar una etapa y abrir un tiempo nuevo, y no sé si con ello somos mejores o le damos un espaldarazo a lo invertido y vivido, aunque haya salido mal.<br />
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De vez en cuando nos gusta aquello de sentir que volvemos a tener el control, y por eso nos gusta demasiado eso de recordar a todos que acabamos de cerrar una puerta. Porque Puedo. Porque quiero. Porque creo que ya era hora. Pero no te olvides de abrir la ventana, y de asegurarte de que lo que hay al otro lado es lo que quieres antes de colarte por ella.<br />
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A veces pienso si esto no va de puertas y de ventanas. Esto es una sola habitación, con muchas puertas y ventanas. Ninguna abierta de par en par pero tampoco cerrada con llave. Habrá gente que entre sin llamar y puede que se queden contigo, otras veces saldrán por la puerta, quieras tú o no. Entrarán problemas y entrará el dolor, porque quizá el dolor nunca se va de la habitación: duerme tras las paredes esperando verte caer.<br />
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Pero siempre se nos olvida entonces mirar al cielo. No en vano las lámparas más luminosas se cuelgan del techo, porque la luz siempre está arriba, esperando que la miremos para deslumbrarnos y dar claridad. La esperanza vive allá arriba, donde viven las estrellas y el sol, y cuando el dolor sale de las paredes, cuando la fatiga se filtra por el suelo, cuando la mediocridad nos cubre con un manto... Siempre está la luz.<br />
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Y esa luz se escapa también por las rendijas de las mismas puertas por las que entran los problemas, y se asoma a los alféizares de las ventanas de las decepciones, esperando darte un destello. No sé si una vez más decir que cerramos otra puerta, no sé si decir que se abre otra ventana, un tragaluz, una escotilla o un boquete en la pared mismo. Quizá esto no va de ventanas y de puertas, quizá esto va de vientos que entran y salen en esa habitación, de luz y de voces amigas y enemigas que vienen a torpedearte la cabeza y el corazón, para hacerte más fuerte o hacer que te derrumbes.<br />
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Puedes cambiar la decoración, abrir y cerrar ventanas a tu antojo, colocarte donde quieras, pero este es el espacio que tienes para sacarle el mayor partido posible. Y no olvides que hay estrellas allá arriba, y canciones que se cuelan por la ventana desde la planta de abajo. Que hay personas que entran a tomar un café, otras que pasan a dejarte un regalo inesperado y otras que vienen a arroparte cuando estás tan absorto en tu día a día que ni siquiera te das cuenta que tienes frío. Y que el frío duele.<br />
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A veces se nos olvida que respirar hondo es en sí una maravilla. O compartir una canción, o pasear escuchando el rumor de la ciudad, o picotear de un plato. Y se nos olvida que en esas cosas se nos va escapando la vida, y que cuando llegue la noche y nos paremos a pensar, abatidos, si el día ha merecido la pena... No nos acordaremos de los folios escritos, ni las labores hechas como una máquina, ni los correos enviados. Nos acordaremos de esas pequeñas cosas, y pensaremos cuál es la siguiente que queremos hacer. Y nos rendiremos al sueño... Y al despertar, a la mañana siguiente, tendremos la opción de decidir si queremos seguir abriendo puertas, cerrando ventanas, quedarnos sentados, construyendo en seco los muros de una vida que no sabemos siquiera si queremos vivir... O si, por otra parte, queremos vivir en cada una de esas pequeñas cosas, sin trazar caminos aburridos ni sentar cátedra, solo vivirlas y llenarnos poco a poco. Y peldaño a peldaño, ir trazando un mapa de pequeños momentos que puedan llevarnos a esa sonrisa que se escapa cuando el cansancio aprieta y la noche te gana en la batalla por seguir despierto.Miguelhttp://www.blogger.com/profile/03891278202014534435noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-8235860720258289356.post-68779638071880638042014-04-11T00:22:00.004+02:002014-04-11T00:23:47.152+02:00Tiempo"No tengo tiempo" y "no puedo" creo que son frases que digo, al menos, una vez al día. Eso demuestra lo triste que quiero hacer mi vida, que no es que no me de cuenta, es que me cavo el hoyo yo solito.<br />
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Últimamente, justo después de decir esa frase, me paro a pensar si realmente no tengo tiempo. Si realmente no podría haber sacado un hueco, si no podría haber dejado de lado algo accesorio para dedicarle media hora a algo realmente importante.</div>
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El problema, como siempre, es tener una pirámide de prioridades equivocada. Hay veces que me enfrasco en el trabajo, que a ti también te pasa. Y a ti. Y a ti. Ninguno creo que seamos totalmente inocentes de no haber colocado como escudo ante situaciones la excusa del trabajo.</div>
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Trabajar está bien, pero a veces nos ocupamos con cosas que nos dan pocas satisfacciones pero que nos ocupan mucho tiempo. El tiempo ha vuelto. Lo importante es ocupar el tiempo, porque con tiempo pensamos, y con tiempo afrontamos la vida, y nos arriesgamos y tenemos tiempo para comprometernos y para luchar por lo imposible.</div>
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Pero sin tiempo, todo pasa. Se nos quedan atrás los riesgos, los encontronazos, las discusiones, las meteduras de pata.... pero también las oportunidades, las alegrías, las cosas nuevas, las conversaciones y las nuevas estampas que nos vuelven a enamorar de la ciudad.</div>
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Realmente creo que sí tengo tiempo. Tiempo para recorrer la ciudad en bici, para escuchar música sin estar tecleando al mismo tiempo, tiempo para reír y para acompañar a un amigo a un 'mandao', tiempo para decirte que te quiero.</div>
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Y será porque ahora hay gente que no tiene tiempo para mí que pienso que todo esto es absurdo. Porque, como hoy he dicho al dejar una colaboración con una revista, da igual el dinero que no haya ganado durante este tiempo... Lo que nadie me devolverá es el tiempo que he invertido en esto, ese tiempo en el que probablemente me perdí muchas cosas y dejé escapar a gente que quizá ahora se hayan ido para siempre.</div>
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Si no tengo tiempo, no tengo vida. Porque no hay risas, ni experiencias nuevas, ni nuevos ojos de lo que enamorarte, ni conversaciones en las que escuchas frases que nunca pensaste escuchar, ni paseos tranquilos viendo que lo que hay a tu alrededor es un milagro. Si no hay tiempo para hacer lo que realmente te llena el alma y no el bolsillo... ¿Vale la pena esta vida? ¿Vale la pena dejar que pasen los días sin tener ninguna historia que contar que no sea de trabajo?</div>
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El tiempo está ahí, y quizá haya que vivirlo como un torero. Como ese hombre que se mira al espejo mientras reza, traje de luces puesto, antes de salir a luchar con la muerte a la plaza. Quizá haya que dejar el traje gris y ponerse un traje de luces brillantes que digan que soy feliz y que quiero ser feliz contigo, salir al ruedo y ponerse la vida por montera, enfrentarse a la bestia que venga con bravura y lidiar capote en mano las tempestades que puedan venir, apoyarte en tus compañeros -que son tu familia- porque ellos han bajado contigo a ese infierno de arena aún sabiendo que por salvarte pueden quedarse en el ruedo... y mirar al toro, a ese destino extraño que siempre es cambiante e inesperado, a los ojos. Sin miedo, con tiempo para disfrutar de las alabanzas que vengan desde el tendido y de la música que hace de esta vida más hermosa. Con tiempo para coger al toro por los cuernos, con tiempo para preparar el siguiente paso y para saber reaccionar rápido ante los contratiempos. </div>
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Pero sobre todo con tiempo para disfrutar de todo, de los detalles y de lo que encierra una tremenda grandeza, con tiempo para un 'tú' que ya es un 'nosotros', con tiempo para echar de menos a esas luces del mundo discretas que se esconden donde menos te lo esperas. Las que, como Dios en las casualidades, quieren pasar desapercibidos. Y dejar tiempo para dejarte sorprender, porque en cada esquina de la ciudad, de la pantalla del ordenador, en cada mensaje, espera un milagro.</div>
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Y si no tienes tiempo para ver los milagros, los prodigios, la emoción... ¿cómo vas a poder defender la alegría cuando tú ni siquiera tienes tiempo de buscarla?</div>
Miguelhttp://www.blogger.com/profile/03891278202014534435noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-8235860720258289356.post-52948110065808922832014-03-31T16:38:00.000+02:002014-03-31T16:38:58.659+02:00Costalero"¿Qué es lo que se siente cuando vas ahí debajo?", fue una de las preguntas que hice cuando vi que se acercaba el día. Una vez memorizados los consejos, la técnica y la posición, solo quedaba la gran pregunta: ¿Qué es ser costalero?.<br />
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Lo que viví ayer debajo de esa estructura cargada de vigas del palio de la Merced no sé si puedo describirlo con palabras. No sé si hay palabras exactas para poder llevaros allí debajo, para que podáis sentir lo que es el dolor, la concentración extrema, el miedo... y a la vez la gloria. La gloria de compartir, sobre todo, algo que es importante para los que quieres, acompañarlos y entenderlos, eliminar de tu mente los prejuicios que hayas podido construirte y vivir. Solo vivir.<br />
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Claro que hay costaleros y costaleros, pero igual que hay nazarenos y nazarenos... Igual que hay de todo en todas partes. Pero, ¿qué sentido tiene para nosotros ser costalero sin sentir algo más, sin creer en que lo que llevamos arriba es Camino, Verdad y Vida? Este fin de semana, a pesar de que fuera solo un ensayo, me ha servido para entender. Entender que lo que mueve al que carga en su cuello la devoción de un pueblo entero es algo que no es de este mundo... Y por eso la fuerza que los mantiene ahí abajo no es la física, sino la fuerza de una creencia en algo que no podemos tan ni siquiera comprender.<br />
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El palio de la Merced, en este caso, encierra un misterio indescifrable. El del poder cuando ya no puedes, cuando crees que no hay fuerza para levantar ese peso. Qué escalofrío pensar que por unas horas mueves por las calles la fe, el amor y la esperanza para llevarla a aquellos que se sienten agotados por un mundo que no para de ponerle duras pruebas. Lo que sucede allí debajo, en las bodegas de la Semana Santa, es algo que solo puede explicarse desde allí abajo.No hay adjetivos que pueda ponerle a algo que es dolor, pasión y diría que hasta una forma de vivir.<br />
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Qué penitencia añadida además la de, como el nazareno de silencio, no poder ver lo que sucede más allá de los faldones. Igual que el nazareno que no puede volverse para ver al Gran Poder porque se lo impiden sus reglas, tampoco puede el costalero ver a Dios o a su madre caminar, porque solo son sus pies, y su espalda, y su cabeza impulsada por no se sabe bien qué luz de otro mundo, los que consiguen que cada primavera se vuelva a hacer posible la maravilla. La maravilla de un Dios que, como recogen los Evangelios, va en busca de aquel que no puede o no sabe encontrarlo.<br />
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No creo que Dios vaya solo más allá de la canastilla, allí arriba. Creo que Dios va derramado en haces de luz por todo el cortejo, engarzado como un alfiler en la filigrana de una mantilla, y creo que Dios va como un destello en las piernas y en las espaldas de aquellos caminantes misteriosos que se esconden tras los respiraderos. Dios dijo "coge tu cruz y sígueme", y el costalero se echó el madero al cuello.<br />
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Por supuesto, como digo siempre: no es tan importante lo que vives como con quién lo compartes. Y allí estuvo la familia de Granada, apoyando, pendiente del que se estrenaba, atenta y arropando al que no tenía ninguna experiencia, dando el calor suficiente para eliminar los miedos y sembrar la confianza. Y el costalero nuevo se sintió más fuerte que nunca, en un mar de costales desconocidos, entendiendo los porqués y los cómos de una particular visión de esta semana de gloria que nunca imaginó vivir.<br />
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Desde allí abajo no eres consciente del tiempo y tampoco del espacio. No hay distracciones porque la calle no existe, solo el frío adoquín que marca el camino a seguir. Sé que esto es un punto y aparte. Sé que después de este domingo de emoción insostenible, inexplicable; hay un cambio radical en la manera de ver la fiesta y el dolor, la vida y la muerte, la cruz que conduce siempre a la vida y no a la muerte.<br />
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Gracias a todos los que con su voz, con su costal, con sus indicaciones, con su interés por saber cómo estaba, hicieron de la mañana de ayer una experiencia religiosa. Creo que ayer, desde allí abajo, entendí que hay otro camino que lleva hasta los cielos, un camino de sufrimiento pero también de corazones llenos, como la vida misma, pero resumida en una chicotá.<br />
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Me empeño en buscar a Dios cada Semana Santa, qué cosas, en nuevos matices de la fiesta. Creo que en eso consiste, en parte, esta semana. En reencontrarse con la luz y en hacerla tuya de nuevo. Me han echado una mano para llegar hasta la trabajadera y nunca en la vida podré agradecer lo suficiente que me hayan llevado hasta ella. Una nueva manera de entender el alfa y el omega, el comienzo y el fin, la verdad, la gloria y la penitencia.<br />
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A pesar de lo que muchos puedan pensar, puedo decir que allí abajo está Dios. Escondido, sudoroso y doliente, con los que cargan con la devoción de nuestras ciudades y la llevan a la ciudad de nuevo. Con los que consiguen que Dios, más que nunca, esté en las calles y en las plazas, camuflado de gloria barroca y de bordado. Todos los costaleros que van allí debajo no lo ven igual, pero sé que los que me llevaron a mí allí y los que me acompañaron en el camino sí. Y ahora sé que hay algo más, que hay una manera de vivir y de sentir, de creer sin ver, de sentir tranquilidad aunque el yugo se pose en el cuello, de encontrar la paz en medio del dolor. Sé que hay Dios y que cada costal lleva colgados unos sufrimientos y unas razones para estar allí. Y que, con todo eso, soportan el dolor. El mismo dolor del mundo que lleva el nazareno en sus pies descalzo y el saetero en su garganta destrozada por la noche de abril. El dolor como camino para alcanzar una gloria que ahora sé que está en cada golpe de martillo, como una llamada a recordarnos que esta fiesta sufriente es el camino tortuoso más hermoso para llegar al Paraíso.Miguelhttp://www.blogger.com/profile/03891278202014534435noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-8235860720258289356.post-64478377343957878132014-02-10T20:01:00.001+01:002014-02-10T20:01:18.183+01:00SalDicen que una pizca de sal en un buen dulce no solo no es una locura, sino que, por ejemplo, potencia el sabor del chocolate. Su efecto es incluso más poderoso en las recetas dulces que en las que llevan ya sal de por sí, como pueden ser pescados y carnes. La sal siempre potencia, aunque es inapreciable a simple vista. No puedes saber si algo lleva esos granos de mar hasta que lo pruebas.También la sal tiene el poder de arruinar cualquier plato si aparece en una cantidad exagerada.<br />
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Pues bien, en este mundo todos llevamos algo de sal dentro. Y, al mismo tiempo, nuestras relaciones son como esos alimentos que hay que potenciar con una pizca de esos cristales. En este mundo encuentras gente que te potencia, que sabe sacar lo mejor de tu "sabor" propio, el que has tenido siempre, tus puntos fuertes. Y luego hay otra gente que pretenden salar a toda costa, inundar de su condimento todo lo que tienen alrededor, aniquilando el sabor ajeno a golpe de su sabor autoritario.<br />
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Siempre he pensado que hay gente que no sabe ver ese sabor ajeno, y por eso prefiere inundarlo todo salando a conciencia. Como las sales minerales son gérmen de fertilidad en la tierra en la que crecen los frutales, también la sal es la perdición del náufrago, que a falta de agua dulce, bebe la salada y muere de deshidratación por beber agua precisamente. Maldita paradoja.<br />
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Quiero gente que ponga sal en mis conversaciones, que ponga sal en las cosas que hago, que me mejoren y me hagan crecer. No quiero a aquellos que piensan que su sal es el único sabor auténtico, aquellos que aniquilan el sabor ajeno, tan personal, de cada uno. Quiero a aquellos que me hagan grande, y no a aquellos que me hagan invisible.<br />
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Si tienes una única manera de comprender las cosas, si crees que tu forma de ver la vida es la única posible, entonces, como decía Benedetti, no te quedes conmigo. Quiero que seas no la sal que sala, sino la que adereza, la que despierta lo que hay en mí y lo lleva a un nivel superior. Si vas a imponerte, no te acerques, inténtalo con otro. Si vas a arrancar lo sembrado para sembrar lo que tú quieres, busca otras tierras.<br />
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Me cansan las fórmulas mágicas, las soluciones perfectas para cada movimiento, que sé que no existen... Me cansan los salvadores y los que te miran como a una barca varada en el océano. Creo que debe haber un lugar mejor, una red de personas en la que impere la concordia por encima del pisotón, en la que predomine la mano tendida antes que la mano que esclaviza.<br />
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Sé que hay gente que potencia tu sabor, porque la he conocido. Lo que no entiendo es esa otra gente, que siempre está esperando en el camino, dispuesta a salar sin medida. Yo intento ver lo bueno en las personas y potenciarlo, aunque no siempre me salga. Aprended a cuidar vuestra influencia y medid de vez en cuando, que no es tanto pedir, que ningún derroche es bueno, y un plato salado es un plato arruinado.Miguelhttp://www.blogger.com/profile/03891278202014534435noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-8235860720258289356.post-57804392087301952342013-12-30T01:19:00.000+01:002013-12-30T01:19:03.767+01:00Defender la alegríaPermítanme que coja este título del poema de Mario Benedetti, el poeta de la alegría, porque en él está todo aquello que quiero poner en mi carta de los Reyes Magos de este año. Quiero defender la alegría, aquella de las cosas que construyen el currículum emocional, el que realmente importa, el que te hace más grande por dentro, el que reviste tus mediocridades de auténticas joyas sin pulir. Déjenme defender la alegría.<br />
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Defenderme a mí mismo de mis inseguridades. Que sí, que soy inseguro, que soy un mar de dudas, un edificio a punto de derrumbarse. Un rascacielos construido con cimientos de barro, que lucha por mantenerse erguido y decente. Déjenme defenderme de mi poca confianza en mí mismo, de lo que me pesan los fracasos y lo poco que me dura el entusiasmo de los triunfos.<br />
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Déjenme que me olvide de pensar tanto y empezar a vivir más. Déjenme mirar al mañana sin miedo y vivir el presente sin tener que mirar a ese mañana. Déjenme que les aconseje, aunque esos consejos no los aplique yo mismo, y grítenme sin tapujos, y échenme en cara que no cumplo esos consejos que vendo.<br />
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Déjenme que quiera cambiar, y abrirme la camisa y quitarme la chaqueta, y dejar que el viento me dé un escalofrío en el pecho, y que viva más sencillo, más claro, más alegre. Déjenme que defienda la alegría que me provocan las cosas pequeñas. Que defienda y se me salten las lágrimas con aquellos que dicen no cantar y luego te sacan las lágrimas con una canción cantada en voz baja, cuando creen que nadie los ve. Déjenme que llore: que renuncio a mil discografías cantadas a la perfección por una sola frase cantada con el corazón, que me recuerda los porqués verdaderos que me hicieron enamorarme de la música.<br />
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Déjenme que me abra, déjenme que les cuente aquello que quizá no les importa pero que yo quiero compartir. No se asusten si les pregunto a veces directamente lo que piensan o sienten, pero la profesión va por dentro, y tienen el derecho de no contestarme, pero tengan por seguro que no dejaré de insistir, y que cada respuesta que me deje intranquilo el corazón será una pequeña herida abierta que llevaré conmigo.<br />
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Déjenme que deje de pensar en lo que debería ser y piense más en lo que quiero que sea. Permítanme que escuche un poco menos a la cabeza y más al corazón, que tenga miedo. Porque el que siente miedo y el que sufre... pues es porque ha querido jugar, ha querido arriesgar y ha creído que podía ganar. No me hablen de distancias irreconciliables, ni me digan que los amigos son los que viven en el piso de al lado, ni me digan qué música escuchar, no me digan nunca que eso es así porque "ha sido así siempre", no me vengan con desconfianzas y no se vistan de hipócritas cuando se pongan ante mí. Déjenme ser yo, que no es poco.<br />
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Déjenme defender las charlas a la hora de la siesta, las nuevas tradiciones que a veces pueden ser simplemente compartir el momento de lavarte los dientes, déjenme ser borde pero atícenme con la misma fuerza para que me dé cuenta de lo que duele, déjenme que defienda mis inseguridades y que tenga miedo, déjenme soñar y anímenme a intentarlo una y otra vez hasta caer rendido -porque necesito que me recuerden que nunca he de dejar de luchar-, déjenme que cante aunque no tenga buena voz, déjenme que les abrace y les busque cuando necesite de sus palabras... Déjenme que les diga 'Te quiero', porque no es una frase que diga si no la siento de verdad.<br />
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Déjenme intentar cambiar, aunque luego no me salga. Déjenme soñar, que lo de ser soñador lo llevo bien. Y déjenme defender la alegría que me hace añicos por dentro, la que quiere poner luz en cada oscuro sótano de mi interior. Esa que quiere cargarse a golpe de recuerdos y vivencias cada una de las partes tenebrosas que hay en mí. Déjenme que me quede con una mañana con los ojos llenos de legañas en coche para ir a la estación, con une verborrea inagotable la noche de Nochebuena, con aquellos que se menosprecian cuando están cambiando sin saberlo la vida de la gente, con las noches entre pucheros y peroles, con el silencio de un campo en el que ni hay datos ni cobertura, con los que te meten un puro en el bolsillo como regalo antes de partir... Déjenme que me quede con la alegría, ahora que ha vuelto a mi vida.<br />
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Y ayudadme, vosotros mis mosqueteros, porque movéis los engranajes oxidados del corazón para volver a poner en marcha la máquina... Sin vosotros soy peor, mucho peor. Y con vosotros soy un candil que ilumina y no se apaga, un farol que alumbra la noche más oscura cuando bebe de ese carburante que me dais en esas ciudades donde habitan los sueños. Prometo no defraudaros, como vosotros nunca me defraudásteis cuando me miré en vosotros para descubrirme a mí mismo. La alegría la aprendí de vosotros, y cuando os falte... yo os regalo un poco de la mía.Miguelhttp://www.blogger.com/profile/03891278202014534435noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-8235860720258289356.post-34787613143542539882013-10-16T22:35:00.001+02:002013-10-16T22:40:21.370+02:00El confesionario más grande del mundo<div class="separator" style="clear: both; text-align: center;">
<a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEg-1NRZu499T1uoUffkryqJDIWdSwW-yDVYJJ1cPZZfLRy_3Di98i-zg1bJ4D9bkGW-_GytUh2HX6SigberVy1nNb2szOlwNLByafRW5b7HUh3uEPGcGsPnOuXvEiAUgOKebHlDvZwDHcBd/s1600/Basilica.jpg" imageanchor="1" style="clear: right; float: right; margin-bottom: 1em; margin-left: 1em;"><img border="0" height="400" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEg-1NRZu499T1uoUffkryqJDIWdSwW-yDVYJJ1cPZZfLRy_3Di98i-zg1bJ4D9bkGW-_GytUh2HX6SigberVy1nNb2szOlwNLByafRW5b7HUh3uEPGcGsPnOuXvEiAUgOKebHlDvZwDHcBd/s400/Basilica.jpg" width="240" /></a></div>
Recuerdo cuando pensaba que no te enterabas de nada... que estabas empanaíllo, y que tampoco se podía hacer mucho por solucionarlo. Pero a ver si va a resultar que el que no se entera de nada soy yo. O que estamos igual de empanaos... Quién sabe.<br />
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Hace un mes ya casi que estuviste por aquí. Volviste a Sevilla, volviste a tu centro, a tus calles estrechas, a tus capillas abiertas de barroco deslumbrante, a tus naranjos ya sin flor y a tus paseos, esos que he aprendido de ti que sirven para pensar y para arreglar todo lo que creemos que no tiene solución. Y llegó la tarde de agotamiento tras el paseo intenso, y cada uno regresaba ya. Y volvimos a quedarnos allí solos y volvimos a coger aquella calle de mi conservatorio para enfilar el camino hacia una plaza eterna.<br />
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Y veníamos hablando de nuestras cosas, tú más que yo, que a mí me cuesta soltarme, ya sabes... Y sin darme cuenta entramos en la basílica. Creía que íbamos a cortar la conversación, pero seguiste. Yo miraba al altar, pensando cuando cortarías, pero no lo hiciste. De hecho nos sentamos en el primer banco del lateral, y miraba alrededor para ver si no estaríamos importunando a los que estaban allí para rezar.<br />
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Y al rato me dijiste que te gustaba hablar las cosas allí, porque sentías que no solo te escuchaba yo, sino también el que todo lo puede. Y entonces miré alrededor y me percaté de algo nuevo, algo que había estado allí siempre probablemente pero en lo que yo no había caído: a nuestro alrededor la gente estaba hablando como tú y yo. Allí no había el silencio sepulcral de otras capillas, ni nadie lo echaba de menos.<br />
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La gente hablaba, pero como nos han dicho tantas veces... Hablaban con los cielos a través de los ojos de los que tenemos alrededor. Y entonces entendí que aquello era realmente lo más natural: hablarle a Dios a través de la gente que tenemos cerca. Y quizá por eso la gente iba a la basílica, aunque tuvieran muchas iglesias que estuvieran más cerca de sus casas. Porque aquello es el confesionario más grande del mundo, en el que no se va a pegarse golpes en el pecho, sino a hablar con el que tenemos al lado siempre. Porque en ese que tenemos tan cerquita también está Dios.<br />
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Muchas veces pienso si la Semana Santa no es más que ornamento, si no hemos olvidado lo sustancial para dar paso a raudales al espectáculo. Pero entonces vuelvo aquí, a esta basílica que antes no me decía nada, y vuelvo contigo, y todo cambia. Y quién sabe si en el banco de atrás hay reconciliándose un padre y un hijo, o en el atrio una pareja intenta solucionar sus problemas ante el altar del Señor de Sevilla, o si en el camarín dos mujeres mayores comentan las tristezas de sus hijos que no encuentran trabajo y que a ellas no les dejan dormir... Aquí se habla con Dios a través del hermano, y el que escucha guarda silencio y comparte, escucha y responde, porque aquí parece que hay una fuerza que te ilumina.<br />
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Y por eso creo que aquí el que no se entera de nada soy yo... Y qué gusto da descubrir cosas nuevas de gente que tiene menos recorrido que tú.. O al menos, menos años vividos. Que la edad no siempre significa que tu maleta esté más llena. Y me quedo con aquel momento de aquel fin de semana, contigo y con cada palabra, porque creo que a veces esa conversación con Dios no está necesariamente en las oraciones o en las vigilias, sino en el banco del parque, en el ascensor, en esta iglesia en la que me parecía que no había respeto... pero lo que no había era muros ni trabas entre el cielo y la tierra. Bajo la cúpula blanca de la basílica solo hubo aquella tarde almas que se desnudaban, que se dejaban herir a quemarropa porque no había nada que esconder. Allí sentí que todo aquello debía ser la verdad, la sencillez, y la sinceridad; la naturalidad, la mejor forma de hacerlo, la más lógica y la más fácil. Y entonces entendí qué quería decir aquel hombre de Nazaret cuando dijo aquella tarde, como una sentencia irrefutable que desprende una luz cegadora, que él era el camino, la verdad y la vida.Miguelhttp://www.blogger.com/profile/03891278202014534435noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-8235860720258289356.post-78994583875792727402013-07-30T17:01:00.001+02:002013-07-30T17:01:40.826+02:00Crecer bajo la espadaña¿Qué vigilas tú desde allá en lo alto? ¿Qué secreto guardas, espadaña del Monasterio del Espino? ¿Cuántas vidas has visto pasar por debajo de tus campanas, cuántas lágrimas has visto verterse sobre la madera de tu iglesia? ¿Qué historias guardas entre tus piedras? Has visto tanto que ya solo te queda repicar. Cada vez que suenan tus campanas eres un pregonero que proclama que ha vuelto a cerrarse el círculo, que vuelve a girar la rueda de los deseos, que nuestras vidas vuelven a dejarse seducir por la vorágine de lo que sucede a tus pies.<br />
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Los que hemos estado a tu amparo, espadaña, tenemos los mismos nombres que hace unos años... pero ya no somos los mismos. Nos has ido cincelando con el tañer de tus campanas como aquel maestro que con la gubia talla en la madera unos ojos vivos. Y en ese proceso de creación a las órdenes del Creador has construído dentro de nosotros un templo sencillo. Algunos tenemos en las paredes pinturas barrocas, otros grandes ventanales cubiertos de coloridas vidrieras, otros tienen cálidos suelos de madera y otros techos altos y desnudos. Pero cada uno tiene su templo, ese que has ido ayudando a levantar poco a poco, como una obra maestra consagrada a la creación de un mundo más humano.<br />
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Qué magia la tuya... Nos has visto congraciarnos y superar nuestros miedos, pasar por encima de nuestros rencores para festejar la felicidad del hermano, ese que vive en la calle que lleva el nombre de la ciudad más hermosa que han visto los tiempos. Ese que un año más ha compartido contigo la misión, como muchos otros. Porque sabes reconciliar lo que parecía imposible, sabes calmar la tormenta, sofocar la inundación, poner orden de nuevo y volver a transformarnos en una familia. Incorporando a los nuevos miembros que van llegando y que abren la puerta para que entre el aire fresco, aquellos que vienen de la mano de tu hermano y que se transforman en personas importantes para ti.<br />
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Que tú has visto desde allá arriba cómo llora ante la cruz el soberbio y has sonreído cuando una hermana escucha emocionada cantar a su hermano guitarra en mano con el crucificado presente. Tras tus muros se alojan las historias de dolor en las que ya no hay lágrimas, sino vida. Esa vida que regalas a borbotones para todo aquel que acepta el reto de pasar bajo tus campanas y arrodillarse ante la virgen gótica. Tras tus muros me has permitido ver a mis hermanos hacerse hombres y mujeres llenos de dones y olvidarme de las diferencias de edad hasta el punto de no importarme.<br />
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Has visto el abrazo hermoso y espontáneo entre palabras de paz y has sido testigo del llanto contenido cuando suena una canción que trae recuerdos dolorosos y que el oído aún no ha tenido tiempo para transformar en algo bello de nuevo. Desde tu altura has visto partir a la comitiva camino del Sobrón y los has acogido de nuevo al llegar reventados a casa, hechos peazos, como un vigía que no quiere descuidar al que está a su cargo. Has visto al que cree sin ver y al que apoya al que no ve para que los demás puedan caminar. Qué ejemplo de hermandad habéis dado, Granada...<br />
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Dios hecho espadaña, tu piedra es demasiado fría como para que te haga caso. Demasiado inmóvil, demasiado dura. Para hablarme de la gloria te revistes de carne y de pupila viva, te encarnas en abrazo y en beso, en palabra que sale del corazón mientras la voz lucha por no transformarse en quebranto. Tienes tantos nombres que me da vértigo: Clara, Ana, Pablo, Juanfer, Jorge, Quique, Jesús, Marta, Joaquín, Cayetana, Ángel, María, Lourdes, Laureano, Javi, David, Jose, Carlos, Carolina, Íñigo, Rafa... Tantos nombres en los que esconderte, como un juego, para hacer un año más que tu palabra sea cercana, que vaya directa al corazón como un dardo.<br />
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¡Que han vuelto a abrirnos las puertas de la gloria! ¡Que ya está aquí de nuevo la esperanza! Con lo que te gusta pasar desapercibido, has encontrado en la ilusión de esta juventud tu escondite perfecto. Los has hecho fuertes para soportar el dolor de la muerte, tiernos para consolar al que pierde al ser querido, valientes para buscar su felicidad a pesar de las barreras, despiertos para asimilar tu palabra como una forma de vida, soñadores para creer que un mundo mejor y más justo es posible, risueños para reír y abrazar sin tener que buscar motivos de peso, desprendidos para amar a aquellos con los que convive... Porque de eso iba esto este año: de Con_Vivir. Vivirlo todo como una gran familia, que somos uno, más allá de esa estúpida burbuja que superamos el año pasado contra todo pronóstico. Que esto empieza ahora, cuando arranca el reto de vivir en esa búsqueda de la felicidad todo el año, sin importar los kilómetros que nos separan.<br />
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La espadaña se pierde en el horizonte pero el sonido de las campanas se lleva en el corazón, bordado como un salmo que nos recuerda como un toque de queda que es hora de despertar. Un año más, me vuelvo con el corazón lleno de gracias y de frases, el pecho cálido de abrazos y la mandíbula dolorida de sonreír. Si el objetivo de este espino era hacernos sentir más vivos que nunca, el objetivo se ha superado con creces. Ahora comienza la vida real, y tenemos fuerzas para comérnosla a dentelladas, como esa fruta a media mañana o de madrugada que ayudaba a pasar el tiempo. El reloj vuelve a tocar la medianoche. Doce campanas suenan y doce meses comienzan la cuenta atrás para demostrar que todo esto tiene sentido más allá del monasterio. Y que Dios sigue presente en esa ristra de nombres de arriba. Porque la verdadera comunidad se queda unida, se demuestra en el día a día, en esa hermandad tan real como la de sangre que hemos implantado a golpe de cruz redentorista en el pecho. Empieza de nuevo el reto: tenemos un año para seguir siendo hermanos en cada momento.Miguelhttp://www.blogger.com/profile/03891278202014534435noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-8235860720258289356.post-6212810038116342122013-07-01T03:04:00.000+02:002013-07-01T03:04:00.519+02:00Carta al Miguelito de julio de 2012<b>No te asustes por lo que está pasando por tu cabeza.</b> Esto acaba de empezar. Estás solo en tu piso de Madrid, las luces de la calle hacen la noche demasiado activa como para pensar, pero el tráfico no impide que una idea ronde por primera vez en serio tu cabeza. Quieres volver. Y es comprensible. Poco te ata a la gran ciudad y en Sevilla hay demasiado que te llama a voces.<br />
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No te has vuelto loco, o quizá sí. <b>Quizá esta locura de vez en cuando es buena. Enhorabuena, has vuelto a ser un soñador. Poco a poco irás descubriendo que Madrid te ha cambiado, que ya no eres el mismo</b>. Poco a poco asumirás que esta ciudad te ha convertido en mejor profesional pero, quizá, en peor persona. Sabes que hay cosas de tu antiguo yo que te gustaban, y quieres recuperarlas aunque no sabes cómo. Quieres volver a soñar, pero bajo el sol de Andalucía. Date la vuelta en la cama y duerme, aún te quedan días para decidirlo por completo.<br />
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Cuando llegue mediados de julio te encontrarás en un patio de una iglesia y volverás a encontrarte con esa Granada que no sabes qué piensa de ti ni qué piensas tú de ellos. Es solo un espejismo: <b>con el tiempo te darás cuenta que había demasiados malentendidos como para que esa relación fuese bien hasta ahora. y prepárate: porque vas a embarcar con ellos y con muchos más un viaje de un año que es un dardo al corazón.</b> Puede que ahora no te lo creas, pero esas personas van a convertirse en luces en tu vida, y no querrás soltarlos.<br />
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No sufras por todo lo que va a venir, no sufras por la decisión que vas a tomar en un monasterio de Burgos, porque todo saldrá bien. Cuando hagas la maleta por última vez, llora. Es normal que te de pena cerrar este capítulo de tu vida viendo tu piso vacío, viendo tus discos y tus libros metidos en cajas. <b>Aunque en el coche de vuelta a casa sientas que traes el abrigo de fracasos puesto, no es así. Cuando llegues a Sevilla lo entenderás todo. </b><br />
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Empiezan las ofertas: no rechaces ninguna, porque todas y cada una te harán más grande. Te llamarán para un proyecto surrealista de montar un coro de niños en el Polígono Sur. Ni te lo pienses, porque funcionará. En la entrevista creerás que la has cagado, pero las entrevistas siempre crees que no se te dan bien.<b> Todo saldrá adelante, porque como te dirán después, siendo tú mismo es como se llega a los sitios.</b> Te propondrán volver a colaborar en la parroquia y te harán coordinador, y te darán un equipo. Cuida a ese equipo, a esas seis personitas que verás crecer día a día como un enorme castillo que se levanta sobre cimientos sólidos. <b>Los que no confían, podrán hacerlo; los que quieren abandonar, se quedarán; los que crees que no pueden soportar la presión, soportarán sobre sus hombros la más dura de las pruebas; los que creías que no podían ya sorprenderte, volverán a hacerl</b>o. No los dejes.<br />
<br />
<b>Un día te escribirán por Twitter, una de esas personas con las que hablas de música pero a las que no conoces en persona.</b> Y te pedirán un texto, y de repente publicarás en una revista de Barcelona y tu amigo virtual se convertirá en tu jefe y tu consejero, porque esa es la magia también de esto de los 140 caracteres. Y luego buscarás fecha para ir a Barcelona porque necesitas conocerlo.<br />
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Y en enero vendrán de Úbeda a verte y tú no tendrás ganas de quedar, pero tienes que ir. Porque <b>allí, entre botellines, el soñador volverá. Y fundarás dos diarios hiperlocales con los mejores amigos que guardas de la facultad,</b> y formarás dos equipos y todo será alucinante, porque sentirás que no tienes ayuda de nadie pero todo va hacia delante. Y te sentirás satisfecho, y la gente hablará de lo que has creado con el sudor de tu frente... Y los compañeros te darán la enhorabuena. <b>Porque eres valiente, y tú antes no lo eras. Porque te has cansado de esperar y has pasado a la acción. </b><br />
<br />
Y poco a poco se te irá olvidando el fracaso aquel que te trajiste de Madrid y <b>sentirás un poco que esa casualidad de la que se viste Dios a veces ha hecho que todo cuadre y te demuestre que este es lugar en el que tienes que estar</b>. Porque aquí tienes todo que ganar y poco que perder. <b>Y no te pierdas esos viajes a Granada de vez en cuando, porque te servirán de terapia cuando la presión te pueda</b>. Y volverás reforzado, con ganas de comerte el mundo de nuevo.<br />
<br />
Te advierto que tendrás que olvidarte de algunos temas que llevas arrastrando años, aunque te cueste y no encuentres el cómo. <b>Vas a llorar y a sufrir, vas a esperar y a dar vueltas en la cama pensando en coger un tren y salir pitando. Pero todo pasa y al final solo te queda un tú más fuerte que el de antes.</b> Te costará olvidar, pero sabrás que todo ha vuelto a su cauce el día que le preguntes a un amigo la receta infalible para ser feliz... y la hagas tuya.<br />
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Te queda un año por delante. La aventura solo acaba de empezar y <b>te quedan muchas alegrías y muchas lágrimas, te esperan charlas en la barra de una discoteca y lágrimas al salir de ella, te esperan encuentros incómodos y un inicio de año con sabor agridulce, te queda llegar a querer a gente como a tu vida misma, que las habrá; te quedan peleas y rencores de los que aprenderás a ser más tolerante y también a marcar tu territorio cuando crees que alguien te está puteando las noches. Te quedan caídas y levantás, te quedan lugares nuevos y lugares viejos que se convierten en tu mundo cotidiano, te queda Nervión y Triana, Granada y Sevilla, la nostalgia de Madrid y la revelación de El Espino que vuelve a reclamar al Decano un año más</b>. Te queda un año de cambios brutales y un año de búsquedas extenuantes, pero puedes con todo, porque sé como acaba el cuento. <b>Como alguien me dijo una vez: "Sé tú mismo, deja en manos de Dios lo que es de Dios y nunca te rayes por algo que no merezca la pena. El don más grande que nos han dado los cielos es ser feliz y ser capaces de hacer felices a los demás". </b><br />
<br />
Suerte en este año, que vienen curvas. Nunca te rindas, que de los cobardes nunca se ha escrito nada.<br />
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Te espero en casa.<br />
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<i>Tu Yo de julio de 2013</i></div>
Miguelhttp://www.blogger.com/profile/03891278202014534435noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-8235860720258289356.post-73374580769355712732013-05-20T20:04:00.001+02:002013-05-20T20:04:56.767+02:00Magna Granada<div class="separator" style="clear: both; text-align: center;">
<a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEiKmtx7wfiNALDS88VyjsSSqFx3nS7fQuhujfBoWRaAjhlcTDMZyL8YjYHQe9YCwBqFqLN02jXXviPHe4kzH8t4yrgp3lw7zhMU6k5ARodiZsn9pdQkJBjm7ayeATHKAyw7HVsKpmfJIqAa/s1600/DSC_2026.jpg" imageanchor="1" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" height="265" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEiKmtx7wfiNALDS88VyjsSSqFx3nS7fQuhujfBoWRaAjhlcTDMZyL8YjYHQe9YCwBqFqLN02jXXviPHe4kzH8t4yrgp3lw7zhMU6k5ARodiZsn9pdQkJBjm7ayeATHKAyw7HVsKpmfJIqAa/s400/DSC_2026.jpg" width="400" /></a></div>
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33 vírgenes. Qué mejor que elegir 33 puntos en un viaje con un claro carácter marianista, de costal y palio, de levantá y procesión, de banda de música y sordo golpeteo de llamador, de cansancio y alegría. Granada, tú eres magna sin necesidad de nada extraordinario.<br />
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<b>1. La locura.</b> El momento del que voy pero que no voy. Que si es porque te lo ha dicho el uno o por si te lo ha dicho la otra. La sombra, el miedo, el temor a si podrás ir o no, el posible dolor del encuentro en la esquina traicionera. Ir, que es lo importante, porque a veces no es un capricho, sino una necesidad.<br />
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<b>2. Mercedarios de las Descalzas.</b> Puerta del Nazareno, las caras conocidas, los amigos, se abrigan con el costal de la penitencia, el que protege las heridas del alma, la única corona que se admite en las galeras de este barco de plata. Costales en bonanza luchan contra el viento de una tarde desapacible, pero todo indica que habrá Triunfo, y Esperanza y Alegría, que veremos la Aurora de esta tarde en la que el cielo nos concederá Misericordia para calmar las Penas. Y así fue, la ciudad se puso el hábito de Victoria para que Granada hiciera a su Merced la Maravilla.<br />
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<b>3. Encuentros.</b> Hay días en los que en la esquina más inesperada aparece de repente. No llama ni pide permiso para entrar, da igual que intentes evitarlo, porque siempre te alcanza por mucho que corras o muy bien que te escondas. Lo olvidado regresa siempre con fuerza a menos que estés preparado para hacer como que no lo has visto.<br />
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<b>4. Like a Virgin.</b> Como una virgen nos sentimos al inicio del Paseo de los Tristes. Nosotros, intentando escapar de tanto palio para llegar a Plaza Nueva. La virgen del palio salmón -"acoralado" según Clara- pidiendo paso por la estrechez de la calle, y una petalada que no estaba tan en pétalos como los que la lanzaban pensaban. ¿Petalada al palio? No. Petalada a nosotros, que salimos de allí como de un cuadro de Botticelli. Bien perfumaditos.<br />
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<b>5. La búsqueda del costalero en la última levantá</b>. Gran momento el que nos dejó esa parejita. Ella, que busca al costalero que ya está a punto de afrontar el gran reto de la tarde con la complicidad de la noche. Él, agotado por la caminata, por llevar sobre su cuello el peso de una devoción. Un último momento: se encuentran, se miran, se buscan en la profundidad oscura de la trabajadera y se encuentran. Y ya hay fuerzas de nuevo para subir la rampa y afrontar la más estrecha puerta.<br />
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<b>6. La discusión de la puerta.</b> Viernes por la noche y, como siempre en Granada, el tabaco sirve de excusa para decirnos las cosas a la cara. Que si tú esto, que si yo lo otro, que si te odio, que si te quiero. Y al final, el mar en calma y ya estamos a punto para el fin de semana. Que no va a ser fácil, que lo sabemos, pero cerveza de un trago y avanti.<br />
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<b>7. El diluvio milagroso.</b> Cansancio extenuante. Última parada en Santo Domingo. Entra la Victoria y se aleja el palio blanco tras la puerta de madera. Detrás, un Rosario de plata viene pidiendo paso. La banda se la juega y con el paso parado toca una salve antes de entrar. Tras eso, levantá y hacia adentro, que el cielo está pidiendo guerra. Y la profecía se cumple, porque se cierran las puertas de la iglesia y comienza el diluvio. La tarde se salva, y nosotros nos empapamos de vuelta a casa.<br />
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<b>8. San Francisco.</b> No hablamos de santos, sino de un bocadillo. El mismo que en el Aliatar nos reconforta del frío helador de la tarde tras ver durante cuatro horas el paso de 24 palios, soledades, piedades y glorias varias. El que nos devuelve a la vida y nos enseña cómo aguantan en Graná las largas tardes de Semana Santa. El mismo bocadillo con el que se cierra la noche en familia cerca de Pedro Antonio. Hay que reconfortar al que trae el cuello hecho polvo y compartir la tarde en la trabajadera. Quizá algún día de verdad, con el costal y la faja puestos. Quién sabe...<br />
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<b>9. Las miradas.</b> "Sé que con lo que te voy a decir te vas a rallar pero...". Y así empieza de nuevo a girar la rueda. Que lo que yo pienso a veces no es lo mismo que tú piensas, que lo que yo veo no es lo que tú ves. Pero esta vez coinciden y ya se nos descuadran los esquemas. Por la tarde la espera entre palios nos aclarará algo más la situación.<br />
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<b>10. Dormidor social.</b> Sí, soy un dormidor social. Si me despierto y veo que el de al lado sigue dormido, allá que cierro los ojos yo otra vez, y así hasta que Quique se despierte.Y si me da el arrebato, siento que la cama se me queda pequeña y me pongo en pose 'Piedad del Baratillo' y te quito la mitad del colchón. Que yo siempre he sido de sacar los pies del tiesto y de meterme en lo que no es mío. Hasta durmiendo. Pero no va con mala intención. Si me desato es señal de que estoy cómodo y me siento como en casa.<br />
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<b>11. Crecer.</b> Con la tontería ya llevamos un tiempo que nos conocemos en nivel intenso. Y cómo habéis cambiado. Poquito a poco, os habéis ido haciendo grandes, que no mayores. Grandes de espíritu, de actitud, grandes en el fracaso, fuertes en el olvido. Y qué envidia, yo quiero también ese crecimiento, cómo han cambiado los Avecilla que parecen otros, hasta Angelito está centrado. Y poco a poco, siguen adelante. Ya me han enseñado cuál es el camino, vamos a ponernos en marcha.<br />
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<b>12. La foto ante la Merced.</b> No sé si somos parte o no de aquello, pero en la foto tras el encierro de la Merced, creo que sentí que algo de mí se había quedado entre las bambalinas de aquel palio. Como le dije a Ana, que grande que algo que para ti no significa nada pueda convertirse en algo tan tuyo. Simplemente porque para las personas a las que quieres es importante, y con eso basta. Aquella noche después del disparo de la cámara, sentí que lo que se vivía allí también era algo mío, de una u otra forma.<br />
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<b>13. ¿A por qué había venido yo aquí?</b> Cuarto de Jesús. Jacinta está recogiendo. Me quedo en la puerta pensando. No sé a por qué venía al cuarto, algo se me olvida. Jacinta no lo duda: la toalla. Exacto. Una madre es una madre. Siempre.<br />
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<b>14. Habemus conclusiones</b>. Si al volver de uno de estos viajes tienes conclusiones, o más bien te las ponen en bandeja, pues podemos dar el viaje por completado. Que aunque sea a través del móvil, pues la terapia no está mal, siempre y cuando te ayude a seguir adelante. Y si tenemos conclusiones, significa que el siempre viaje terapéutico, sea con la excusa que sea, ha funcionado.<br />
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<b>15. No hay buenas noches</b>. Cuando hay tanto cansancio no te da tiempo ni a decir "buenas noches". La noche del sábado, a oscuras, no llegamos a decirlo. Cuando nos dimos cuenta, ambos estábamos roncando como si no hubiera un mañana. Magno cansancio el de aquel día.<br />
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<b>16. Darlo todo por hecho.</b> Lo mejor es cuando no hay que preguntar, cuando se actúa con normalidad y no hablamos de lo que es más que evidente. Porque no hace falta hacer comunicados oficiales a cada segundo, y en aquel desayuno entre costales del sábado temprano, no hizo falta explicar nada. Porque estamos en familia y nadie a estas alturas va a poner el grito en el cielo por nada. Lo importante es ser feliz. Lo demás nada importa.<br />
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<b>17. La luz de la catedral.</b> No creo que haya una catedral más luminosa por dentro que la Catedral de Granada. Dentro de sus muros parece que siempre sea mediodía. La luz entra a raudales por sus vidrieras claras y los 33 palios y el paseo recorriéndolos uno a uno se convierten en casi un paseo al aire libre. Esta debe ser la luz de la fe de la que hablan, que aquí es casi un grito a los cielos.<br />
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<b>18. Con las yemas de los dedos.</b> Era la única ocasión de las hermandades de los pueblos de ver procesionar a sus patronas por la capital. Y se notó. Algunos iban dándolo todo levantando los tronos de sus vírgenes. Recordamos por Gran Vía a la patrona de Loja llevada por sus hijos solo con las yemas de los dedos. Alucinante.<br />
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<b>19. Las sevillanas.</b> No me aclaro cuál bailar. No me decido porque todo, absolutamente todo, está en el aire. Más un juego que otra cosa quizá. Hablamos de bodas y de derechos por antigüedad, pero al final nada en claro. Poquito a poco, que hace mucho que no bailo y no vaya a ser que me pegue el batacazo del siglo.<br />
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<b>20. Maravillas.</b> Lo que aquí es una entrada, en Graná es un encierro. Y algunos tienen un carácter casi mágico. Es el caso de la Virgen de las Maravillas entrando en San Pedro y San Pablo que, aunque algunos se dieran cuenta entonces de que entra a ruedas, sigue siendo mágico porque el escenario es incomparable. Arriba, la Alhambra, al otro lado las calles sinuosas del Albaicín, como arteria el Paseo de los Tristes y de banda sonora, el rumor del Darro. ¿Quién da más?<br />
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<b>21. Trianeros hay en todas partes.</b> Hasta tienen el mismo nombre: la cofradía del Tres Caídas de Granada es trianera porque así lo han querido sus hermanos. Palio de derroche, andares de entrar y salir una y otra vez, dorado por todas partes, bailes y más bailes para los pasos (que eso no son mecidas, no nos engañemos). Y me pregunto por qué, si aquí en Graná no hay Triana, sino que tienen un Realejo autóctono que vale un millón. Que esto no es Sevilla, ni debería serlo. Porque el encanto está en que sea diferente y fiel a la tierra.<br />
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<b>22. La patrona, lo primero.</b> Es curioso lo que quieren a la Virgen de las Angustias en su tierra. Aquí la procesión extraordinaria de la Virgen de los Reyes modo rosario de la Aurora fue casi un erial. La gente aquí no siente que la Virgen de los Reyes sea la encargada de velar por los designios de Sevilla. Y qué pena...<br />
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<b>23. Alhambra de recuerdos.</b> Pasa Santa María de las Angustias de la Alhambra y se me hace un nudo en el estómago. Qué mal me lo hiciste pasar el Sábado Santo... Angustias las mías viendo cómo los que iban debajo de ti se dejaban el espinazo para recorrer las cuestas hasta tu insigne morada. Esta vez te vi más tranquilo, no llevabas a los niños denajo y pude disfrutarte. Hasta el año que viene.<br />
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<b>24. Diferente no es peor.</b> Palio de cobre para la Reina del Sacromonte y a esos puristas les parecerá una aberración. Pero es distinto, original y muy del Sacromonte. Es genuino y por eso creo que es más hermoso. Porque esto no lo hay en ninguna parte y quien lo quiera ver tiene que venir aquí a verlo.<br />
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<b>25. ¿Cómo estás tú?</b> Que frase tan sencilla y qué difícil es a veces hacer la pregunta si sabes lo que viene a continuación. Pero se agradece, sobre todo porque ya has dejado de decir que "bien" siempre y has aprendido a dejar entrever un poco más, has comenzado a comprender que es importante compartir y no dejar tranquila a la persona que te pregunta. Mejor una verdad a tiempo que una mentira que te deja el alma llena de inquietudes.<br />
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<b>26. El cruce de caminos de la churrería.</b> Me gusta comer churros porque es algo excepcional. Me gusta que cuando entre en una churrería sea un momento que recuerde un tiempo. Comer churros todas las semanas por norma no tendría sentido, porque no puede haber una historia detrás de cada rueda de churros si conviertes lo excepcional en costumbre. Aquella mañana de sábado fue especial porque era una mañana de traslados y de costales en los percheros. Y porque el dueño de aquella churrería recordaba a la abuela de Ana y su tienda de patatas. El mundo, sobre todo el de ayer, es un pañuelo.<br />
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<b>27. El saludo de la emoción.</b> El beso entre hombres es el saludo de la emoción. Creo que con la euforia del costal, la vara, el capirote y la mantilla todos nos sentimos, de una manera u otra, más hermanos. Y el saludo del hermano es el beso, sin duda. Por eso en este ambiente cofrade no se hace raro que el cariño de un paso más, y al hermano se le trate como al hermano. El beso es bien recibido, porque se sabe que viene del corazón.<br />
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<b>28. Noche resuelta en Macarena.</b> He de decir que me gustan las marchas que Pulido, Jesús y Quique me van desgranando a lo largo de los meses. Llevan años haciéndolo, y por eso ahora no me resultan ajenas <i>Mi amargura</i>, <i>Merced </i>u <i>Hosanna in excelsis</i>, ni <i>Valle de Sevilla</i> ni <i>Lloras en tu soledad</i>. La música compartida es más música. Pero no puedo evitar que se me pongan los vellos de punta cuando suenan en las calles de Granada <i>Coronación de la Macarena</i>, <i>Jesús de las Penas</i> o <i>La Madrugá</i>. El músico siempre ve a Dios con más claridad entre los pentagramas.<br />
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<b>29. Soberbia pizzera.</b> Amigos que estáis en Santo Domigno cuando nosotros estamos hambrientos: podéis compraros unas pizzas, pero no os paseéis por delante nuestra con las cajas abiertas mientras las mordéis con lujuria, porque llevamos mucho caminado y no respondemos de nuestros actos. Primer aviso.<br />
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<b>30. La vida sin móviles.</b> En Granada se puede vivir sin móviles, al menos en días de procesiones. Eso es una gran noticia y algo impensable en Sevilla, o al menos eso creo. Nuestras baterías se fueron agotando, una a una, los móviles apagándose hasta que quedamos incomunicados. Aún así, todos nos encontramos, y no nos hizo falta más tecnología que la intuición. La verdad es que da que pensar...<br />
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<b>31. El rinconcito de la basura.</b> Nos creímos los más civilizados del mundo y fuimos acumulando en un rinconcito toda la basura que íbamos teniendo. Sí, sí, después la recogemos. Luego vino la lluvia y la tiritona, las niñas con los pañuelos por la cabeza y yo que ya no atinaba ni al botón de la cámara con los temblores. Los buenos propósitos se nos fueron con el frío, y la basurilla se quedó allí olvidada.<br />
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<b>32. "Como lo dice tu Quiqui..."</b>. No te pongas celosa, que aunque tú no quieras admitirlo, es al que más caña le doy. No se por qué, quizá porque lo del decanato se me está subiendo a la cabeza o solo porque soy idiota (ambas cosas no son incompatibles). Veo que ya estás ampliando el rencor a los Martínez Avecilla. No te columpies con los niños, o no habrá primogénito. Miarmita malafollá depende de que te cortes un poquito y creas que te quiero de verdad.<br />
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<b>33. Lo normal supera a las lágrimas.</b> Estación de autobuses de Granada. Más allá de la Chana, zona residencial, dominios del gran Ricardo. Lo mejor de todo esto es cuando te subes al autobús, abrazos sentidos y corazón reconfortado. Y ya no te salen las lágrimas, porque cada vez que te marchas de esta ciudad ya no sientes pena. Sientes la alegría de unos días en la gloria, la alegría del reencuentro y la esperanza del siguiente. Ya no duele marcharse de Granada, al menos no tanto, porque la alegría vivida ha pisoteado la nostalgia. Y eso no tiene explicación alguna. Y creo que por eso es grande, porque es incomprensible. Misterios de la A-92, la arteria que nos une y al mismo nos separa, la de la alegría y la tristeza, la de la nostalgia y los deseos. El camino más corto hacia la felicidad, sin duda.Miguelhttp://www.blogger.com/profile/03891278202014534435noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-8235860720258289356.post-65558859427493090122013-05-01T01:55:00.001+02:002013-05-01T01:55:29.755+02:00Diario del Polígono: Virgilio<div class="separator" style="clear: both; text-align: center;">
<a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEhC9Df3i8jVJejiK3-xeBzukYK42idXZjn_f2hGGWU1ZAnKOulF-e2Z2TbjYX7KDyAjRxj9v3FVxQlggA-vYqc9r6nP0fvGcNcv9mboTg3WdlNWWtUTnSaIIC5hMZBm_13FHFQ_ByI8bixp/s1600/poligono-sur.jpg" imageanchor="1" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" height="167" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEhC9Df3i8jVJejiK3-xeBzukYK42idXZjn_f2hGGWU1ZAnKOulF-e2Z2TbjYX7KDyAjRxj9v3FVxQlggA-vYqc9r6nP0fvGcNcv9mboTg3WdlNWWtUTnSaIIC5hMZBm_13FHFQ_ByI8bixp/s400/poligono-sur.jpg" width="400" /></a></div>
<div class="separator" style="clear: both; text-align: center;">
<br /></div>
<div style="text-align: justify;">
<span style="font-family: Helvetica Neue, Arial, Helvetica, sans-serif;">Vuelvo al Polígono, no a esa parte que puede parecer un barrio más de Sevilla. Sino a sus entrañas profundas, a la zona limítrofe con Las Vegas, la zona más degradada. <b>No tengo miedo</b>. No me lo digo a mi mismo, es que me lo creo. No lo tengo. La puerta del primer colegio está cerrada, y no me asusta bajarme del coche en plena calle para intentar empujar la puerta. No hay suerte, y por eso buscamos el siguiente colegio al que debemos presentarnos, el Colegio Andalucía.</span></div>
<div style="text-align: justify;">
<span style="font-family: Helvetica Neue, Arial, Helvetica, sans-serif;"><br /></span></div>
<div style="text-align: justify;">
<span style="font-family: Helvetica Neue, Arial, Helvetica, sans-serif;">Al contrario que el cercano Altolaguirre, este colegio no parece una fortaleza inexpugnable. Aquí no hay grandes puertas metálicas ni vallas inmensas y muros rodeando el perímetro. La puerta está abierta y varias personas salen del edificio: no sé si serán profesores o padres de alumnos. En el interior nos espera la directora, y tras ella aparece un pequeño niño, al que han puesto un nombre tan literario como mitológico: <b>Virgilio</b>.</span></div>
<div style="text-align: justify;">
<span style="font-family: Helvetica Neue, Arial, Helvetica, sans-serif;"><br /></span></div>
<div style="text-align: justify;">
<span style="font-family: Helvetica Neue, Arial, Helvetica, sans-serif;">Virgilio tiene la piel morena, como el color del café recién molido. En sus ojos está esa fuerza que solo tienen los niños del pueblo gitano, su mirada de un marrón profundo es capaz de adentrarse en ti y hacerte sentir un escalofrío. El pelo lacio entre castaño y rubio le cae sobre la frente y le pone en la cara un gesto de adulto travieso. <b>Virgilio tiene ocho años y hoy lleva en el colegio desde las tres porque su madre no ha venido a recogerlo</b>. Son las seis y media y el niño lucha contra el aburrimiento a la espera de que su madre coja el teléfono y venga a recogerlo. No da señales. La directora atiende el teléfono un momento y nos quedamos a solas con él, y nos cuenta que su cuento favorito es <i>El gato con botas</i>. Lo tiene delante y se le dibuja una sonrisa cuando mira su portada.</span></div>
<div style="text-align: justify;">
<span style="font-family: Helvetica Neue, Arial, Helvetica, sans-serif;"><br /></span></div>
<div style="text-align: justify;">
<span style="font-family: Helvetica Neue, Arial, Helvetica, sans-serif;">Cuando vuelve la directora, Virgilio sigue allí durante toda la reunión. La directora lo trata como si fuese su propio hijo y el niño obedece sin rechistar. Durante toda la reunión, no puedo evitar observarlo. Este niño de ocho años es uno de los candidatos a estar en las bancadas del coro. En este centro educativo el 95% de los alumnos pertenecen al pueblo gitano, al contrario que en el resto de colegios. Lo miro y me emociono, porque me veo enseñándole música a este pequeño, me lo imagino cantando y riendo con sus amigos en los ensayos. Y eso me da más fuerzas. Virgilio representa a ese crisol de culturas que va a integrar el coro y que estoy deseando ver en una misma habitación bajo mi supervisión, con sus botellitas de agua con sus nombres en etiquetas, entonando sus voces. Y llamándome "maestro", que al parecer así es como llaman los niños a los profesores en esta zona. <b>Que bonita palabra: maestro</b>. Aquel que enseña, no solo materias, sino la vida, el que se encarga de tutelar a los niños, el que los cuida y les enseña a comportarse. Maestro. Qué gran palabra, qué profesión tan desprestigiada cuando tiene en sus manos el futuro de la civilización. Qué injusto...</span></div>
<div style="text-align: justify;">
<span style="font-family: Helvetica Neue, Arial, Helvetica, sans-serif;"><br /></span></div>
<div style="text-align: justify;">
<span style="font-family: Helvetica Neue, Arial, Helvetica, sans-serif;">Espero estar altura, y que cuando me llamen maestro, sea porque lo soy de verdad. Porque soy capaz de enseñarles todo lo que yo he aprendido, en el conservatorio, en el colegio o en la calle. <b>Me temo que aquí el maestro voy a ser yo, pero los que me van a enseñar son ellos.</b></span></div>
<div style="text-align: justify;">
<span style="font-family: Helvetica Neue, Arial, Helvetica, sans-serif;"><br /></span></div>
<div style="text-align: justify;">
<span style="font-family: Helvetica Neue, Arial, Helvetica, sans-serif;">Al salir del colegio, recuerdo a Virgilio y me pregunto si en media hora su madre lo recogerá antes de que cierren el centro. Al montarme en el coche, miro a la acerca de enfrente, donde las viviendas lucen macetas cuajadas de flores en sus balcones, y pienso que <b>en esos pequeños gestos es donde se ve la vida que nace en un terreno baldío</b>. De lejos llega el olor de la madera quemada, la de las hogueras que pronto se encenderán en medio de la calle. Hoy hace algo de frío y pronto el fuego tomará esa zona del barrio. Es hora de volver, la noche cae. Y mientras yo vuelvo a casa, a la vida que llamamos "normal", los soleares y los fandangos quedan en las calles del Polígono y la ciudad no puede escucharlos. La música está aquí viva y brota a raudales de cada esquina. Estoy deseando descubrirla.</span></div>
Miguelhttp://www.blogger.com/profile/03891278202014534435noreply@blogger.com1tag:blogger.com,1999:blog-8235860720258289356.post-75448199150979376492013-04-10T01:32:00.002+02:002013-04-10T01:37:32.325+02:00Diario del Polígono: El primer paso<div class="separator" style="clear: both; text-align: center;">
<a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEhvKFL2zT4fW_XbJifKno_mEIiOUeEGbAikwODfEb1t5L4cybLQF7oqh7gsXDJp8vSAG6vgsA7BzIdvvnESqw3PBtt05F5ZKw04XXstY_j9tZKonbYb8EOhVVKlBYdxKdLP2TnJQZkOKsM6/s1600/poligono.jpg" imageanchor="1" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" height="320" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEhvKFL2zT4fW_XbJifKno_mEIiOUeEGbAikwODfEb1t5L4cybLQF7oqh7gsXDJp8vSAG6vgsA7BzIdvvnESqw3PBtt05F5ZKw04XXstY_j9tZKonbYb8EOhVVKlBYdxKdLP2TnJQZkOKsM6/s320/poligono.jpg" width="320" /></a></div>
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Los giros que da mi vida, totalmente insospechados para mí se mire por donde se mire, me obligan a abrir blogs, cerrar blogs, cambiar subtítulos, redefinir ocupaciones y cambiar una y otra vez los lugares donde trabajo o dejo de trabajar. Abro un nuevo capítulo dentro de mi segunda etapa sevillana, y por eso he pensado que <b>qué menos que escribir un diario de mis vivencias en el que será mi nuevo lugar de trabajo, el Polígono Sur</b>. Quizás conozcáis más las zonas que se insertan en él: las Tres mil viviendas, Las Vegas, las 800 viviendas... Un barrio sobre el que tanto se ha hablado que dudo que pueda saber nada certeramente hasta que esté dentro.</div>
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A veces no sabes lo que te regalan, no sabes lo valioso que puede ser algo hasta que lo ves con los ojos del polígono, los ojos del sur. Fuimos a visitar un colegio ayer y metimos el coche dentro del colegio, a pesar de que la zona era segura: no es lo mismo La Oliva que la lejana y degradada Las Vegas. Al entrar nos topamos con un centro educativo fantasma. No parecía que hubiese movimiento, las puertas estaban cerradas. Por fuera todo modestia, hasta que se abrieron las puertas. </div>
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Quien nos recibía desde dentro parecía estar ya de vuelta de todo. Pero fue empezar a comentarle el proyecto y en su cara empezó a dibujarse la ilusión, esa que había perdido tras tantos desengaños, tras tantas ocasiones en que le ofrecieron una mano de ayuda y luego se la quitaron. "Lo nuestro es distinto, no tiene nada que ver", le decíamos, pero ella, escarmentada por los años, no paraba de repetirme: "tenéis que ganaros nuestra confianza". Pero ella quería seguir creyendo en el fondo: quería creer que esta era la definitiva, que en esta ocasión la cosa iba a funcionar. Hay personas que tienen una fe inagotable, sea en Dios o en la bondad del ser humano.</div>
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<a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEggSDxAZMBZPiQbA64Qvs6nkilQefyCwo8kKXmOKWi-HQryWcHhsJGayfQXdDUUK3nGHD7VoWcxkVYuvmBDAA0E7EynBYJ1ZHPQwVHwG-NCEcucp51-JSFDcbF6BGP3my_hqvAzHv39u46j/s1600/arbollanasgrande.jpg" imageanchor="1" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" height="298" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEggSDxAZMBZPiQbA64Qvs6nkilQefyCwo8kKXmOKWi-HQryWcHhsJGayfQXdDUUK3nGHD7VoWcxkVYuvmBDAA0E7EynBYJ1ZHPQwVHwG-NCEcucp51-JSFDcbF6BGP3my_hqvAzHv39u46j/s400/arbollanasgrande.jpg" width="400" /></a></div>
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A su lado, dos madres. Ambas voluntarias, abren el colegio cada tarde porque los recortes han hecho que no puedan pagar un vigilante que esté por la tarde. Si no hay vigilante, no hay colegio abierto. Si no hay colegio abierto, no hay actividades extraescolares. Si no hay actividades extraescolares, los niños están tirados por las calles. </div>
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Y qué madres... Muchas veces no tenemos tiempo para hacer nada, nos excusamos en nuestros quehaceres, nos buscamos problemas donde no los hay, nos cargamos de argumentos absurdos para decir que no podemos más. Y esas madres, que deberían ser ayudadas por voluntarios, que deberían ser el objeto de la ayuda, son ellas mismas las voluntarias. Qué coraje y que ganas de creer, de nuevo, en una vida mejor. ¿Que no se puede abrir el colegio? Yo lo abro y echo la tarde como la conserje. Todo sea por los niños. </div>
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Nos cuentan historias de casquillos de balas encontrados en el patio del recreo y se me hiela la sangre. Me dice que no es broma, y me doy cuenta que del terror se me ha dibujado una sonrisa nerviosa en la cara. Los ojos se me van a salir, no me salen ni las palabras. ¿Es este un barrio en guerra? ¿Aunque sea en guerra contra sus circunstancias, las que les han hecho nacer en un barrio que a día de hoy sigue como un gueto? Borro la sonrisa inmediatamente y agacho la cabeza, porque no puedo ni siquiera imaginarme lo que debe sentirse al encontrar eso en el lugar donde juegan tus hijos.</div>
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<a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEhlDKqDroifqjz-kB_Rckq6b2msSxXdvyY9wUwi9JG8wYEsyYk6veagaq1WZta2UUYBEvU7gFKHJ1Auyis8MAXjTfPGHfIB2zhkZq3MLRRYrQawG1x3tFd6zqrXoJfzGSiEj61Vx_aanKxL/s1600/arbollanas.jpg" imageanchor="1" style="clear: right; float: right; margin-bottom: 1em; margin-left: 1em;"><img border="0" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEhlDKqDroifqjz-kB_Rckq6b2msSxXdvyY9wUwi9JG8wYEsyYk6veagaq1WZta2UUYBEvU7gFKHJ1Auyis8MAXjTfPGHfIB2zhkZq3MLRRYrQawG1x3tFd6zqrXoJfzGSiEj61Vx_aanKxL/s1600/arbollanas.jpg" /></a>Pero lo grandioso es ver cómo tiran hacia delante. Cómo sacan una vez más fuerzas de no sé dónde y te abren los brazos para que hagas lo que quieras y lleves a cabo lo que para ti es más que un sueño. Y te ofrecen un lugar donde quedarte, una sala llena de instrumentos musicales cubiertos de polvo. Y sabes que eso es más que suficiente.</div>
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Al salir, una última parada. Me entregan un sobrecito hecho con papel de revista y fiso. Dentro se ve una especie de trozo de algodón, unas hebras que no parecen ser nada más que eso. Pero nos conducen al patio: allí está el motivo y el milagro. Un precioso árbol muy raro preside el jardín en el que poco más hay. Pero el árbol es único: sus frutos son una especie de aguacates al principio que luego se transforman al explotar en auténticas pelotas de algodón del tamaño de un balón de balonmano. Lo llaman árbol de lanas o palo borracho, y tiene todo el tronco cubierto de enormes espinas. Nos cuentan que las usaban las ovejas para rascarse al pasar los rebaños. </div>
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Vuelvo a abrir la modesta bolsa. Esa mujer no me conoce de nada y me ha regalado vida... ¡Vida! Un árbol que ahora es solo una semillita negra muy pequeña y que luego alcanza hasta 5 metros. Ella no me conoce de nada y ya me ha hecho uno de los regalos más sencillos y más especiales de mi vida. Nos despedimos y nos dirigimos al coche, pero vuelve a hablarnos en la lejanía: "Si queréis plantarlo, volved. Os acompañaremos y lo plantaremos con vosotros". En el Polígono la vida se regala a aquellos que traen esperanza. Sin miramientos, sin rencores. Parece que por mucho que venga a traerles, a partir de ahora voy a ser yo el que se lleve mucho más.</div>
Miguelhttp://www.blogger.com/profile/03891278202014534435noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-8235860720258289356.post-68324775523108577572013-04-03T01:19:00.000+02:002013-04-03T01:19:33.734+02:00Puedo llegar hasta el final...Hoy es un día de vértigo. De esos que te hacen sentarte, pedir silencio y que te dejen solo un rato, que hoy en día y con esta vida que llevamos es un lujazo.<br />
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Cuando eliges un camino, lo eliges con todas las consecuencias. No sabes si estás dando el paso correcto o no, pero sabes que hubo un momento, un único momento crucial que te llevó a empezar a plantearte el salto.Con mi cuarto de siglo, me fui a un monasterio perdido de Burgos, y viví algo diferente. Y mira que ya creía que iba de vuelta de todo, que 'decano' son solo seis letras, las mismas que tiene 'novato'. Y pequé de ingenuo creyéndome que aquellos muros ya no podían decirme nada más. Y me creí que todo estaba ya escrito, que la redacción me había enseñado todo lo que necesitaba. Y qué equivocado estaba...<br />
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Un viernes intentando arreglar el mundo en aquel monasterio, me topé con mi propio dilema. Y entonces comenzaron a resquebrajarse las corazas que me impedían preguntarme por qué así, por qué seguir, por qué ese lugar y por cuánto tiempo... Y el mes posterior y el agosto solitario de Madrid me dieron la razón. Y un día de vuelta a Madrid, aquella penúltima vez en el tren, escribí para comunicar que abandonaba todo y que regresaba a Sevilla.<br />
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Y ahora me paro a pensar todo lo que no habría pasado en mi vida si no hubiese ido aquellos días a Burgos. A todas las personas importantes de mi vida que no conocería. Todos esos viajes a Granada que no existirían, esa familia que hubiesen sido solo conocidos. Aquellos primeros días de septiembre en los que formamos aquel grupo de whatsapp de tres que fue cambiando de nombre pero nunca de integrantes, y que resucitamos de vez en cuando para decirnos buenas noches: aquellas fiestas de derroche y desquite que tanta falta nos hacían, aquellos días de vino y rosas en los que teníamos demasiado que olvidar y muy pocas ganas de darle vueltas a la cabeza.<br />
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No habría vuelto de Madrid, y seguiría viviendo precario y triste viendo en lo marchito de mi rosal una alegoría cruel de mis días. Con lo que no habría podido decir que sí cuando me llamaron para enseñar a cantar a un grupo de niños en el Polígono Sur, ni habría tenido tiempo para ver a Juanjo cuando vino a vernos en enero y nos reunimos los de la Facultad. Sin aquella noche, nunca le hubiese hablado a Emilio del periodismo hiperlocal, y nunca hubiesen visto la luz Nervión al día ni Triana al día. Habríamos seguido con la desilusión y mirando las paredes blancas de nuestras casas. Nunca habría sentido la felicidad de ver como algo que habíamos creado entre amigos nacía y daba fruto, nunca habría podido embarcarme en un proyecto con esa gente a la que tanto quiero.<br />
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Sin aquellos días de Burgos, seguiría en Madrid. Triste, solo. Ahora la vida me ha dado demasiado y temo que si me despisto me lo arrebate. No pienso despistarme y jugármela. Lo hice todo a mi manera, como me salió del alma. Viajé y disfruté, no sé si más que otro cualquiera, y así, logré seguir a mi manera. Claro que lloré, y reí con fuerza, gané en mis decisiones y perdí cuando me la jugaron o no supe adelantarme. Dudé cuando me divertía porque, a veces, sabía que estaba forzando la máquina. Hasta el día que afronté lo que era y lo que quería: volver a la tierra, a mi gente, sin llorar ni fingir que era un paso fácil. Queda un duro camino, una dura batalla para que no me quiten lo que estoy ganando, algunas cosas realmente imprescindibles en mi vida, algunas personas sin las que ahora mismo sería mucho peor hombre. Sé que puedo llegar hasta el final, pero a mi manera...<br />
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<iframe allowfullscreen="" frameborder="0" height="315" src="http://www.youtube.com/embed/XYnPw3QLzdo" width="420"></iframe>Miguelhttp://www.blogger.com/profile/03891278202014534435noreply@blogger.com2tag:blogger.com,1999:blog-8235860720258289356.post-63727276164460341012013-04-01T00:49:00.002+02:002013-04-01T00:49:50.460+02:00Resucitar la Pasión<div class="separator" style="clear: both; text-align: center;">
<a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEgyiH6DFnM5pSHNFhxCTThgXVFki6w8k6u4-DTJuV9Xd5WjeUKwwNPxq_ZqW3M3VD_zeI7lOeVsddViDd2T24ELjvkBNepj07dFh2xAeWGmY7WIfRScxeXV02Fajm3SAyTEijsY-jQLG_z6/s1600/favores.jpg" imageanchor="1" style="clear: left; float: left; margin-bottom: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" height="320" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEgyiH6DFnM5pSHNFhxCTThgXVFki6w8k6u4-DTJuV9Xd5WjeUKwwNPxq_ZqW3M3VD_zeI7lOeVsddViDd2T24ELjvkBNepj07dFh2xAeWGmY7WIfRScxeXV02Fajm3SAyTEijsY-jQLG_z6/s320/favores.jpg" width="240" /></a></div>
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Disculpen mi ausencia por estos lares. Llevo unos meses intentando demostrarme a mi mismo que aquel regreso, aquel paso que dí en septiembre, no había sido un fracaso sino una inversión.</div>
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He regresado y es para hablar de una resurrección. No solo la de estas páginas virtuales, sino también la de una pasión, la mía por la Semana Grande de mi ciudad. Quizá haya sido la lluvia, quizá la apatía por un tiempo que nos hacía crear una y otra vez noticias de salidas de procesiones frustradas, quizá que necesitaba renovarme a mí mismo y ver la Semana Santa con una óptica diferente. Y por eso me monté en el coche de los Martínez Avecilla la tarde del Viernes Santo recién comenzados los Oficios: porque necesitaba saber que todo aquello podía volver, que podía sanarme de la indiferencia hacia algo que siempre me había hecho latir el corazón como un tambor.</div>
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Sevilla había amanecido lluviosa y me había dejado el mal sabor de boca de ver el ascua de luz macareno apagado bajo la lluvia, metiéndose a golpe de tambor por la puerta del templo que guarda la esencia de la belleza más luminosa de la ciudad, la Colegiata del Salvador. Tras una madrugá de vivencias hermosas, tradición que inauguramos el año pasado -da vértigo pensar todo lo que hemos vivido desde aquella noche de emociones de 2012-, me fui a la ciudad en la que últimamente vive mi paz, esa que a veces cuesta encontrar en Sevilla con tanto que hacer y tan pocas horas para dormir.</div>
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Y me instalé en la cama plegable, esa a la que me gusta volver porque significa que el trabajo me ha dado un respiro, o que yo mismo he dicho <i>Basta </i>a la rutina y he buscado un espacio y un tiempo para mí. Solo dos días y medio para curar el alma, para curar esa desgana hacia las canastillas doradas en el sueño barroco de una sevillanía que se resigna a desaparecer. Y conocí aquella tarde de Viernes Santo, de la mano de una familia que se ha portado como la mía propia, un nuevo punto de vista. Que ya me retó Marina Heredia hace unos meses: que decía que los sevillanos no salimos de las murallas hispalenses para conocer nada que no sea lo nuestro. Y acepté el reto.</div>
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Y me encontré de la mano de Quique y Jesús, en los palcos de Pasiegas, ante la entrada de la imponente catedral, ese recinto que por dentro me recuerda tanto al Salvador. Y vi pasar una a una cofradías modestas, sin cortejos milenarios en cuanto a nazarenos, cofradías que entraban con palabras evangelizadoras del arzobispo, que a veces en Sevilla se nos olvidan los motivos de convertir la ciudad en un Evangelio barroco de derroche y perfección.</div>
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Y allí me vi, emocionándome cuando el Cristo de los Favores se paraba en el centro de la plaza, recordándome tanto a aquella Hermandad de San Bernardo que la lluvia no había dejado salir a pasear por el barrio de los toreros. Y sentí aquella necesidad de perseguirlo, de no dejar de mirarlo, de acompañarlo junto a estos dos costaleros que llevan en sus espaldas la pasión de un pueblo entero.Y llegué al Realejo como el que acaba de subir la Cuesta del Rosario, esa cuesta que en Sevilla lo es y en Granada es una calle llana.Y sentí que en cada paso del crucificado por el Campo del Príncipe estaba la fuerza de todo lo que esto representa: la superación, el dolor que es ofrecido como precioso exvoto a los cielos, el sacrificio por un bien mayor, ser capaces llevando una carga de kilos en la espalda de hacer que se salten las lágrimas en un barrio castigado por sus pequeños dramas... Y en aquella cuesta estaban recogidos todos esos favores de la Humanidad, esa necesidad que tenemos de que intercedan por nosotros para lograr que nuestra vida sea menos sufriente. Y a mí se me olvidó pedir el mío, o esos tres de los que al final se cumplirá uno.</div>
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Al día siguiente creía que lo había visto todo, que ya había aprendido lo suficiente, y entonces Quique y Jesús se enfundaron el costal. Esa corona de espinas, de espinas de arrayán del Generalife para sacar por Granada a la Sultana, esa piedad antigua que desafía a los arquitectos de la historia al ganarle la partida a los arcos nazaríes de la Alhambra.Y entonces entendí que hay otra Semana Santa, y que vive en esos pies que asoman por debajo de los faldones. Y vi una procesión en familia que es una de las imágenes más angustiantes que he retengo en la memoria: tres cuadrillas de valientes subiendo las cuestas imposibles del Realejo en una batalla contra sus propios cuerpos, tres cuadrillas que desafían al espacio angosto del que vistieron los árabes la colina roja. Y entonces sentí que aquello era también mi estación de penitencia, la del silencio solitario viendo cómo sufren aquellos chavales que van debajo de un paso que se mueve como un reo que desafía a su prisión, como un ave malherida que se arrastra intentando vencer a la muerte. Y en aquella proeza que llegué a calificar de "salvajada inhumana" vi que todo cobraba sentido.</div>
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Y que la Semana Santa es esa preocupación por tus hermanos que te lleva al borde de las lágrimas, es ese esfuerzo inhumano, es el suspiro y el silencio en medio de la muchedumbre y de los turistas. La Semana Santa es ese costalero que le busca un bocadillo al hambriento aunque no le corresponda ni lleve el escudo de la hermandad en la chaqueta y no sepa ni siquiera su nombre, la Semana Santa es esa madre que sube la Alhambra aunque le falta el aire porque sabe que es el día grande de sus niños en lo alto de la colina, la Semana Santa es esa noche en la que se cumple aquello de "amar al prójimo como a ti mismo", con todas sus consecuencias, como si te fuera la vida en ello.</div>
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Y vuelvo a Sevilla descansado, con la resurrección de mi Pasión, esa que había perdido por el camino al olvidar lo que significa todo esto. Que esta semana es grande por todo eso, por poder compartir con alguien un camino, sea el que sea, sin importar si la talla que acompañas es buena o mala, si anda mejor o peor. Eso es, hermanos, lo de menos. Nos dijeron los cielos que Jesús lo hacía "todo nuevo", y yo este año necesitaba que lo hiciera una vez más, que obrara el milagro. Y por eso me mandó a dos ángeles custodios que me llevaron en volandas hasta San Cecilio, y luego hasta los aledaños del Palacio de Carlos V, para recordarme que no hay cruz más viva que la que se ve en las obras y no colgando del cuello. </div>
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Dejo en Granada una medalla. No por desprecio, sino para que mis 26 años continúen en las manos de otros, de aquellos que sabrán llenarla de historias nuevas, de nuevos triunfos y fracasos que la harán cada día más necesaria.Yo a cambio, le pido al Cristo de los Favores un solo deseo, que yo no necesito tres con la suerte que he tenido: No dejes que se me escapen esos ángeles custodios, los que van costal en mano por las calles del Realejo, o los que van de mantilla por el Domingo de Ramos, o esos que consiguen lograr con su música que este mundo parezca más humano. No dejes que aleje a los ángeles custodios que hacen que todo esto tenga sentido, y no dudes en recordarme lo que esta semana significa cuando vuelva a olvidárseme. Llevo grabada tu cuesta tortuosa en la retina, y a tus guías por la ciudad en el corazón. </div>
Miguelhttp://www.blogger.com/profile/03891278202014534435noreply@blogger.com1tag:blogger.com,1999:blog-8235860720258289356.post-20039246721128981272013-01-03T01:59:00.000+01:002013-01-03T01:59:07.683+01:00La historia de un nuevo comienzoAquella mañana del 30 de diciembre Marta y yo nos levantamos temprano. Cargados con kilos de ropa y con mucho sueño, en parte fruto de los nervios del viaje, llegamos a la estación de Plaza de Armas con tiempo de sobra. Volvía a Granada prácticamente dos semanas después, qué locura... El autobús nos deparó dos niños delante jugando con sus Nintendo DS con el volumen a tope todo el camino, lo que hizo imposible la siesta, pero nos mantuvo hablando todo el camino. Sobre lo que dejábamos atrás y lo que esperábamos encontrar.<br />
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Tres horas después llegábamos a aquella estación fría de Granada -"qué avanzadas que están las obras del tranvía, oye"- y nadie vino a recibirnos. Empezábamos bien. Hasta que llegó Anita con su coche recién estrenado y sus estreses fruto de ese miedo al volante que tengo yo de siempre. Era la primera vez que pasaba la cena de Nochevieja fuera de casa, y un poco de vértigo sí que daba. Al rato llegó Jose, que ha dejado de ser el pequeño de los Quesada para ser simplemente él, mi anfitrión, mi amigo. Llegó cojeando. Seguíamos mal. Cargadas las maletas, a Anita se le caló dos veces el coche por el camino. Más contratiempos. Nos habíamos repartido por las casas de los granaínos como una pequeña plaga que asiste a una convención imaginaria: Rafa con Quique y Jesús, Ana en casa de Lucho, Marta con Ana y yo en casa de Jose. Sin contar los que vendrían a su propio piso dos calles más arriba de nuestra casa: 'El niño' y sus amigos. Despliegue absoluto para unos días que prometían mucho, a pesar de los malos augurios de los primeros momentos.<br />
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A partir de ahí todo fue magia, como suele serlo últimamente. La subida a San Miguel Alto y la foto contemplando las vistas -que te digan "muchas gracias" y contestar tú "thank you" tras hacer la foto-, el orgullo de hermano de Jose que tiene colgado en su cuarto el proyecto de Emi para el templo universitario, el cartel y la foto que me daban la bienvenida sobre su escritorio. ¡Y qué momentos, madre mía! Caminar con Pablo del brazo porque las calles mojadas de Granada y mis zapatos con suela de material convertían las calles en una pista de patinaje, Ana y Marta cambiándose una y otra vez de vestido antes de la cena y viniendo a preguntar -como es ya tradición casi-, el desayuno en esa casa que con permiso de Jose voy a nombrar como "nuestra casa", subir el Albaicín con Quique demostrándome que puede ser un guía excepcional, el lomo con orejones que se transformó en petróleo fusionado con alquitrán tras diez minutos de olla exprés y achicharrarme la mano con el aceite... Las risas cocinando que convirtieron en un éxito la cena de Nochevieja desde las seis de la tarde -convivir contigo estos días ha sido como compartir las vivencias de 20 espinos-, la comida en casa de Ana -prodigiosa tortilla al horno- y descubrir que no tenemos ni idea de vinos, la mujer del Covirán que nos vendió seis kilos de uvas diciendo que eso era para cuatro personas, el calendario sexy de la rubia en 2005 y llamar Enrique a su padre...<br />
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Y las miradas, siempre tan importantes, las miradas que lo dicen todo, las estampas que parecen hechas para reflejar la ternura. Los cuatro viendo la tele abrazaditos el día 1 por la noche, como si fuera lo que hacemos cada noche, como si aquello no fuera excepcional -y estar tan cómodos aunque nos costara coger la postura-. Y una frase de Jose, de esas que parece que a él le salen mejor que a nadie, que vaya piquito tiene el niño, cuando decíamos que no estábamos cenando en familia y el respondió: "Yo estoy cenando con mi familia". Empezar a echarnos de menos antes de habernos ido, Ricardo y ese brindis por la noche en el que se abrió como un libro para demostrarnos que el que guarda silencio no significa que no tenga nada que decir. El brindis posterior a las uvas -Ana atragantándose en la décima uva y haciéndonos reír a carcajadas- en el que acabamos derramando una lágrima más de uno. Las risas en la mesa de la gran cena intentando no desvelar la historia de la carne con chapapote hasta que las niñas se la hubieran comido.<br />
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El café en Las niñas y esa pareja entrañable que son Ana y Lucho a los que quiero a morir -"Qué risas, ¿no?"-. Comer de sobras el día uno y olvidarnos de lo malo, porque este 2013 tiene que ser infinitamente mejor que ese 2012 que se marcha y que nos deja dudas, inquietudes, paranoias, incertidumbres laborales, viajes de ida y vuelta, regresos a casa, desamores... Pero que también nos deja reencuentros, viajes de locura, música, muchos abrazos que ahora han pasado a ser besos, nuevas caras que nos hacen sonreír, lazos forjados a contracorriente, confesiones y momentos de confianza y muchos recuerdos. 2013 nos abre la puerta de un año en el que tenemos que ser felices, porque nos lo merecemos. Un año comenzado en Granada, en familia, con todo lo bueno y lo malo que pueda traer consigo. La nostalgia maldita ya está aquí, y más después de haber visto que Jose me ha mandado con cariño en mi mochila el cartel con el que me dio la bienvenida el primer día.<br />
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Puede que no haya cenado en mi casa de Sevilla en Nochevieja, ni haya estado sentado a la mesa con mi familia de sangre. Pero tengo claro que comencé el 2013 cenando en familia, y que luego seguí bebiendo en familia, y riendo en familia en "nuestra casa", la que Jose ha compartido conmigo estos días, y en la que me he sentido uno más -ya me sé hasta donde están las cosas en la cocina-. Cada comida en casa, cada agobio entre pucheros, cada plato fregado, cada rato en torno al brasero, han sido momentos en familia. Han sido días para asumir que esto no tiene nada que ver con nada que hayamos vivido antes a nivel espinero.<br />
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Por eso cuando nos hemos montado en el autobús, o quizá antes, cuando ha comenzado el rosario de despedidas desde San Juan de Dios al andén, hemos sentido mucho agradecimiento pero también rabia. Rabia por el hecho de que no vivamos más cerquita, rabia por no poder bajar la calle y encontrarnos, rabia familiar, supongo. Montarte en el autobús y saber que no puedes garantizar no soltar una lágrima si miras a los que se quedan en el andén...<br />
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Creo que Sevilla ha hecho un esfuerzo para ir a Granada, eso no lo niego, a compartir la apertura de un nuevo año que va a ser increíble. Pero hay que dar gracias y una y otra vez, hasta que duela, porque da igual que no pasemos nuestro mejor momento, da igual que a veces nos sintamos solos, que nos agobie la vida, que no creamos en nosotros, que pensemos que este año va a ser igual que el anterior... Dan igual las frases de los sobres de azúcar que nos dan ganas de suicidarnos o esos dos minutos de tensión en San Juan de Dios en los que apareció la violencia, dan igual los momentos de bajón que nos llevan al lado oscuro, dan igual las quemaduras en la mano, los cortes en el dedo y las lesiones en el pie; porque todo eso no es nada comparado con esta experiencia maravillosa que sin duda es fruto del que está allí arriba. Y creo que aquí también vale aquello de "lo que Dios ha unido, que no lo separe el hombre". <b>No nos separemos, que lo que tenemos entre Granada y Sevilla me hace demasiado feliz como para perderlo.</b><br />
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Y en el bus de vuelta, entre lágrima reprimida y lágrima reprimida, he querido despedirme de la única forma que sé: la cursi pero sincera, la mía.<b><i> "Nos llevaron al Espino diciéndonos que haríamos amigos que durarían una semana y nosotros decidimos traernos una familia"</i></b>. Ahí queda, hermanos, muchas gracias y os quiero más de lo que lo que soy capaz de expresar. ¡Hasta pronto!Miguelhttp://www.blogger.com/profile/03891278202014534435noreply@blogger.com3tag:blogger.com,1999:blog-8235860720258289356.post-53674082179981184002012-12-17T01:11:00.001+01:002012-12-18T01:15:21.660+01:00Carta a mis granaínos<div style="text-align: right;">
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<a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEhbhSp44WQWD9G6j_ZkiH8eLAuthwHp8NwK05h1Pde1LUAtqHs9_7wScsYb8I26ocmqpINcufclfp_NKbGxTbZ3p4_somPcZGNi-ECr3aeOCXY42df4E8zdEILwIqa-O4pxGxghuYG0EW-k/s1600/DSC_0390.jpg" imageanchor="1" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" height="265" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEhbhSp44WQWD9G6j_ZkiH8eLAuthwHp8NwK05h1Pde1LUAtqHs9_7wScsYb8I26ocmqpINcufclfp_NKbGxTbZ3p4_somPcZGNi-ECr3aeOCXY42df4E8zdEILwIqa-O4pxGxghuYG0EW-k/s400/DSC_0390.jpg" width="400" /></a></div>
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<i>17 de diciembre de 2012, Sevilla</i></div>
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Hermanos:</div>
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Se acabó otro viaje, y ya os escribo desde mi Sevilla, esa tierra que gracias a Dios es también vuestra casa desde hace unos meses, aunque pienso que lo ha sido siempre.</div>
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Acabó la aventura, esta vez con excusa laboral y en solitario. Se acabó vivir en la gloria granaína, que tiene sus matices respecto a mi gloria sevillana. Os escribo mientras escucho la <a href="http://www.youtube.com/watch?v=neaJDrTbpaY" target="_blank">marcha <i>Hosanna in excelsis</i></a> que me descubrió Quique hace unas semanas, porque pienso que es la música con la que mejor puedo escribir estas líneas. </div>
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Lo primero que quiero deciros es que conforme avanzan nuestras visitas lo extraordinario ha dejado de atraerme. Entended lo extraordinario como aquello de visitar monumentos, lo de ir de tapas a sitios nuevos, la actividad cultural... Después de subir tantas veces a la Alhambra -ese palacio que nunca se ha visto demasiadas veces-, he empezado a creer que no necesito eso. Que me vale con compartir una siesta, con comer en familia en casa, con echaros una mano sirviendo una cena a 300 desconocidos... Y que no me importa irme con vosotros de convivencia si hace falta, ni estar presente en vuestros grupos, ni ayudaros a coger ideas para una catequesis. Que no me cuesta trabajo acompañaros a comprar lo que haga falta, ni ayudaros en una prueba de la gymkhana, ni me importa levantarme a las ocho de la mañana un domingo. Porque lo realmente extraordinario es que no me siento un forastero, que este fin de semana me he sentido uno más. Que no ha hecho falta que estuviérais pendientes de mí, porque ya no soy un invitado. Que ya no soy un extraño. O al menos así me siento yo.</div>
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Este fin de semana ha sido como estar dentro de vuestro circuito, dentro de vuestras vidas reales, y no de esas vidas excepcionales y en cierto modo protocolarias de cuando íbamos de visita. Este fin de semana ha sido en familia, olvidándonos de lo turístico, de lo curioso, de lo excepcionalmente cortés. Hemos sido como somos, como somos cada día, y nos ha ido más que bien.</div>
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<b>Quique</b>, gracias por darme un techo, una cama en tu cuarto, a pesar de que creí que llegaba en el peor momento posible. Ana me dijo una de las frases más bonitas que me han dicho en mis 26 años de vida y entendí que estaba allí por algo, aunque yo no fuera consciente. No desesperes, hermano. La vida nos da mazazos inexplicables de vez en cuando, no sé si para darnos un toque de atención o para probar nuestra fuerza. Tú tienes más que suficiente, Rafa y yo no nos cansamos de decirte que creemos en ti, y es porque lo sentimos de verdad. Cada vez que se te plantea un reto, saber salir de él. Y con esto no va a ser diferente. Como decía más arriba, da igual las charlas que queden pendientes, porque esto ha dejado de ser extraordinario. Cuando hay sueño, hay que dormir, y cuando hay que estar montando una convivencia o estudiando, es porque es lo que hay que hacer. No se para el mundo porque yo vaya. Y en eso consiste también convivir en familia, como me he sentido este fin de semana. Tampoco yo quise apartarte de mi vida normal, y por eso quería llevarte conmigo al Albaicín a que me vieras en acción, en parte para que entendieras que mi trabajo es más hermoso de lo que se pueda imaginar, y porque quería compartir contigo un momento mágico que acabaron siendo dos horas únicas. Y creo que lo conseguimos. Sigue adelante Quique, con esas ganas que le pones a todo lo que haces, sin perder la sonrisa. Sigo creyendo en ti, quizá cada vez más. Dale duro, que puedes. Palabra de decano.</div>
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A ti <b>Jose</b>, sobre todo tengo que decirte que me gusta tu alegría, esa nueva y que para mi es más de verdad. No la de la eterna sonrisa que esconde más de lo que enseña, sino la que me muestra momentos mejores y peores. Que todos somos humanos y tenemos días mejores y peores, que todos estamos cansados en algún momento y tenemos ganas de apuñalar en otros. Que la vida es así. No te dejes llevar por los que cargan todo el peso de los Reden a tus espaldas. Claro que los coordinadores estamos ahí para sacar las ruedas del carro del barro, para intentar arreglar lo que nadie tiene tiempo para arreglar, pero no puedes cargar con todo eso. La vida es la vida, y va mucho más allá de los muros del despacho. Sigue con ese entusiasmo voraz, pero delega también. Muchas veces es mejor enseñar a los demás a superar los momentos de crisis solos, aunque tú estés siempre pendiente por si se les va de las manos. Delega, reparte, quítate peso, pero no pierdas esa iniciativa que te hace único.</div>
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Aunque me has dado por saco, porque sabes que lo das, porque es parte de tu encanto, creo que tienes un lado que no había descubierto aún, <b>Jesús</b>. Has sido mi anfitrión y, a pesar de que tu hermano te gana en responsabilidad y te lleva la ventaja de lo que he vivido con él, te estás ganando un hueco en el corazón del decanito. Eso seguro. Igual que <b>Ricardo</b>, que yo soy el decano de nombre y poco más, que no hace falta que me hagas la pelota, miarma. Que no hace falta. Que ya me tienes ganao, y no hace falta que te sigas esforzando, aunque sé que te sale solo.</div>
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<b>Rubia</b>, solo dos fotos, pero para mí valen un mundo. En serio. Me has dicho que he sido uno más, y hoy en el autobús de vuelta creo que lo he comprendido del todo. He vivido lo mismo que vosotros, y cómo has dicho, no ha hecho falta vigilarme. Que ya somos mayorcitos para saber que la vida sigue aunque alguien venga de viaje. Yo he trabajado y tú también, y la vida es así. Un cúmulo de obligaciones entre las que asoman momentos de verdadera ilusión y recuerdos.Y eso ha sido este fin de semana. No hay más. Y por eso ha sido nada extraordinario y totalmente extraordinario al mismo tiempo. Que me habéis abierto las puertas, las ventanas y todo lo que ha hecho falta. Escaleras arriba y abajo cargados de platos, esperando niños en la plaza de la catedral o comiendo con ancianitos -y recibiendo un bofetón de realidad, como dice Jose- como uno más. </div>
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Y a los demás, qué deciros. Que aunque <b>Pablo </b>sea el fucker virtual del santuario, sigue teniendo la sonrisa y la ilusión de un niño siempre presente. No la pierdas nunca, porque a cualquiera le devuelves la vida con ella. Y <b>Ángel</b>, que no te creas que tengo las respuestas a las preguntas difíciles, que como le he dicho a Ricardo, lo de decano es más por edad que por otra cosa. Tú te vales más que solo para conseguir lo que quieras, y lo has demostrado esta tarde misma. Sigo riéndome lo mismo contigo, y eso es algo que no estoy dispuesto a perder ni sacrificar.</div>
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Y después de esta parrafada infernal, y quizá creáis que innecesaria, deciros que perdonad si algunas veces he sido más un estorbo que una ayuda. Que sé que he ido en el peor de los fines de semana posibles, pero que creo que todo ha salido más que bien. Aunque esté completamente reventado y os escriba esto entre bostezos. Y deciros de nuevo gracias mil veces, que me habéis dejado compartir vuestra vida, la de verdad. La de las obligaciones y los follones, la de los estudios y los trabajos. La vida real. Y cuando uno se siente uno más es la mejor señal posible, porque significa que ha dejado de ser excepcional para ser cotidiano.</div>
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Gracias por convertir un improvisado viaje de trabajo en una estancia en familia. Para lo que queráis, en Sevilla tenéis vuestra casa, ya lo sabéis. Ya os echo de menos, y solo acabo de irme. </div>
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Hasta pronto y cuidaros mucho!</div>
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Miguelito</div>
Miguelhttp://www.blogger.com/profile/03891278202014534435noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-8235860720258289356.post-50041082970253993722012-12-03T13:35:00.001+01:002012-12-03T13:35:35.830+01:00Contradiciendo a la burbujaNos hemos llevado años adoctrinando a nuestros niños: "Cuando vayáis al Espino, no os emocionéis. Aquello es una burbuja, una situación irreal. Al regresar a vuestras ciudades de origen las amistades que parecían eternas y lo allí vivido se quedará con toda probabilidad entre los muros del monasterio". Y una vez alcanzado el decanato, cuando era lógico pensar que la profecía se cumpliría de nuevo, llega la sorpresa.<br />
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Esta historia comienza hace tres semanas. El regreso de Valencia con una espinita clavada, sin tiempo a recuperarnos, nos llevó en volandas a un nuevo proyecto. El más ambicioso, el más agotador de los que los chicos del coro se habían planteado hasta ahora. ¿Quién dijo que los cuentos eran tarea fácil? Pudimos soñar que podíamos respirar bajo el mar o imaginar que el simple hecho de poner la mesa podía convertirse en una gran cabalgata de derroche imaginativo. Pero no fue sencillo. Semanas ensayando día tras día, a pesar de que el flautista de Hamelín nos intentaba llevar siempre por buen camino y la hormiga reina trabajaba incansable cuadrando horarios y haciendo cuadrantes para que la enorme tela del concierto se fuera tejiendo poco a poco. Semanas en las que, poco a poco, como siempre pasa en estas cosas, nos fuimos transformando hasta convertirnos en "alguien que solíamos conocer". Que entre bambalinas, muchas veces, hay que callar y morderse la lengua, que la procesión, aunque hermosa, siempre va por dentro.<br />
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Pedíamos al reloj que detuviese su camino mientras los cocos marcaban el tic tac y nos acercaban al viernes del estreno, y cada vez veíamos más claro que la tortuga, ese lastre de la complejidad de las corales y de los disfraces, podía ganar a la liebre, esa desesperanza fanfarrona que se cernía sobre nosotros. Hasta que llegó 'El ciclo de la vida'. Y luego el concierto se fue deshaciendo, poco a poco, marchándose las tensiones, reforzándose los lazos ante un público entusiasmado, que se emocionó hasta al ver salir las servilletas dando saltitos en fila en 'Qué festín'. Y luego solo quedó la emoción, el derroche, la alegría, para terminar diciéndonos a nosotros mismos en aquel final de los Payasos de la tele que lo que acabábamos de hacer era "magistral y sensacional".<br />
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Y, volviendo a la burbuja, en la platea, sobre la moqueta (porque eso también lo hemos aprendido en el reino burgalés de la burbuja), estaban los que habían hecho kilómetros para venir a ver nuestro regalo solidario. Bien fuera desde Madrid o desde Graná, nos honraron con su presencia, a pesar de que los focos nos impidieron cantarles a la cara, ya que solo veíamos una espesa nube de cabecitas. Y después del éxito, nos tocó darles las gracias. Cada uno con los suyos, acogidos en nuestras propias casa, como familias que por unos días tienen un hermano más o, en el caso de Rafa, familia supernumerosa.<br />
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Nos tocaba devolverles la entrega, devolverles la ilusión que nos habían dado, los ánimos minutos antes de comenzar el concierto. Y volvimos a las charlas paseando por el centro, algunas postergadas durante meses y más que necesarias, a mirar a los ojos al Gran Poder, a la paz tras las puyas hirientes del proceso de construcción del concierto, volvimos a las noches de risas y nos unimos ante la adversidad (30 personas buscando un bolso robado hasta encontrarlo bajo un coche).<br />
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¿Momentos? Todos los del mundo. La vista hermosa desde el mirador de las Setas de la Encarnación, la vuelta a casa andando con los gritos de 'Decano' resonando por la calle San Fernando, los cigarritos que calientan la noche fría de la Calle Betis, el maratón de vídeos rumbo a Triana, las luces de Navidad, la historia del cinturón imperdible de Ile de France, la Catedral haciéndonos la cobra cuando intentábamos entrar, las 27 tapas de solomillo en la Tabernita, las buenas noches con nuevas voces en cada una de nuestras casas, los sandwiches en la cripta después del subidón, los abrazos del adiós...<br />
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¿Quién nos contó lo de la burbuja? ¿Quién nos hizo creer que aquello era inevitable? Hemos roto la maldición: no podemos vivir sin la burbuja, y por eso nos hemos propuesto mantenerla, haciéndola de cristal transparente para que no se rompa. Y a golpe de visita de este a oeste y de oeste a este, poco a poco vamos consagrando lo impredecible. Que Si tienes fe, puedes pegarle una patada a la desesperanza, que al fin y al cabo, 'Nostalgia' lleva dentro la palabra 'regreso', y eso solo puede significar que la mejor despedida es un 'Hasta luego'.<br />
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Creo que después de esta visita, de este fin de semana de concierto solidario en plan boda gitana -tres días de celebración-, nos queda sobre todo, algo más de concordia. Concordia por las conversaciones que tardaron meses en llegar y que al final han puesto los temas importantes sobre la mesa, concordia por la eterna promesa de venir a Sevilla que al final se cumple, concordia por haber escuchado al corazón pero también a la razón. Concordia porque estos momentos te hacen más fuerte, porque te llevan hasta los límites de la cordura para probar lo fuerte que eres. No puedes permitir que te ganen la partida. Parece que una vez más lo hemos superado, y el llevar nuestros cuerpos y mentes hasta el límite ha dado un fruto de 3.700 semillas de esperanza.<br />
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Hoy nos queda el vacío, la morriña y la vuelta a la realidad. Esa en la que los cuentos vienen en blanco y negro y se venden en los quioscos, en la que los finales felices hace tiempo ya que pasaron casi a mejor vida. La realidad en la que los malos no se transforman con la fe, sino que siguen martilleando al que tiene ilusión. Que la ilusión no cotiza en bolsa ni vende en las televisiones. Pero que nos quiten los sueños, que eso sí que no pueden. Ya lo decía Chema en el concierto. Que los cuentos no viven en nuestros viejos libros, ni están hechos de papel y tinta, que los cuentos no se pueden destruir si seguimos creyendo en ellos y nos aferramos a la esperanza. Porque los cuentos, sean de los hermanos Grimm o nuestros propios sueños, viven en ti. Y eso es algo que ni la bestia más despiadada puede arrebatarte.Miguelhttp://www.blogger.com/profile/03891278202014534435noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-8235860720258289356.post-14625083383636927242012-10-29T17:11:00.002+01:002012-10-29T17:11:20.973+01:00Granada tags<div class="separator" style="clear: both; text-align: center;">
<a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEgRXEMZbXYRQrKh35c__tXe1j2M3Zree83tvBSl2kTtZveKKpTwlPVT4fGoaVilFEzqqTbJJIwaPyP1WqQ6e78TJsJ0Vq6Aofht7hh8i50Wqzm4SPNEBgPNjkHnjCG5iPcGBiuWtyFIBBIr/s1600/granadeo.JPG" imageanchor="1" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" height="400" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEgRXEMZbXYRQrKh35c__tXe1j2M3Zree83tvBSl2kTtZveKKpTwlPVT4fGoaVilFEzqqTbJJIwaPyP1WqQ6e78TJsJ0Vq6Aofht7hh8i50Wqzm4SPNEBgPNjkHnjCG5iPcGBiuWtyFIBBIr/s400/granadeo.JPG" width="300" /></a></div>
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Muchas veces, cuando vuelvo de un viaje, y más si es tan intenso como este último, con pocos momentos para coger aire y pensar, se me vienen a la cabeza ideas en forma de tags de blog. Como temas o frases que dicen más solo dando pinceladas que exponiéndolos, como si estuviera mejor así. Ideas que pasan por mi mente, y que prefieren quedarse solo como un bombardeo doloroso y festivo de aspectos concretos. Esta es la nube de tags de este viaje.<br />
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El café antes de salir bebido en dos buches. La historia del triángulo y el paso hacia la caja china. El sol reflejándose sobre la nieve en la sierra. Los postigos de madera en las ventanas del santuario. El Paseo de los Tristes bajo el agobiante cielo espeso de nubes. El qué dirán. Los diez cigarrillos buscados en la puerta de la taberna y el porqué de la grandeza de la música de Mozart. Los gin tonics de media tarde. El pacto de no-agresión y la tregua firmada con un apretón de manos. La llovizna al bajarse del coche.<br />
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La sonrisa de los voluntarios al rememorar lo que han cambiado sus vidas. El móvil rugiendo de tanto tuitear. El #EncuentroVoluntarios. "¿Dónde coño duerme Marta?". Las medias noches preparadas a las siete de la mañana para que estuvieran tiernas. El hombre de la tarta que nos deja a Quique y a mí con las ganas. Las lágrimas en la capilla. La botella con un mensaje dentro.<br />
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La luna reflejada en los cristales del santuario al rozar la medianoche. El abrazo. La inseguridad y las siete horas de sueño que nos mantuvieron vivos todo el fin de semana. La escalera de madrugada que guarda el secreto. Bailar salsa. Los mensajes que no vinieron en una botella. Las risas en las presentaciones. La paellera que no cabía por la puerta y la cola para disfrutar de la barbacoa. La presidenta y la otra presidenta.<br />
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Las dos tartas heladas y el número 23. Ver cómo el más echao palante se pone colorao cuando le cantan el 'Cumpleaños Feliz'. El pasado y el presente. El pregonero joven de la Semana Santa y el paseo con Fidel y Loreto hasta Plaza Nueva. El compromiso y el vértigo de ver que no hay marcha atrás. "Enamorado de la moda juvenil". El encargo del obituario que llega durante la cena. La mala cara al despertar.<br />
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La desconfianza. Las conversaciones que sustituyen a las siestas por muy cansados que estemos. La vista hermosa de las cubiertas del santuario que hasta duele. Instagram. La canción en francés en el coche de vuelta. La rueda que vuelve a poner el contador a cero y que provoca que el ciclo vuelva a empezar. La conversación inesperada en el baño que pasa de una frase a 20 minutos. AS y esa nueva visión de la vida.<br />
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Compartir y sentirte parte del proyecto. La gente que pasados cinco años en silencio se convierten en una buena compañía de nuevo. La terraza de Los Jerónimos y los vellos de punta por el frío. La luz de tus ojos y tu voz que hipnotiza cuando susurras. Kaliche para todos. Cantar con la garganta destrozada. La foto-lluvia en el photocall de Galería. El sueño y la extenuación. Comprender que no hay que criticar tanto a la luz del mundo, sino empezar a meterle combustible a tu candil para empezar a dar luz tú también. Decir 'Nosotros' en lugar de 'Yo'. Cuestionar la altura de la catedral. Las estampas del Gran Poder que fueron de viaje conmigo y no volvieron.<br />
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La confianza como pilar fundamental para sentirte vivo y útil. Ser menos tajante. El frío. Los ronquidos y dormir con 'los vocales' en el cuarto. El cuaderno del Espino con mi nombre con la cubierta llena de mierda de tanto llevarlo de un lado a otro. El jardín chill-out. El americano borracho que nos suspira en la cara al pasar. La sede del Granada Hoy cerrada. La llamada a la puerta a las seis de la mañana. La melancolía del regreso. La mirada como herramienta certera de lectura del alma. Cuidar del niño.. y de la niña. Estrella de Galicia en la tierra de la dulce Alhambra. La amistad. La incomprensión. El hombro listo para ser usado. La llave y las correcciones de Shakespeare.<br />
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Granada. El reencuentro. La fachada y los cimientos. La tormenta. Las gracias al cielo por haber puesto a ciertas personas en mi camino. La paz y la inquietud. La vida. Y el último abrazo preguntando cuándo será la próxima visita. El abrazo colectivo. Y la esperanza.Miguelhttp://www.blogger.com/profile/03891278202014534435noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-8235860720258289356.post-22196708094746131572012-10-16T13:18:00.002+02:002012-10-16T13:18:41.936+02:00El bofetón de realidad de Valencia<div class="separator" style="clear: both; text-align: center;">
<a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEgc9sx_HCMHK7gkRgo5j6aM7oxeUd30elnZw4k8j30i9CIPF1eTtYVwJEfZOswAQACfAEKD8nvJJdUBi5Hpb55JTI_sVjmc7kgkcDZlR14q9PkxMuJYS4q86AFfC6z5aSaQnv49AgYpPvx9/s1600/cartel+valencia.gif" imageanchor="1" style="clear: right; float: right; margin-bottom: 1em; margin-left: 1em;"><img border="0" height="320" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEgc9sx_HCMHK7gkRgo5j6aM7oxeUd30elnZw4k8j30i9CIPF1eTtYVwJEfZOswAQACfAEKD8nvJJdUBi5Hpb55JTI_sVjmc7kgkcDZlR14q9PkxMuJYS4q86AFfC6z5aSaQnv49AgYpPvx9/s320/cartel+valencia.gif" width="226" /></a></div>
¿Para qué estamos aquí? ¿A dónde nos llevan los caprichosos bandazos de la vida? Quizá demasiada retórica para un día de resaca de cansancio posconcierto. Acabamos de volver de Valencia, los del coro de siempre, Sevilla28. Y creo que nunca me imaginé que este concierto, después de todos los que llevamos, fuera a ser el más especial.<br />
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Nazaret es un barrio de esos que nadie quiere ver. Oculto, pasando el último puente del Turia, en una zona de terrenos bajos y rodeado por huertas que un día fueron el esplendor comercial de la zona, se muestra como una especie de suburbio con poco que ver con la cercana Avenida del Puerto o la Ciudad de las Artes y las Ciencias. En el centro de este barrio, una parroquia que lleva el nombre de la patrona de la ciudad, pero también el de una advocación que refleja muy bien a los habitantes de la zona: los Desamparados.<br />
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Llegamos allí con nuestros instrumentos, con las ganas de hacer lo que mejor sabemos hacer y, por qué no decirlo, con un poco de nudo en el estómago por lo que nos podíamos encontrar allí. Los preparativos fueron bien, adaptando el concierto al nuevo escenario, ensayos sin parar, preparación del vestuario en la "trastienda" de un colegio y retoques a la distribución para que entrásemos todos en un escenario que para 14 personas siempre se hace pequeño. Valencia, encabezada por Matute, Víctor y los postulantes, había dado todo lo que podían dar -y más aún- para que Sevilla28 fuera allí. Ya solo con entrar en los pisos donde íbamos a dormir nos dimos cuenta que aquello era algo más serio de lo que pensábamos. Habitaciones más que de hotel para nosotros, que no éramos nadie... Pagadas por una parroquia más que modesta, que nos ha tratado como reyes solo porque vamos a actuar a su barrio.<br />
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Valencia me ha tocado, creo que nos ha tocado a todos, en el fondo de nuestro ser. El bofetón de realidad ha sido tremendo, y creo que nos hemos dado cuenta de que el coro es más que música, más que el dinero que recaude -algo que aquí no importaba-, que es evangelización, que es fe viva, una muestra de lo mejor de nosotros sobre un escenario. El concierto de Valencia ha sido leer el entusiasmo de un barrio en los ojos de la gente a la que la crisis ha azotado con más fiereza, gente excluída por designio social y por castigo. Y ese entusiasmo vale más que cualquier riqueza tangible del mundo. En cierto modo, como decía San Agustín, hemos predicado con la música, una música más sencilla, muy lejos de esa música de las esferas planetarias que suponía para el Padre de la Iglesia una celestial muestra de la grandeza y la perfección de la creación.<br />
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Volvemos tocados, tocados por una música que no entiende de pentagramas, la de las risas sinceras de aquellos que en un concierto de 14 sevillanos ven un motivo para sonreír cuando todo te induce a llorar. Creo que en Valencia hemos sido misioneros, sin creernos nada, nos hemos demostrado a nosotros mismos que en las periferias de nuestras ciudades está la gente que más necesita un soplo de aliento. Y en la periferia valenciana, allí donde Víctor y Manolo tienen su campo de acción, entre prostitutas e inmigrantes, con el mundo de la droga cerniendo su oscura sombra sobre las calles del barrio, creo que hemos visto a Dios entre los muros de un colegio. Y nos ha cogido por los hombros para zarandearnos y despertarnos, para decirnos que Sevilla28 es un estandarte, pero sobre todo un sentimiento, una fórmula para sacar lo mejor de nosotros y que eso no se nos puede olvidar.<br />
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Hay que darle gracias al coro pero, las gracias que nunca dejaremos de dar son para Valencia, para aquellos que nos acogieron en su casa y nos hicieron darnos cuenta, bofetón de por medio, de que cuando ponemos toda la carne en el asador, podemos lograr grandes cosas. Que las cosas importantes no se cuentan por fajos de billetes ni por aplausos, sino por gestos. Una sonrisa de aquel que hace meses que no sonríe es el mejor logro de este coro, de este grupo de chavales acomodados que han jugado a ser misioneros un fin de semana. Que los verdaderos misioneros se quedan allí, en la plaza de Nazaret, en la casa de acogida para presos de La Punta, en el colegio en el que nosotros actuamos... Con este concierto nos llevamos un pellizco en el corazón, lo más importante sin duda. Y una conclusión, que me hizo ver Carlitos Galán esta mañana: "Que cada uno con lo que ha recibido se ponga al servicio de los demás...".Miguelhttp://www.blogger.com/profile/03891278202014534435noreply@blogger.com0