El rosal de mi casa muere. Agoniza lentamente por culpa de una araña que no sé por dónde entró, pero que se ha colado en mi terraza y ha hecho que el rosal se haya quedado solo en los troncos, en las ramas desnudas cubiertas de telarañas.
Supongo que es solo una metáfora de este agosto. Este agosto en el que me he quedado seco, ya no sé de qué escribir ni se me ocurren nuevos temas que sacar a la luz. No me lo puedo permitir. Por eso he quitado las hojas y las telarañas del rosal y he recogido los escombros de su antigua vida. Y ahora trabajaré, seguiré regando esta oportunidad para que vuelva a florecer, para renovar mi creatividad y demostrar que puedo ir hacia arriba hasta diciembre. Es el momento. Mañana ya veremos que sucede, pero el camino es limpiar para volver a empezar. Quien se rinde, nunca gana.
No hay comentarios:
Publicar un comentario