lunes, 22 de septiembre de 2014

Donde se mueve la vida

Hay lugares en los que es más fácil ser feliz. Hay lugares en los que los minutos pasan más despacio y la vida, esa que nos atormenta en el día a día con sus baches y obstáculos, se vuelve clemente contigo. Hay lugares en los que la vida se mueve sin tú darte cuenta y te sana las heridas.

Granada es un lugar para recuperar el aliento. Peregrinar a esa ciudad en la que todo es más fácil se ha convertido más en una necesidad que en un deseo. Allí se puede pensar más claramente, se puede tocar el futuro con los dedos.

Tras unas semanas de tormenta, de desgarro emocional y de nuevos caminos abiertos por sorpresa, Granada es un lugar en el que es más fácil compartir y decidir. Granada es una ciudad a la que hay que preguntar cuando soplan vientos de cambio, porque sabe responderte sin ese amor ciego y egoísta que tiene Sevilla. Mientras el Guadalquivir quiere atraparte y convencerte de que no hay mejores orillas que las suyas, el Darro te deja sentir de nuevo, te deja decidir por ti mismo.

Granada es la paradoja de los jardines del Generalife. GeneraLIFE, genera vida. La vida que no te ha sido impuesta, la vida que no viene sola ni se ocupa solo del papeleo del trabajo, sino la vida que fluye como un manantial, como una fuente nazarí y te deja que la elijas o no, que tomes un camino u otro. La vida que no se enfada si no eres valiente, porque el surtidor sigue corriendo y habrá otra oportunidad de beber de él. Granada genera vida, y quizá por aquello lloraba tanto Boabdil mirando lo que dejaba atrás. No llores como mujer, llora como hombre. Como aquel que sabe que cada vez que se pisa el suelo de Granada, la vida se torna más hermosa y no vuelves igual que fuiste.

Mucho ha cambiado todo desde aquella primera vez, hace ya tantos años... Granada es más familiar, es más mía, más tuya, más nuestra. Granada es una tarta de cumpleaños en un patio, son las seis de la mañana en el reloj y la charla que no quieres que termine, Granada es la noche buscando un cajero y la comida en familia postiza que te acoge sin pensar que seas postizo. Granada es la demostración de que en lo sencillo reside la respuesta a lo complejo, el azulejo y la yesería donde los árabes grabaron hace tiempo el sentido de la vida para que, un milenio después, tú halles la respuesta.

Granada es volver a volver, pero no a las tormentas ni a las borracheras para olvidar, sino a aquellas que quieres recordar siempre, las risas que vuelven más fáciles, unir lo mejor de Sevilla y lo mejor de Granada bajo ese mismo cielo que huele a sierra y a incienso, a azúcar tostado y a vino blanco. Granada no es el destino, es el camino. El camino que pasa por una nueva discusión en la barra de un bar, pero que esta vez no te deja el corazón lleno de odio, sino de una lección nueva que llevas contigo, para poder subir el porcentaje de ti mismo. Que si somos solo un 30% de lo que podemos ser, Granada nos da el aliento para que sigamos creciendo.

Fui a veros porque las decisiones importantes tienen irremediablemente que pasar por vosotros, porque allí los secretos pueden ser revelados. No por la ciudad, sino por aquellos que hacéis que la ciudad sea también mi ciudad, esa a la que siento que tengo que pedir bendición para alzar el vuelo. Granada no es una ciudad, es un sentimiento. Ese que se instaló en mi hace tantos años, de la mano de aquellos que este fin de semana seguían allí, recordándome que no hay presente sin el pasado, que no hay futuro sin los que sientan las bases de lo que eres en el presente. Granada es mi luz del mundo, donde todo está más claro, donde se puede ser valiente, donde te muestras a quemarropa a sabiendas de que la bala puede herirte, es ese pequeño lugar del mundo en el que los demonios no pueden entrar, y si vuelven lo hacen de frente y se enfrenta uno a ellos.

Granada ha dejado de ser el lugar en el que esconderse para empezar a ser el lugar en el que mostrarse, en el que quemar los cartuchos de una vida no vivida por completo. Granada es la ciudad que te dice adelante, que no 'atrás' -que si saca el pañuelo, es solo para decirte que tengas mucha suerte en ese nuevo viaje, en la nueva aventura que hace que te tiemblen una vez más las piernas-. Granada es la ciudad en la que viví las decepciones que me hicieron más fuerte, la ciudad que me hizo soltar lágrimas pero solo para limpiar lo malo que no me hace avanzar, la ciudad que me ha prestado a un puñado de personas que me han dado un nuevo comienzo y me han cambiado la vida.

En Granada está mi norte, el que me hace volver, el que me deja decidir, el que me deja ser más yo mismo y menos lo que otros quieren que sea, donde se mueve la vida. La vida de verdad, esa que todos llevamos dentro pero que pocas veces dejamos salir. La vida de los sueños, de los 'te imaginas que...', la del crecer a base de golpes porque levantarse es la única opción, la de 'sacar fuerzas de las fuerzas' que siempre me decías. Sevilla y Granada, Granada y Sevilla. Una me recogió cuando volvía con el alma llena de fracaso, y la otra me ha vuelto a levantar y a decirme que todo puede ser si uno quiere. Que el futuro es de aquellos que no tienen miedo, ni a la muerte que dicen por ahí. Esta vida te la dedico, Granada. Espero no decepcionarte.

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