No te has vuelto loco, o quizá sí. Quizá esta locura de vez en cuando es buena. Enhorabuena, has vuelto a ser un soñador. Poco a poco irás descubriendo que Madrid te ha cambiado, que ya no eres el mismo. Poco a poco asumirás que esta ciudad te ha convertido en mejor profesional pero, quizá, en peor persona. Sabes que hay cosas de tu antiguo yo que te gustaban, y quieres recuperarlas aunque no sabes cómo. Quieres volver a soñar, pero bajo el sol de Andalucía. Date la vuelta en la cama y duerme, aún te quedan días para decidirlo por completo.
Cuando llegue mediados de julio te encontrarás en un patio de una iglesia y volverás a encontrarte con esa Granada que no sabes qué piensa de ti ni qué piensas tú de ellos. Es solo un espejismo: con el tiempo te darás cuenta que había demasiados malentendidos como para que esa relación fuese bien hasta ahora. y prepárate: porque vas a embarcar con ellos y con muchos más un viaje de un año que es un dardo al corazón. Puede que ahora no te lo creas, pero esas personas van a convertirse en luces en tu vida, y no querrás soltarlos.
No sufras por todo lo que va a venir, no sufras por la decisión que vas a tomar en un monasterio de Burgos, porque todo saldrá bien. Cuando hagas la maleta por última vez, llora. Es normal que te de pena cerrar este capítulo de tu vida viendo tu piso vacío, viendo tus discos y tus libros metidos en cajas. Aunque en el coche de vuelta a casa sientas que traes el abrigo de fracasos puesto, no es así. Cuando llegues a Sevilla lo entenderás todo.
Empiezan las ofertas: no rechaces ninguna, porque todas y cada una te harán más grande. Te llamarán para un proyecto surrealista de montar un coro de niños en el Polígono Sur. Ni te lo pienses, porque funcionará. En la entrevista creerás que la has cagado, pero las entrevistas siempre crees que no se te dan bien. Todo saldrá adelante, porque como te dirán después, siendo tú mismo es como se llega a los sitios. Te propondrán volver a colaborar en la parroquia y te harán coordinador, y te darán un equipo. Cuida a ese equipo, a esas seis personitas que verás crecer día a día como un enorme castillo que se levanta sobre cimientos sólidos. Los que no confían, podrán hacerlo; los que quieren abandonar, se quedarán; los que crees que no pueden soportar la presión, soportarán sobre sus hombros la más dura de las pruebas; los que creías que no podían ya sorprenderte, volverán a hacerlo. No los dejes.
Un día te escribirán por Twitter, una de esas personas con las que hablas de música pero a las que no conoces en persona. Y te pedirán un texto, y de repente publicarás en una revista de Barcelona y tu amigo virtual se convertirá en tu jefe y tu consejero, porque esa es la magia también de esto de los 140 caracteres. Y luego buscarás fecha para ir a Barcelona porque necesitas conocerlo.
Y en enero vendrán de Úbeda a verte y tú no tendrás ganas de quedar, pero tienes que ir. Porque allí, entre botellines, el soñador volverá. Y fundarás dos diarios hiperlocales con los mejores amigos que guardas de la facultad, y formarás dos equipos y todo será alucinante, porque sentirás que no tienes ayuda de nadie pero todo va hacia delante. Y te sentirás satisfecho, y la gente hablará de lo que has creado con el sudor de tu frente... Y los compañeros te darán la enhorabuena. Porque eres valiente, y tú antes no lo eras. Porque te has cansado de esperar y has pasado a la acción.
Y poco a poco se te irá olvidando el fracaso aquel que te trajiste de Madrid y sentirás un poco que esa casualidad de la que se viste Dios a veces ha hecho que todo cuadre y te demuestre que este es lugar en el que tienes que estar. Porque aquí tienes todo que ganar y poco que perder. Y no te pierdas esos viajes a Granada de vez en cuando, porque te servirán de terapia cuando la presión te pueda. Y volverás reforzado, con ganas de comerte el mundo de nuevo.
Te advierto que tendrás que olvidarte de algunos temas que llevas arrastrando años, aunque te cueste y no encuentres el cómo. Vas a llorar y a sufrir, vas a esperar y a dar vueltas en la cama pensando en coger un tren y salir pitando. Pero todo pasa y al final solo te queda un tú más fuerte que el de antes. Te costará olvidar, pero sabrás que todo ha vuelto a su cauce el día que le preguntes a un amigo la receta infalible para ser feliz... y la hagas tuya.
Te queda un año por delante. La aventura solo acaba de empezar y te quedan muchas alegrías y muchas lágrimas, te esperan charlas en la barra de una discoteca y lágrimas al salir de ella, te esperan encuentros incómodos y un inicio de año con sabor agridulce, te queda llegar a querer a gente como a tu vida misma, que las habrá; te quedan peleas y rencores de los que aprenderás a ser más tolerante y también a marcar tu territorio cuando crees que alguien te está puteando las noches. Te quedan caídas y levantás, te quedan lugares nuevos y lugares viejos que se convierten en tu mundo cotidiano, te queda Nervión y Triana, Granada y Sevilla, la nostalgia de Madrid y la revelación de El Espino que vuelve a reclamar al Decano un año más. Te queda un año de cambios brutales y un año de búsquedas extenuantes, pero puedes con todo, porque sé como acaba el cuento. Como alguien me dijo una vez: "Sé tú mismo, deja en manos de Dios lo que es de Dios y nunca te rayes por algo que no merezca la pena. El don más grande que nos han dado los cielos es ser feliz y ser capaces de hacer felices a los demás".
Suerte en este año, que vienen curvas. Nunca te rindas, que de los cobardes nunca se ha escrito nada.
Te espero en casa.
Tu Yo de julio de 2013
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