Parece mentira, después de tantos años haciéndolo, y este año se ha roto el ceremonial hasta tal punto que no sé si este viaje tiene sentido. Al menos en esta semana. Hace un momento leía la crónica de una noche de feria de un amigo, y no puedo hacer otra cosa que darle la razón cuando me dice que, al volver del Real, no hay literatura que valga, sino que las cosas salen a bocajarro.
Me da la sensación por primera vez de que la ciudad me ha dado la espalda. De que ya no me quiere. ¿Qué te he hecho? ¿Por qué siento esta frialdad, este desarraigo? ¿Por qué ya no me encuentro cómodo como antes entre tus calles?.
Y de nuevo este amargor en la boca, este lamento agrio del que siente avinagrado su carácter por el paso de los meses en una ciudad a la que se ha habituado, pero que le crispa los nervios. Y no sé como hacerlo, pero al volver a la tierra, siento que ya no soy el mismo que se fue.
La portada se veía al fondo de Asunción apagada, como en una nebulosa, envuelta en niebla espesa. No sabía si esta noche había sido un sueño, o una hilera de niebla en la que ha habido momentos de luz muy puntuales. He querido cubrirlo todo, ver a todo el mundo, y realmente no he disfrutado de nadie. La Feria me ha tratado como a un forastero que no sabe a dónde ir y se pierde en las calles, y se le van las horas, y todo lo que hizo por agradar a todos le llevó a una sensación de dejar a todo el mundo a medias.
La Feria se consume. Es viernes y Sevilla se retira del Real muy poco a poco, dejando solas las casetas a merced de los viajeros. Sólo quedo yo, como un forastero más, en esta fiesta a la que llego desgastado por la rutina. Tanto, que las 4 es una buena hora para volver. Tanto que no consigo sacarme de la cabeza el trabajo que tengo que entregar al día siguiente. Tanto que no se me va el amargor de los labios. Tanto que quise decir y escuchar tantas cosas... pero mis distracciones no me dejaron.
Mañana el Real estará un poco menos vivo. Prefiero quedarme con los recuerdos, con los fogonazos de luz de esta noche, y pensar que habrá un momento para dar más luz a lo que esta vez está siendo sólo una ráfaga. Mañana será un día para no repetir los errores de hoy y para revivir los momentos cálidos de esta noche.
Me voy a dormir antes de que siga analizando y encuentre más razones para sentirme un forastero más en esta tierra. Me voy a reposar para, mañana, intentar descubrir qué cambió en mí para que esté esta noche aquí escribiendo esto.
1 comentario:
Me han dado hasta ganitas de llorar cuando te leo tan triste...por la parte que me toca te diré que los miles de besos que te dí el viernes me supieron a gloria, que la sevillana que bailé contigo (a trozos, porque nos equivocamos 1001 veces) fue genial y que tras muchos meses sin verte, el huequito que nos hiciste en tu caseta fue espectacular, recuerda que tu ciudad y todo lo que ella implica siempre te esperará con los brazos abiertos para que vuelvas a disfrutarla como tu yo sevillano siempre ha hecho.
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