El martes le dije adiós al Diario de Sevilla. Después de 3 meses cargados de experiencias, de agobios, de frustraciones, de inmensas alegrías y de mucho, mucho aprendizaje, abandono la redacción de la calle Rioja.
Una Bienal de Flamenco, una Bienal de Arte Contemporáneo, un concierto de Madonna, una Noche Larga de los Museos, un ciclo completo de Nocturama, y cada uno de los conciertos (incluido el balance) de las Noches en los Jardines del Alcázar. Restauraciones, simposios, conferencias, conciertos, inauguraciones, representaciones teatrales, danza, estrenos de cine... Tres meses que han dado para mucho a pesar de un mes de agosto en el que sentía que sólo yo quedaba en Sevilla.
Ahora me marcho con mi certificado y esperando la evaluación de mi jefa. Creo que lo he hecho bien, o al menos eso es lo que pienso. Me ha servido para darme cuenta de que todo es poner empeño, y que aunque a veces haga falta intentarlo muchas veces, al final las cosas salen.
Vuelvo a la facultad a hacer este quinto curso de asignaturas de nombres terribles. ¿Las próximas prácticas? Espero que ocupen mis mañanas del segundo cuatrimestre. Por ahora, un poco de descanso, de ese verano que me he perdido.
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