Ya estamos en agosto, y Sevilla vuelve a deleitarnos como una ciudad del interior más, con su estampa más siniestra, la imagen de la soledad de sus calles.
Sevilla se queda sin sevillanos cuando llega el octavo mes del año. Algún turista sofocado se ve a las horas del calor extremo por las calles del centro, pero poo más. Cada sevillano en su búnker se esconde de este clima soleado que asola las avenidas, esperando que caiga el sol para devolverle la vida a la ciudad.
Da mucha pena pasar por las calles sabiendo que no te encontrarás a nadie que te alegre el paseo. Pero lo cierto es que te sientes dueño de la ciudad por un momento, como si fuera un regalo que acabas de descubrir en el silencio inusual de una ciudad turística.
Así es como se ve Sevilla en este agosto en el que toca estudiar. Es lo que sucede cuando te planteas las cosas: te atormenta la conciencia y acabas comprometiéndote a aprobarlo todo en Septiembre...Por eso, pues gracias a mí mismo por despertar de letargo, y que paséis buenas vacaciones, porque yo me temo que volveré igual de blanco en Septiembre...
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