sábado, 29 de enero de 2011

Mi vida en mis manos


¿Cuántos años tienen que pasar para que te des cuenta de que aunque tu vida sea solo tuya siempre hay gente que está a tu alrededor y que está dispuesta a tirar de tu carro del día a día? Lo que quizás no termino de comprender es aquello de darle la mano al que ves que tira del carro, de cogerlo con fuerza, atraerlo hasta tí, pegarlo a tu piel, sentir su calor. Cogerle del brazo, elevarlo hasta subirlo al carro, dejarle conducir, darle las riendas y dejarte sorprender por el próximo destino que pisaréis juntos.

Dan igual las piedras en el camino: no hay piedra lo suficientemente pesada como para que no pueda retirarse de la ruta. No hay helecho con unas raíces tan profundas como para no poder arrancarlo de cuajo de la tierra.

Da igual como lleguen los que quieren ayudar a remolcar. Da igual si vienen con una palabra, buscando compañía para ir a tomar una cerveza dándote un toquecito en el hombro, a través de un correo inesperado celebrando tus triunfos y dando ánimos ante los fracasos, con una llamada para saber cómo estás, da igual si vienen con un abrazo expresivo o con un beso sincero. Me da igual lo que pueda suceder, ahora mismo celebro todo lo que me está sucediendo. Cómo pesa el carro que llevo ahora mismo, pero qué de cosas estoy cargando en él. En algún momento pararé, miraré atrás, y veré que lo que remolco son glorias inesperadas, detalles que me pasaron desapercibidos, lágrimas que fueron de emoción y de tristeza, ojos en los que vi la verdad y destellos de neblina de aquellas mentiras que me ayudaron a ser más fuerte.

En el carro llevo el latir vivo de mi presente. El susurro de aquellos que me quisieron y a los que sigo queriendo, el recuerdo de un patio de naranjos de un colegio de Sevilla, de una cafetería con olor a tostadas de Universidad, de una máquina de café de Diario de Sevilla, de una iglesia enorme pero llena de calor y de músicas en voces extraordinarias, de un estudio de radio de Canal Sur, de una ilusión en un viaje efímero a Madrid, de la redacción de un periódico que nunca cesa, de una playa en invierno rodeado de buenas compañías, de un fin de año y un domingo de ramos con los de siempre, de un lunes de feria con los que ahora están lejos...

En el carro llevo el pasado que me lleva a este camino. A este camino, a este carro, a este tiempo. Estáis en todo ello, soy lo que soy por haberos conocido. Soy yo y mis circunstancias, y me gusta.

1 comentario:

L.N.J. dijo...

A veces me pregunto ,no, cuántos días, sino ¿cuántas vidas?.

Muy bueno, saludos.