Esta es la noche que viví año tras año. Es la noche de lo sacro, de la transfiguración, la noche en la que lo casi sacrílego se convierte en un acto de comunión simbólica. Esta es la noche de Viernes Santo que vivimos cada año. Cada verano, el cielo se rasga después de un día de silencio, y todo sonido posible se esconde en una iglesia gótica de los campos de Castilla.
Viernes Santo porque no hay fecha en el calendario que te diga que el de abril es más santo que este en el que yo no estoy, en pleno julio. Tampoco me importa que no esté en la campiña burgalesa, y que esté en pleno centro de Madrid. Desde la capital no se ve ni un girasol, de esos que alfombran el camino al Sobrón. Aquí no hay trigales ni avenidas de castaños, ni un frontón en el que, paradójicamente, las únicas pelotas que botan son de fútbol.
Esta noche, ahora que es madrugada cerrada y que yo acabo volver de la calle bulliciosa, de subir San Bernardo desde la profana Gran Vía, he pensado que no hace falta estar, pero que me gustaría. Es obvio que, en pocos días, escucharé las historias de aquellos que fueron mis compañeros de viaje, y que ahora son los de las idas y venidas, mientras yo, aún abrumado por la rapidez con la que consume los días esta gran ciudad, siempre permanezco.
Son casi las 4.30 de la mañana, y el cielo que aquí sólo trae nubes, estará estrellado en el Monasterio. Me quedo con los recuerdos de años pasados, en especial con los del último, con esa noche mística de compartir cantorales y velas, de improvisar sobre la marcha versiones sobre melodías que conocemos ya de memoria. En este momento, enciendo una vela, mirando al Norte, y pido por los que allí estáis. Yo estoy en Madrid, haciendo lo que tengo que hacer, y vosotros en el Espino, haciendo lo que tenéis que hacer.
Os mando un abrazo nostálgico desde esta, mi noche de Viernes Santo. Rezaré solo un momento, hace meses que no lo hago, pero no creo que se me haya olvidado. Si esta noche Dejo en tu cruz algo, que sean mis dudas y mi facilidad para olvidar todo lo bueno que me ha sucedido y me está sucediendo. Hasta aquí mi plegaria.
1 comentario:
madre mia, Miguelito, os habeis puesto de acuerdo Candy y tú para la nostalgia?? jejeje, un abrazo campeón, con los dos primeros párrafos no hay duda de que me topo con un gacetero de El País!! qué estilazo!
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