domingo, 3 de mayo de 2009

Túnez Dreams III : La piscina cubierta y locura en el 4x4

Dejamos atrás el desierto. El autobús se dirige al lago salado de Chot-el-Jerid o algo así. Por si fuera poco, el día se va oscureciendo lentamente conforme el viaje avanza. Yo con la gorra en la mochila y el chubasquero en la maleta... maldito optimismo. Nos bajan en un páramo desolador, en una carretera recta de las que se ven en las películas que no tienen fin. A ambos lados, el horizonte recto, al final de lagunas de sal y fango. La verdad es que no me hace demasiada gracia el paisaje, pero algo nos llama la atención. A un lado de la carretera, una choza con techo de paja llena de rosas del desierto (cristales de sal) custodiada por dos ermitaños cubiertos de piel de dromedario. Nos dicen que el método de compra es el trueque. Mis compañeros se vuelven locos: bolígrafos, barajas de cartas, mecheros, gomas del pelo... todo vale por llevarse los cristales. ¡Hasta un bote de Licor del Polo!

El día continúa con un zoco. Nos acercamos hasta la medina de una de esas ciudades de las que no recuerdo ni tan siquiera el nombre. Voy con Pris intentando hacerme con alguna baratija. El truco es hacernos pasar por hermanos, así ella está protegida y yo gozo de sus tremendas habilidades para el regateo. El secreto está en empezar por medio dinar, lo que hace inmediatamente que el morito le diga a mi "hermana" que está loca, algo que se repetirá en todas y cada una de las tiendas, donde nos iremos forjando enemigos, ya que en la mayoría de ellas, tras discutir durante un buen rato, no compraremos nada. Tampoco ayuda que Gema vaya calentando a los moritos anteriormente pidiéndole también medio dinar por cada cosa que le ofrecen (es una gitana en toda regla, en el buen sentido de la palabra).

Al final compro una chilaba y poco más: el look Lawrence de Arabia del día anterior me ha dejado marcado. Nos llevan a comer al que será nuestro segundo hotel en ruta, hecho a base de apartamentitos que dan a patios comunes. Todo muy mediterráneo (mediterráneo de Benidorm, no de calita solitaria de Almería). Después nos fijamos en que los catalanes han vuelto, y que están rodeando nuestras habitaciones. Los vemos chapotear en la piscina exterior, tiritando por el viento frío que hace. Perilla ha descubierto el pasaje que lleva hasta una piscina climatizada y nos callamos como muertos. Descubrimos un piscinón con una cúpula y zonas de jacuzzi, a la que vamos llegando todos poco a poco. El suelo resbala a morir (recordemos la tremebunda caída de Javi, después de haber advertido la peligrosidad del pavimento varias veces, y viéndonos venir el suceso), y cualquiera se sale de la piscina. Prácticamente estamos los 41 en la piscina, chapoteando como si nunca hubiésemos visto el agua, y empezamos a jugar a "la llevas". Se produce uno de los momentos mágicos del viaje, culminado en una foto que ya pondré por aquí, y en la que lucimos "cuerpazos". Almorzamos. El buffet al que ya nos estamos acostumbrando, pero que le vamos a hacer.

La tarde enfila con el paseo en 4x4. El panorama no promete nada. Hacemos los equipos de los coches. Nada más saber mis compañeros de viaje, ya sé que si no divertido, al menos va a ser sorprendente. El canario, Sherry man, Emilín, Juanjo y Perilla me acompañan en el jeep junto a un moro que parecía tranquilito, pero que luego resulta un desfase. Nada más salir, nos damos cuenta de que el tío conduce como le da la gana (para variar, como Habibe, nuestro conductor de autobús). En el paseo por la ciudad, va a toda leche, haciendo quiebros para intentar atropellar a los peatones, frenando cuando pasamos al lado de mujeres (sea descubiertas o forradas por el velo) para que bajemos la ventanilla y les gritemos y silbemos, acelerando detrás de una motillo pa que se asuste el muchacho, que por poco se cae del ciclomotor de tanto amago de embiste. No me puedo reir más, y todo aderezado por una música pastillera de la que acabamos aprendiéndonos el estribillo. Un tal Hakim, del que nos compraríamos el CD en Sousse, y cuyo tema principal es "Ma ma ma, ay ay aaaa!!". Como veréis, un poeta.

Salimos a la carretera y la cosa se calma, pero llegamos a las montañas. El moro pone la tracción 4x4 y nos volvemos locos: carreteras que serpentean en las que vamos derrapando por el asfalto, recorridos campo a través que amenazan con volcar el jeep entre tanta roca, adelantamientos imposibles... a todo esto, mientras todos los demás coches van en filita india y en silencio, a una velocidad moderada. Vaya viajazo.

Finalmente, con la adrenalina a mil, y unas ganas de hacer puenting o lo que sea impresionantes, llegamos a lo que llaman "la gran cascada". Lo cierto es que son dos chorritos inofensivos en medio de un cañón de piedra caliza. Nos hacemos varias fotos con la cámara de Isa, nuestra fotógrafa de Hinojos siempre mirando a través del objetivo. Mientras tanto, JJ se desnuda en lo alto de un peñasco e imita a Cristo crucificado. Me pregunto qué he hecho yo para merecer tanta blasfemia, pero lo cierto es que en este viaje mi lado escandalizado está anulado por completo por mi lado festivo, así que pelillos a la mar. Cuando subimos de la cascada, tras los matorrales, un hombre con mala pinta acecha con una hoz enorme y una cuerda. Pasamos rápido como si no lo hubiésemos visto, y aceleramos hasta los jeep. No pasa nada.

Nuestra siguiente parada es un oasis. Las palmeras cubren una enorme extensión junto a un pueblo derruído y abandonado hecho de adobe. Paseamos entre los escombros y aprovechamos el silencio. Pris sigue regateando a medio dinar, pero con menos fuerzas.

Volvemos al jeep con nuestro morito. Parecía que no podía haber más sorpresas, de hecho hasta Perilla y Juanjo dan una cabezadita. Sin embargo, a mitad de camino de nuestro hotel, el conductor desfasao decide cambiar de cinta. Nadie puede imaginar lo que va a sonar. El ritmo de rumba que sale de la radio nos desconcierta, pero más nos emparanoya cuando lo que suena es la letra de "Obí, obá, cada día te quiero más" en perfecto andaluz. Nos volvemos locos. El flanco flamenco del jeep encabezado por Perilla y Ale empieza a tocar las palmas y al momento somos todos un cuadro flamenco. Paramos en una gasolinera y los moritos se quedan locos cuando se bajan las ventanillas y estamos cantando a gritos. Volvemos a arrancar y vamos detrás de un autobús escolar: Sherryman va delante y las niñas del bus le hacen señales de que les ha gustado. Primera conquista aunque sea de vehículo a vehículo. Volvemos al hotel con ganas de fiesta: esta noche nos espera la cena bereber en el palmeral, y hay vino gratis. Demasiado peligro veo yo aquí...

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