lunes, 28 de febrero de 2011

Ser músico

En uno de mis escasos ratos libres me acerqué el otro día a las inmediaciones del Teatro Real para echar un vistazo a las tiendas, mirar libros de música y disfrutar del sol y de ese corto verano que hemos tenido. Nunca me había fijado, pero sobre el cristal de uno de los escaparates ví un texto hermoso. Me parece el descubrimiento de la vocación por la música más hermoso. Y es nada más y nada menos que el de Richard Wagner. Aquí os lo reproduzco:

"Realmente no sé a qué se me había destinado; solo recuerdo que una tarde oí ejecutar una sinfonía de Beethoven, que a continuación me dió fiebre, enfermé, y cuando recobré la salud, era músico"
Richard Wagner

martes, 22 de febrero de 2011

Madrid es una ciudad atípica

En Madrid nada es lo que te esperas. La pizzería de Fuencarral la llevan dos paquistaníes y el kebab de la Glorieta de San Bernardo -probablemente los mejores kebab de Madrid- lo lleva un grupo de jóvenes rumanos que se van turnando en el servicio. Hoy, después de un día de mierda, de esos en los que vuelves a casa en el metro desilusionado y con una tremenda sensación de vacío, curiosamente los que me han alegrado el día han sido esos rumanos que te atienden entre bromas y sonrisas en el kebab de San Bernardo.

Probablemente serían hasta más jóvenes que yo, pero te tratan con una alegría que no es propia de su trabajo mecánico de "tostar pan- cortar carne- meter carne en el pan- poner tomate- volcar queso- meter lechuga- echar salsa- liar en papel albal- cerrar bolsa". Me he reido un buen rato con un par de anécdotas de estos dos rumanos a los que he olvidado preguntar el nombre, y que nunca leerán esto. Su carácter festivo y alegre me ha recordado al de la gente de mi tierra, esos que viven entre risas aunque el agua les llegue al cuello, esos que no necesitan ir a ver una obra en francés alabada por una crítica vanguardista y optan por ponerse delante de una cerveza o coger una guitarra.

Qué extraño me siento al ver que el espíritu sencillo y sincero de mi tierra se refleja más en unos chavales que han llegado aquí jugándoselo todo desde el otro lado de Europa que en la gente con la que me cruzo cada día por la calle.

Definitivamente, no sé a dónde pertenezco. Madrid es una ciudad atípica.

sábado, 12 de febrero de 2011

El espíritu de El Cairo


18 días de espera. Millones de egipcios reclamando su libertad. La plaza Tahrir, el último bastión para lograr un sueño.

He de admitir que en ningún lugar como en un periódico estas cosas se vuelven algo brutalmente emocionante. En la redacción, todos salimos corriendo desde nuestras secciones para apiñarnos en torno a la televisión de la sección de Internacional. Nuestros corresponsales y fotógrafos lo vivieron en la plaza de El Cairo. Se nos aceleró el corazón, nos salió una sonrisa y hubo aplausos.

Adiós Mubarak. Durante 18 días, habíamos visto a un pueblo ejemplar tomar el relevo de Túnez sin tomar las armas. He de admitir que me dió un escalofrío cuando vi la cadena humana que formaron alrededor del Museo Arqueológico de El Cairo para que los pillajes y el expolio no los dejara sin sus tesoros nacionales. Fue el pueblo el que rodeó el museo para que los salvajes no profanaran lo más valioso que el pueblo egipcio tiene: su Historia. Impresionante.

Quienes solo quieran recordar los pillajes y los escasos saqueos en la capital y Alejandría, es que no han entendido nada de esta revolución. Quizá desde el 11-S hemos construido tantos arquetipos negativos contra el pueblo árabe que no podemos acallar los prejuicios. El pueblo egipcio ha dormido en la plaza Tahrir, no ha parado de gritar, y no se ha dejado intimidar por los mensajes de Mubarak que, una y otra vez, les decía que no dejaba su cargo. 3.000 años después el faraón ha vuelto a caer, ha dejado al pueblo libre, a su pueblo, a ese al que solo quiso para poder seguir enriqueciéndose a su costa.

Una revolución silenciosa, una revolución ejemplar. Como decía Obama tras la salida de Mubarak, "el pueblo egipcio no solo ha cambiado el país, sino que ha cambiado la Historia". ¿Dónde esta la barbarie árabe? ¿Dónde el fuego indiscriminado? Qué hermosas las imágenes de los ciudadanos egipcios abrazándose a los militares, qué hermoso unas Fuerzas Armadas llevando al país a la democracia (para la que aún queda mucho) y no aprovechando la coyuntura para instaurar una dictadura militar, qué hermosa la plaza Tahrir llena de gente eufórica, un mar de rojo, blanco y negro. Qué grande el pueblo egipcio, qué lección le ha dado a Occidente, que a la mínima de cambio saca los cazas y envía tropas a países lejanos para sacar tajada.

De todas formas, esto aún no ha acabado. Dicen los expertos que la siguiente es Argelia. Seguiremos atentos a lo que no se perfila como una revolución pacífica como Egipto: el ejército argelino no se anda con tonterías.

Yo me quedo con la imagen de los egipcios junto al museo, esa cadena humana, esa dignidad de un pueblo que ha conquistado su libertad con la palabra. Bendito espíritu el de El Cairo, bendito el pueblo egipcio, que ahora tiene la ocasión para empezar de nuevo, para reconstruir su país arruinado. Ha caído el último faraón. Que el Nilo se lleve los malos recuerdos de 30 años de cadenas.

lunes, 7 de febrero de 2011

Please, don't stop the music

Eterna, inmutable, siempre moderna, embriagadora, sensacional, emotiva y esplendorosa. Por eso mismo, porque es lo mejor que tengo en mi vida, porque me saca del charco cuando estoy de fango hasta el cuello, porque me acompaña cada noche al dormir, porque la Música revoluciona mis constantes vitales y me saca las lágrimas, aquí van mis recomendaciones:

1. Liebestod (muerte de amor de Isolda) de Tristán e Isolda, de Wagner.

2. Grand Finale de la Obertura 1812, de Tschaikovsky.

3. Stabat Mater, de Pergolesi.

4. Evocación de la suite Iberia, de Albéniz.

5. Romeo y Julieta, de Nino Rota.

6. Finale de El Pájaro de fuego, de Stravinsky.

7. Obertura de La Urraca Ladrona, de Rossinni.

8. Sempre Libera de la ópera La Traviata de Verdi.

9. Adaggietto de la Quinta Sinfonía de Mahler.

10. Segundo movimiento de la 7ª Sinfonía de Beethoven.

11. Marcha al suplicio, de la Sinfonía Fantástica de Berlioz.

12. Sueño de Amor (Liebestraum) de Liszt.

13. La Source, de Hasselmanns.

14. Fratres, de Arvo Pärt.

15. Primer movimiento de la Sinfonía Júpiter de Mozart.

16. Dies Irae del Réquiem de Verdi.

17. Concierto para piano nº2 de Rachmaninov.

18. Kyrie Eleison del Réquiem de Mozart.

19. Finlandia de Sibelius.

20. Preludio de Lohengrin de Wagner.

21. Plazoleta de Sevilla en la noche del jueves santo de la ópera Margot de Turina.

22. Te Deum de Tosca, de Puccini.

23. Adagio de Samuel Barber.

24. Farandole de La Arlesiana de Bizet.

25. Sarabande de Haendel.


Esta es solo la primera parte, faltan muchísimas, la historia de la Música es tan antigua y floreciente como el mundo.