sábado, 2 de mayo de 2009

Túnez Dreams II : Andaluces en el desierto

Llegamos a Túnez. El avión toma tierra y unos policías con bastante cara de mala leche nos reciben en un aeropuerto de reminiscencias moriscas (allí no son reminiscencias, son lo típico y cotidiano). Por fin pisamos suelo africano y vamos corriendo hasta el autobús cargados de maletas. Nos conducen hasta el hotel que está a más de hora y media del aeropuerto. Pasamos Túnez y nos enseñan una torre un poco Tim Burton a la que llaman el "Big Ben" tunecino. Será lo único que veamos de la capital en todo el viaje.

Nos habían dicho que no íbamos a encontrar qué comer al llegar a nuestra residencia, pero el hotel nos recibe con un fastuoso buffet para un grupo tan hambriento como el nuestro. Devoramos más que cenar y nos preparamos para nuestra primera noche de fiesta. Nos enteramos que en el mismo hotel se hospedan unos recientemente conocidos catalanes que no nos han dejado dormir en el avión. Una promoción barcelonesa de Ciencias Políticas.

Como siempre, nuestro cuarto, el que habitábamos Pablo, Emilio, Ale (más conocido como Sherryman) y yo; se convierte en el centro neurálgico del botellón. La habitación se llena de gente, de humo, y por supuesto de decenas de botellines de coca cola (tunecina por supuesto) y una fanta que más sabía a Trina o al Tang de naranja de sobre. Los catalanes insisten en unirse a la fiesta, y conocemos a uno de los seres pintorescos del viaje, el brasileño Rodrigo. Con el ordenador Apple en su mano izquierda y la música a toda voz en el iTunes, se pasea por el hotel haciendo amigos. Pasan las horas y después de bailar en la discoteca temazos como "Gloria" (se creían que éramos italianos) las niñas, que comparten la habitación contigua a la nuestra, duermen. De repente, se oye un ruido: nos asomamos a la puerta y vemos a toooodo el hotel entrando en el cuarto de nuestras durmientes compañeras. Abrimos la puerta que conecta nuestras habitaciones y vemos al responsable del hotel, un moro al que luego bautizaríamos como Grifa, intentando quitarle la botella que lleva en la mano el brasileño. Grifa va con una papa en lo alto que no se lo cree ni él, y miramos en derredor, y observamos como a las niñas les acaba de dar una angina de pecho. Grifa se marcha, y con él, el público. Cerramos la puerta y nos quedamos sólo nosotros y Rodrigo. Es entonces cuando escuchamos que dice a las sevillanas un piropo inaudito: "estáis más buenas que ver el Chavo del Ocho bebiendo un Nesquik". ¡Sencillamente brillante!

La noche sigue y decidimos unirnos a la supuesta fiesta que hay organizada en la piscina. En realidad estamos todos los sevillanos excepto un par de catalanes y por supuesto, nuestro colega del Apple. Grifa sigue discutiendo con él mientras se tambalea por la papa, y decide bañarse en la piscina al aire libre. Fue el único momento en que soltó el Apple. Tras los gritos de Grifa para que no se bañara nos trasladamos a un salón, a oscuras, en el que Grifa no sacaba nada de beber (de hecho se estaba bebiendo nuestros chupitos), pero aún así sacaba a bailar al brasileño con una sexualidad ambigua que sólo da la borrachera.

Es en este momento de la noche cuando aparece un personaje que marcaría el resto del viaje; un amigo de Isa que estudia en Salamanca pero que es de Hinojos: José Juan (o JJ). En unos maceteros lejanos montan el belén, y no contentos con eso, se pasea en el carrito de las maletas por todo el salón mientras Grifa le grita que se baje. El momento de tensión viene cuando Grifa le coge del cuello, momento en el que nosotros entendemos que la fiesta va a terminar, por nuestro bien. Volvemos al cuarto tras una ligera despedida y, por supuesto, con toda la papa. Mañana será otro día.

A la mañana siguiente nos recibe nuestro guía: Uni. Como dice Emilio, con el tiempo nos daremos cuenta de que es un hombre bipolar: lo mismo te cuenta un chiste de Lepe que amenaza a José Juan. Yo creo que el licor de palmera y tanta cachimba pueden tener algo que ver... Es domingo, y nos llevan al anfiteatro de El Jem, dicen que el más grande de África y que puede competir con el Coliseo romano. Nos hacemos fotos mil, a pesar de que hay que pagar un dinar para poder echarlas. Un dato curioso: en el pueblo de El Jem no vemos ni una mujer, todos los vendedores y viandantes son hombres, morenos, profundos, y ofreciéndote cualquier cosa por un dinar.

Durante el día, se va complicando la climatología. Y nos llueve a mediodía cuando llegamos a comer a la casa cavernicola, una casita al estilo de las del Sacromonte granadino en la que comemos las ya conocidas tortillas de perejil y pollo que llevamos comiendo desde que llegamos y unos espaguetis picantes que se repetirán a lo largo de los buffet de todo el viaje. Tras esto y un té cortesía de los habitantes de la casa troglodita, marchamos hacia el desierto, donde pasaremosla noche. Sigue lloviendo y rezamos para que no nos coja un chaparrón cuando nos montemos en los dromedarios. Uni nos dice que en el sur no llueve, y para variar, nos echamos una siestecita.


Llegamos al desierto a media tarde. Nos han dicho que aquí es donde se rodó "El paciente inglés", y recordando los paisajes el desierto promete. No tiene nada que ver con el paisaje lunar en el que nos han dicho hace un rato que se grabó "Star Wars"...este desierto es imponente. Nos atavian con una chilaba rayada blanca y negra y nos ponen el turbante. Voy con Copete, porque los dromedarios van de dos en dos. Al principio lo único que pienso es "verás que salgo en Punicheando como me caiga del camello...", pero todo marcha bien. Después de intentar reflexionar con convivencias, pascuas y etcéteras y no conseguirlo, de repente la inmensidad del desierto me deslumbra. No soy capaz de articular palabra en todo el camino. El que lleva nuestros dromedarios nos para en lo alto de una duna y nos bajamos: nada más sentir la arena bajo mis pies me recorre un escalofrío, y el desarraigado paisaje me parece una de las cosas más hermosas que he visto nunca. Chapurreando un poco de francés (mucho mejor Copete que yo) comentamos con nuestro bereber la dureza de vivir en un entorno así, mientras evitamos meter el pie en las arenas movedizas. No se me ocurre nada más que el silencio, y no hablo. Mientras, Emilio e Inma meten sus caras en la arena y salen rebozados: dicen que hasta sabe bien y todo.

Volvemos a montar: nos espera el campamento en el que dormiremos, unas jaimas blancas de lona tapizadas en lana por dentro. Escojemos la 7, en la que dormiremos Ignacio, Emilio, David, Pablo y yo. No sabíamos lo que nos arrepentiríamos...

Cenamos al aire libre iluminados con velas. Todo parece maravilloso y mágico. Tras la cena nos dirigimos a lo que llaman "el bar". Es una choza grande en la que venden cerveza y cachimbas. Nos sentamos en una de las mesas y pedimos una cachimba suavita. En esta noche se producirá el desmadre: sevillanas rocieras y cerveza Celtia junto con cachimbas de vodka nos mantendrán casi hasta el amanecer. Afuera lo inaudito: diluvia en el desierto. El jefe del campamento, un ricachón que nos observa como un experimento, dice que para honrar a la diosa de la lluvia nos invita a todos a cerveza. Os podéis imaginar el aplauso que le dimos.

José Juan tiene su noche estelar. No para de contar chistes e historias que nos hacen llorar de risa: tiene la choza a reventar. A lo largo de la noche, perseguirá a un bereber bajo la lluvia de rodillas a los gritos de "San Juan Bautista, bautízame", y le haremos un exorcismo a Flora mientras duerme (con JJ vestido de cura) que casi terminará en bronca.

No puedo parar de reir, pero todo se me quita al momento. En nuestra jaima, las ventanas están rotas, las mosquiteras también, y las numerosas goteras han empapado las camas dejándolas inservibles. Intentamos moverlas, pero no hay gotera que no nos dé: no tenemos donde dormir. De repente, la salvación viene vestida de cura y nos propone a Emilio, David y a mi dormir en la jaima de JJ, Pris e Isa. No lo dudamos. Aqui viene lo bueno: durante una hora, movemos camas, nos reimos, se va la luz, nos desnudamos, tapamos con mantas las goteras del techo y clamamos a la Virgen de la Bola. Dormimos con una humedad flipante (recordemos que llevamos día y medio sin ducharnos y con la misma ropa...), a pesar de que JJ nos habia arropado uno a uno!!

A la mañana siguiente nos duelen los huesos... pero ha merecido tantísimo la pena, que nos vamos a desayunar con toda la cara de otro y punto. El desayuno se retrasa media hora porque el Uni de los huevos se creía que no nos íbamos a levantar y nos había dicho media hora antes a la real del desayuno. Comemos rápidamente y para ir al autobús, de nuevo en dromedario, pero esta vez empapaítos, porque han dormido a la interperie. Nos despedimos de una noche mágica con el culo como una sopa y el cuerpo cortao. Nos espera un siestón en el autobús, que las butacas no son tan incómodas. Esperemos que el camino sea largo...

1 comentario:

Steiner Copete dijo...

No descartes todavía salir en PUNICHEANDO, amigo.

Para caerse del camello ya tenemos el FAIL de Kiko.

Y da igual lo que digas, mi francés es un mohón.