lunes, 10 de febrero de 2014

Sal

Dicen que una pizca de sal en un buen dulce no solo no es una locura, sino que, por ejemplo, potencia el sabor del chocolate. Su efecto es incluso más poderoso en las recetas dulces que en las que llevan ya sal de por sí, como pueden ser pescados y carnes. La sal siempre potencia, aunque es inapreciable a simple vista. No puedes saber si algo lleva esos granos de mar hasta que lo pruebas.También la sal tiene el poder de arruinar cualquier plato si aparece en una cantidad exagerada.

Pues bien, en este mundo todos llevamos algo de sal dentro. Y, al mismo tiempo, nuestras relaciones son como esos alimentos que hay que potenciar con una pizca de esos cristales. En este mundo encuentras gente que te potencia, que sabe sacar lo mejor de tu "sabor" propio, el que has tenido siempre, tus puntos fuertes. Y luego hay otra gente que pretenden salar a toda costa, inundar de su condimento todo lo que tienen alrededor, aniquilando el sabor ajeno a golpe de su sabor autoritario.

Siempre he pensado que hay gente que no sabe ver ese sabor ajeno, y por eso prefiere inundarlo todo salando a conciencia. Como las sales minerales son gérmen de fertilidad en la tierra en la que crecen los frutales, también la sal es la perdición del náufrago, que a falta de agua dulce, bebe la salada y muere de deshidratación por beber agua precisamente. Maldita paradoja.

Quiero gente que ponga sal en mis conversaciones, que ponga sal en las cosas que hago, que me mejoren y me hagan crecer. No quiero a aquellos que piensan que su sal es el único sabor auténtico, aquellos que aniquilan el sabor ajeno, tan personal, de cada uno. Quiero a aquellos que me hagan grande, y no a aquellos que me hagan invisible.

Si tienes una única manera de comprender las cosas, si crees que tu forma de ver la vida es la única posible, entonces, como decía Benedetti, no te quedes conmigo. Quiero que seas no la sal que sala, sino la que adereza, la que despierta lo que hay en mí y lo lleva a un nivel superior. Si vas a imponerte, no te acerques, inténtalo con otro. Si vas a arrancar lo sembrado para sembrar lo que tú quieres, busca otras tierras.

Me cansan las fórmulas mágicas, las soluciones perfectas para cada movimiento, que sé que no existen... Me cansan los salvadores y los que te miran como a una barca varada en el océano. Creo que debe haber un lugar mejor, una red de personas en la que impere la concordia por encima del pisotón, en la que predomine la mano tendida antes que la mano que esclaviza.

Sé que hay gente que potencia tu sabor, porque la he conocido. Lo que no entiendo es esa otra gente, que siempre está esperando en el camino, dispuesta a salar sin medida. Yo intento ver lo bueno en las personas y potenciarlo, aunque no siempre me salga. Aprended a cuidar vuestra influencia y medid de vez en cuando, que no es tanto pedir, que ningún derroche es bueno, y un plato salado es un plato arruinado.