domingo, 31 de octubre de 2010

Compartir es vivir


¿Qué hacen un abogado gafapasta, el batería de una banda de heavy metal, un mostoleño fanático del Barça y un señorito andaluz que toca el arpa, en un colegio mayor revolucionario de Ciudad Universitaria?

Podría ser el comienzo de una película disparatada de Woody Allen, pero es una realidad que transcurrió el pasado viernes. Es de esas cosas gafapasta que piensas que nunca podrás hacer, pero esta vez lo he conseguido sin ni siquiera proponérmelo. Los cuatro nos encontramos en un concierto de jazz en el mítico Johnny, el colegio mayor de la movida madrileña al que ya nadie conoce como San Juan Evangelista.

Dave Holland sobre el escenario. El contrabajista de Miles Davis, acompañado de su quinteto, desplegaba las artes que le han hecho una figura indiscutible de la historia del jazz. Tras el concierto, vino el momento mágico. Mientras llovía, nosotros nos dedicábamos junto a la cafetería del colegio mayor a comentar el concierto: el batería explicó la destreza de los músicos, yo los patrones de improvisación en el jazz, el gafapasta comparó el estilo de Holland con el de otras figuras míticas y el mostoleño explicó las últimas actuaciones del contrabajista y su última incursión en el flamenco junto al Habichuela.

En un momento, nos encontramos cuatro vertientes musicales: lo mío es lo clásico, lo de Móstoles el jazz, el batería lleva bien el heavy y el gafapasta el rock y el pop más transgresor. Hablando de música, bebiendo los unos de los otros, aprendiendo nuevos campos de la Cultura. Intercambiamos grupos, piezas, acudimos juntos a conciertos de todo tipo. ¿Por qué conformarse con una especialidad musical, pudiendo tenerlas todas cada uno de nosotros? Compartir es vivir. Nunca lo he tenido tan claro.

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