viernes, 11 de junio de 2010

El día que dí el grito

Con gran acierto nos instruía uno de los maestros de la Escuela en el arte de la mala leche y el mal genio a principios de curso. El periodista parece tener un lado oscuro, nazi, reprimido, agrio y demoledor. Y es completamente necesario, porque el mundo sólo te da dos opciones: devorarlo o devorarte.

Hoy me he sorprendido a mí mismo como editor de textos (el que no lo sepa, es el último que lee el periódico antes de la hora del cierre, el que corrige los textos, el último filtro), dando una contestación de jefe dictador. Veía que llegaba la hora de que comenzaran a rodar las rotativas y no estaba el texto que abría con media página la sección de Local. Me pongo a meter prisa y, de repente, la redactora me dice que si quiero ir más rápido que lo haga yo. Sorprendentemente, no me muerdo la lengua, y le grito que no, que lo tiene que hacer ella, pero que tenía que estar listo hace una hora, y que es 'su puto trabajo' y que esto es una redacción y el resultado final depende de todos y no cada uno se ocupa de lo suyo y ya está. La redactora se ha dado la vuelta y ha seguido escribiendo, y lo ha terminado en dos minutos.

Lo peor o lo mejor, según se mire, es que en ningún momento he pensado que me estuviera pasando de la raya. Estamos trabajando, y no puedes morder mi mano, que es la que te da de comer, como a mi no se me ocurrirá morder la tuya cuando tu seas jefa. Realmente este año sí que me está cambiando, pienso que para bien. Para Jose e Isa, los que me han visto morderme los labios más veces, por fin he conseguido abrir la boca y decir las cosas. Llego tarde, pero llego, podéis estar orgullosos.

2 comentarios:

Anónimo dijo...

el mas kie,abe....pos mi no me exes cojones,ee...xD
avisado qdas

La Setita RoneHanteh

Falete dijo...

Llegarás a jefe, porque los jefes tienen que saber reír pero también reñir.
Un abrazo