miércoles, 9 de diciembre de 2009

Ocasiones especiales

Quedan días para marcharme, y hoy hablando con un amigo, me doy cuenta de que para mi mente y mi concepto ordenado de la vida, sólo se escribe una entrada en este blog cuando hay una "situación extraordinaria", una ocasión especial. Eso me ha dado que pensar. Pienso entonces que los que permanecen a mi lado día a día y no se marchan ni vienen de visita, ni me acompañan en los viajes ni dirigen cualquiera de las entidades a las que pertenezco, no tendrán una entrada propia aquí nunca.
Hoy ha sido un día con demasiado tiempo libre y mucho silencio, por lo que mi reproductor de música pone las canciones más lentas y tristoncillas que hay. Mientras las escucho voy viendo fotos, busco en los cajones cosas que me gustaría llevarme a Madrid y decido algo: ya que me quedan semanas, voy a escribir algunos recuerdos cada día en esta página, sólo porque sí, no porque haya una ocasión determinada. Hoy empiezo con el que me ha hecho pensar.


Una vez me dijiste una frase en el ruido de una discoteca oscura de Graná: 'No te escogimos por tus conocimientos musicales, sino más bien por cómo eres, porque sabemos que contigo no vamos a tener ningún problema'. En aquel momento no contesté, me quedé sólo asintiendo en silencio apoyado en aquella barandilla de Granada 10. Hablábamos de un proyecto, un sueño por el que aún peleas: Lemon Code.

Desde que me lo dijiste me contagiaste tu entusiasmo, cada frase que dices es un empujón hacia delante, una bofetada de autoestima. Y lo sigue siendo.

Recuerdo nuestra primera charla en serio. Tú eras miembro de los desheredados del 89, y yo el encargado aquel verano de 2007 de cuidar de vuestra fe. ¡Qué grande me venía aquella empresa! Prácticamente érais sólo dos los que hablábais en el grupo (el otro no te costará adivinar quién es), y vuestro espíritu reaccionario me traía de cabeza. Así que, en el descuento, decidí mantener unas dos o tres conversaciones con algunos de vosotros, no sólo para ver si la cosa era tan desastrosa como a mi me parecía, sino también para intentar comprender lo que pasaba por vuestra cabeza. No pude quedarme más sorprendido... Aquel personaje de pelo rizado que parecía no tener arreglo era muy distinto a como me lo habían pintado. De repente me encontré con una mente despejada, a la que le inquietaban demasiadas cosas y que no paraba de buscar respuestas. He de admitir que aquella tarde por los trigales se me pasó volando.

A la vuelta a Sevilla los temidos "desheredados" se convirtieron en un eje primordial. Demostraste que merecías un hueco importante en todo proyecto destacado, y dejaste con la boca abierta a más de uno.

Poco a poco te has colado en momentos memorables... ¿te acuerdas de aquella noche intentando cogernos la papa con aquel pacharán de Trigo en la convivencia? Al final le pusimos la botella a Anita bajo el brazo dormida para que la encontraran a la mañana siguiente, o la foto recién levantado a David que no tardaste en colgar. Las tardes de frustración de coro y las noches de septiembre cuando ambos teníamos que estudiar pero seguíamos charlando por tuenti a pesar de todo. Por no nombrar aquella noche de espino en que fuimos a despertarte a las 4 de la mañana simplemente para comentar los grupos y los acompañantes de este año.

Tú inspiraste la entrada de la furgoneta Volkswagen que hay en esta Mesa del Rincón, porque nunca te cansas de soñar, y donde yo pongo un imposible, tú pones un '¿y por qué no?'. Pasan los años, y me doy cuenta de que aquel chavalillo al que siguen llamando 'gitano' es mucho más de lo que parecía. Eso me pasa por dejarme llevar y hacer caso a lo que cuentan las malas lenguas, sin saber que la experiencia todo lo sana.

Este mismo verano, en una de mis múltiples resacas nostálgicas postviaje, te dije que te echaba de menos. Probablemente nunca me creíste. Pero es que cuando las cosas se hablan contigo todo parece más fácil: en ningún momento dudo que tengan solución. Tú me devolviste de nuevo la música a la cabeza, me hiciste recordar lo que me gusta dos años después de dejar las aulas del conservatorio, lo esencial que es en mi vida, y me abriste los ojos al rock y al pop de verdad (es inevitable acordarse de ti cuando escucho 'Beatles' de Pereza).

Fuíste el artífice intelectual de esta euforia en la que aún vivo. Si no me hubieses devuelto la Música no habría recuperado la locura, ni Sevilla 28 sería hoy el fantastico grupo de amigos que se reúne cada domingo, martes, jueves o sábado para disfrutar tocando y reírnos. Sin ese momento en el que me devolviste la ilusión no tendríamos página web, ni se me habría ido tanto la cabeza organizando el concierto de las Bandas Sonoras. Sin tí no habría 'Dejo en tu cruz' ni ese cálido sonido de armónica al final del Te Amo Señor. ¿Aún crees que una frase no puede mover el mundo?

Crees que no te mereces nada y te lo mereces todo, porque llevas la modestia como arma arrojadiza. El protagonismo no se hizo para tí, pero quizá por ello para mí eres más protagonista, y cada vez que te embarcas en algo lo haces intuitivamente, porque lo que te mueve es la pasión. Te encantan las cosas que haces, la guitarra es tu Mesa del Rincón particular y en ella vuelcas lo que eres y lo que te pasa por la cabeza, en ella te desahogas, y es tu manera de gritar y de cantar a gritos.

Por todo esto, y porque hoy no es un día especial ni nada, simplemente porque te lo mereces y llevaba mucho tiempo intentando darte el espacio que te has ganado, aquí van estos parrafitos. Y como no te creíste que te echaba de menos este verano, te lo vuelvo a decir: aún no me he ido y ya sé que no habrá sustituto posible que cubra tu hueco en los madriles. Los locos como tú, Lucho, sólo se encuentran una vez en la vida.

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