martes, 2 de junio de 2009

La posesión de la verdad

En julio nos vamos al Espino. Es un encuentro nacional de jóvenes, cristianos y tal, una gran convivencia en la que reencontrarse con los viejos amigos y conocer a nuevos personajes que sumar a la agenda. Actividades, oraciones, dinámicas, juegos y mucho más en un monasterio gótico castellano que se alza enmedio de los trigales burgaleses.

5 añitos llevo ya acudiendo a este evento del que ya no me sorprende nada, y al que probablemente dentro de poco tendré que renunciar, porque como alguien sabio me dijo una vez "hay que saber el momento de retirarse en silencio, sin grandes ceremonias, para que los jóvenes tomen las riendas".

El hecho es que en esta edición, David y yo hemos propuesto llevar un grupo de interés. Conociéndonos, tenía que ser un grupo enriquecedor, polémico y lleno de actualidad. Y qué mejor que un grupo de debate sobre los grandes temas que acaparan las portadas de los diarios nacionales, y que abarcan temas relacionados con la Iglesia y el Estado.

A partir de la elección de temas, hemos empezado a leer y a documentarnos, y resulta que es más complicado de lo que parecía. Y nos ha asaltado una gran duda: ¿está la Iglesia católica en posesión de la verdad? ¿el hecho de ser cristianos nos fuerza irremediablemente a acatar las posturas que la jerarquía eclesiástica cree conveniente tomar?

Desde mi pensamiento, creo que el "acatar" ciertas normas o decisiones simplemente porque un órgano superior de algo en lo que creemos nos lo ordena, nos convierte en siervos, mientras que si algo hemos deducido irremediablemente de la Historia de las Religiones es que la libertad de pensamiento y el Concilio y la Asamblea son las mejores herramientas para llegar al progreso. El Concilio Vaticano II supuso una de las más rápidas modernizaciones de la Iglesia sólo por reunirse para hablar durante unos días, y la visita de Juan Pablo II al Muro de las Lamentaciones en Jerusalén o a la Mezquita de la Cúpula de la Roca, supuso en un sólo gesto estrechar los lazos de tres religiones enemigas que entre sí se habían hecho demasiado daño a lo largo de los siglos. Está claro que el limpio debate y el diálogo imparcial es la mejor seña para resolver los conflictos, por lo menos en este campo tan complicado de la fe.


Por ello hemos decidido no tomar cartas en el asunto, intentar mostrar la realidad con textos, declaraciones, vídeos, noticias, artículos de opinión, fragmentos de reportajes, etc. Creo que es la única vía, porque no debemos olvidar que además de cristianos somos ciudadanos, y que ésta sociedad necesita de soluciones reales en el día a día, de posturas concisas extraídas de la reflexión y no del borreguismo. Lo único que esperamos es que aquellos que se apunten al grupo sean capaces de obviar esa creencia absurda de que la Iglesia está en posesión de la verdad, porque no hay nada más humano que la Iglesia (recordemos que es una institución humana de inspiración divina). Serán tres días para llegar a un consenso o resquebrajar los cimientos de nuestro catecismo en temas tan dispares como la homosexualidad, el matrimonio, el aborto, la financiación eclesiástica, los intereses de la Iglesia en la política o los anticonceptivos. Con esto podemos cubrirnos de gloria o sembrar tantas dudas que nos engullan y aniquilemos una veintena de creencias. Pero así es como se hace Iglesia, debatiendo para crecer, o al menos este es mi parecer...

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