martes, 17 de marzo de 2009

Prejuicios

Desde que comenzara mi andadura hace tres años ya en el grupo de Juvenal, he predicado con el ejemplo. O al menos eso me creía. Vamos de maduros, de sabihondos, de doctos solucionadores de problemas. Y lo cierto es que no he hecho otra cosa que mirar sin ver, observar el grupo a través de una mampara de cristal que me permitía colaborar con la causa sin implicarme emocionalmente. Esa eterna defensa contra el riesgo de lo desconocido.


Ensimismado en mi propia visión de la realidad, me he cargado al hombro lo que yo pensaba que eran verdades, y he escrito mi manifiesto a partir de una lista larga de prejuicios. Y resulta que llego a la última convivencia y, de repente, se me caen los palos del sombrajo. Yo era el primero que no quería cambiar los grupos, y de repente me hallo en solitario con un conjunto de jóvenes a los que conozco de vista. Y me digo que hay que respirar hondo y dejarse llevar. Y el grupo me lleva, me agita, me sacude directo al corazón y me deja con la cabeza llena de inquietudes. Ese grupo de la mañana me da a entender que estoy cargado de prejuicios, precisamente por mirar desde el otro lado del cristal de esa mampara. Y se me abren las entrañas aunque intento evitarlo, y me sumerjo en un grupo que me está dejando tocado, que no hundido. Nos desviamos, hablamos de alcohol, de familia, de postcolonialismo, de enfrentamiento de culturas, de toros, de psicología, de filosofía, de religión, de política, y de las intimidades más íntimas. Curioso: llevo 3 años midiendo mis palabras en el grupo, moderando cada uno de mis comentarios, que son pocos; y de repente este grupo de "desconocidos" me desarma, y no me deja fingir. Se rompe el cristal de la mampara y me quedo desprotegido ante la realidad.


Tres años ya y yo pensaba que ninguno de ellos había crecido. Y de repente, son ellos los que nos echan la bronca a nosotros, porque se han sentido solos e Isa y yo no hemos estado ahí porque creíamos que había cosas más importantes en las que ocuparnos. Y en vez de mostrarnos soberbios, agachamos la cabeza, porque nos damos cuenta de que ellos sabían cada momento lo que pasaba, y que ven más allá de nuestro teatro en el grupo cuando nos encontramos mal. Y que han crecido más por dentro que por fuera, y eso hace que me de un escalofrío, porque ya son como nosotros.


Y me sorprendo, porque el que puedan hacerles daño nos hierve la sangre. Y ahi está ese vínculo que llevamos ocultando tanto tiempo. Se ha destapado el pastel en esta última convivencia, y nos ha cogido por sorpresa. A menudo nos preguntamos qué será de esta relación entre ellos y nosotros cuando acabe el rito del aceite y el Espíritu. Y normalmente asumíamos que se acabaría como todo acaba algún día. Hoy no estoy seguro de querer que acabe. Siento que se me han quedado demasiadas cosas en el tintero, y que quiero compartirlas.


A un mes y medio de las Confirmaciones, por fin me creo que esto es sólo un paso más y no el final. Estaba tan empeñado en llegar al 15 de mayo, que no me he dado cuenta que muchos de estos personajes a los que prejuzgué ya han pasado lo que esa fecha significa, y siguen adelante.


El rito del aceite del sábado por la noche me dejó tocado. Con una simple cruz sobre la frente, me tiembla el pulso, y pasa por mi cabeza todo lo hablado en el día. Las broncas, los testimonios, las cruel realidad, el dolor, la dureza de la verdad y la tristeza de la mentira. Y necesito respirar hondo porque una decepción lo cambia todo a sólo dos meses del gran día. En un sólo sábado me enfrento a mi pasado, a mi presente y a mi futuro, y necesito aguantar una lágrima cuando pienso que, a pesar de haber dicho que esto no significaba apenas nada para mi, resulta que ahora es algo que no sólo me llena, sino que ha convertido a unos jovencitos perdidos en hombres del mañana, algunos más maduros y consecuentes que yo. Y se me llena la boca de palabras que susurro porque estoy afónico de tanta euforia, y en este silencio obligado me siento en cierto modo orgulloso, porque aunque pensáramos que no, el grupo nos ha tomado de la mano a Isa y a mi, y nos la ha devuelto. Ya nos somos catequistas y catecúmenos: el grupo se ha apoderado de nuestra energía y nos ha dejado sin respuesta. Touché.


Ya sólo nos queda luchar. Luchar unidos entre nosotros por un futuro que se nos echa encima. Problemas y disputas las que nos aguardan hasta ese 15 de mayo, al que hay que llegar contra viento y marea. Nos queda la etapa más dura de los 3 años, y nos ha cogido por sorpresa. Y nosotros que pensábamos que lo peor había pasado ya... Paso firme: sólo nosotros podemos. Y lo haremos.

2 comentarios:

Bayadère dijo...

¡¡Qué emoción al leerte!! Me ha traído tantos recuerdos... Hace ya unos 3 o 4 años que me desvinculé del grupo de referencia que se formó tras nuestra confirmación, porque cada vez se formaban más mini-grupos y el ambiente empezaba a ser horrible. Y me alegro de haber tomado esa decisión en el mejor momento, cuando todavía soy capaz de recordar con nostalgia y alegría los buenos ratos que pasé preparándome para la confirmación.
Y por supuesto, todo ello gracias al trabajo de los monitores. Unos chavales que hacía un hueco entre sus estudios universitarios y sus vidas personales para dedicarnos su tiempo y sus esfuerzos. Sin recibir a cambio más que la satisfacción del trabajo bien hecho y todas esas emociones que tú has descrito de una forma tan emocionante. Que no es poco.
Hoy es el día en que todavía charlo y bromeo con mis antiguos monitores como si nos conociésemos de toda la vida. Sin duda, es algo especial, se ha compartido mucho en ese proceso.
Espero que eso también sea parte de tu recompensa, y que disfrutes del orgullo de ver cómo han crecido tus chavales.
Besiños

Bayadère dijo...

"todas esas emociones que tú has descrito de una forma tan emocionante" --> creo que me repito un poco... XD