sábado, 21 de marzo de 2009

Filosofía

Sucede a veces que en las situaciones más inesperadas, es cuando te encuentras tratando los temas más complejos que han acaparado la mente de los hombres. Resulta que sales un día de botellón y de repente te hallas ante el mayor de los misterios, intentando desentrañar nada más y nada menos que el secreto de la felicidad.

Con una pasión que sólo puedes comparar con los debates entre cielo y tierra que entablas en tu grupo de catequesis, te introduces en una dinámica de querer y no poder. De querer acercar todo aquello que crees a los que te rodean. Y te encuentras con tus amigos alrededor hablando sobre la bondad y si es innata o no en el ser humano. Y tratamos de un mundo perfecto, y de las suposiciones que derivan de una Humanidad feliz por naturaleza. Y me echo a temblar.

Entre los momentos de lucidez que mi mente atormentada me concede, expido comentarios por esta boca siempre silenciosa. Y me hallo con un Yo desconsolado, desesperanzado, que no cree en la Humanidad como pensaba. Y en frente mía, un tío con las ideas claras, con los horizontes tan lejanos, tan utópicos, que no parece él. Quizá alguien le haya contagiado esa filantropía tan maravillosa que yo antes tenía y que ya no tengo. No sé por qué esa confianza en la raza humana se ha esfumado de un plumazo, y no consigo encontrarla. Me hallo perdido.

Dicen que el alcohol saca la verdad, pero también los delirios. Y esta noche me he encontrado con un Yo que se aleja de los antiguos patrones y se acerca a un universo nuevo y desesperanzador. ¿En quién me he convertido? ¿Por qué no lo advertí antes? ¿Qué ideas o frases me hicieron cambiar sin yo saberlo?

Mi mundo soleado que puede convertirse en un mundo mejor se derrumba, y no se por qué. No entiendo a qué se debe esta agonía que esta noche he descubierto... ¿Acaso no he sido siempre un optimista?

Ahora parece que se intercambian los papeles, y como últimamente siempre me pasa, mis encuentros contigo son más que encuentros. Son revelaciones. La sinceridad a veces rompe las contraventanas y deja ver esa luz que ya creíamos que no existía. ¿Es posible ese mundo mejor? ¿Se puede ser feliz siendo un ingenuo?

Maldita sea... aunque supongo que si no me hicieras replantearme todas estas cosas que a menudo doy por hecho, no te apreciaría tanto como te aprecio.

*Al bebedor de SevenUp compulsivo y filósofo a su pesar...

3 comentarios:

tomasito120 dijo...

Sin palabras miga...

Anónimo dijo...

jeje, ya sabia yo que estabas hablando de este.Mi colega que parece que esta mas loco que cuerdo...pero solo parece, habrá que ver la verdadera composición del 7up...

Falete dijo...

a quién te refieres en los últimos dos párrafos pillin? un abrazo y no te atormentes! basta con refugiarse en el camarote ante las desgracias que no podemos evitar, no te parece grumete?
abrazoss