domingo, 12 de octubre de 2008

Mejor... imposible

Esta noche he visto por tercera vez una película que nunca me había llamado la atención: Mejor...imposible. La carismática comedia de James L. Brooks no me había parecido las otras dos veces nada reseñable. Quizá en ello tenía que ver la auténtica aversión que sentía por Jack Nicholson (a quien, por cierto, doblaron en español no con demasiado entusiasmo en El resplandor).

Lo cierto es que esta noche hasta se me ha escapado una lagrimita de esas que no sabes si salen del sueño que tienes o de que la película te ha cogido en un momento tonto. La obra magistralmente interpretada por el terceto Nicholson-Hunt-Kinnear me ha parecido reveladora en esta ocasión. Una pequeña pieza de música de jazz con la que disfrutar como si no la hubieras oído nunca, un libro en el que descubres la palabra perfecta.

El maniático escritor se supera a sí mismo en una transición que le lleva a través de las más de dos horas de filme de ser un crual y despiadado ser humano al que todo el mundo humilla cuando lo echan del restaurante a un tipo bastante majo que a veces resulta hasta encantador. Una camarera ingeniosa y un pintor gay frustrado culminan la escena con un desparpajo y unas miradas de credibilidad increíbles. Kinnear borda su papel de artista arruinado, maldito, pero que mira con esos ojos del que sabe que aún hay esperanza. También Helen Hunt, la camarera pícara que se siente despreciada una y otra vez por Nicholson, y que es redimida a cada instante con su actuación, ofrece un menú cargado de sinceridad y de maravillosa ternura. No me extraña que el tarado que no pisa las líneas de las baldosas "quiera ser mejor persona" desde que la conoció.

Indescriptible el viaje a Baltimore de los tres protagonistas, las historias reencontradas, los ánimos y las decepciones y los caminos cruzados. 139 minutos en los que se teje una maraña de emoción que te hace sonreír en más de una ocasión y que te hace compadecerte y tener ganas de abrazar a cualquiera de los tres. Uno de esos pequeños tesoros que nos ha dado Hollywood y que, como dijeron en su día los críticos, huele a clásico.

Si estáis dispuestos a dejaros sorprender, entrad en ella con la curiosidad de un niño, y probaréis la grata satisfacción de la ternura.

1 comentario:

Y e U x------ V e R t S dijo...

es uno de mis clasicos... cmo olvidar esa escena final... me encanta!!!