miércoles, 4 de junio de 2008

Volviendo a caer...


Pasado el tiempo creemos que el dolor, si dejamos de echarle cuenta, es como una planta que se muere si no tiene agua ni luz. Creemos, ilusos nosotros, que cada vez que atardece, se aleja un poco más la ocasión de volver a sufrir, de volver a temblar, de que se nos escape una lágrima...


El orgullo nos corroe por dentro pensando que no merece la pena llorar. Somos tan orgullosos que creemos tener la capacidad de esquivar lo malo. Pero somos humanos (algo maravilloso, por otra parte), y con cada tropiezo sabemos que volveremos a caer cuando menos lo esperemos. Y sabemos que llegará el momento, pero nos engañamos.


Por supuesto el amor no es algo que se libre de estas suposiciones. Lo que nos hizo cautivos un día, puede hacernos cautivos de nuevo. La mirada que nos hizo contener la respiración, puede dejarnos sin aliento mañana mismo sin previo aviso. El beso que ya parecía olvidado puede hacernos clamar de pasión cuando nos descuidemos. Y es trsite, pero siempre vuelve.


La melena que observaste agitada al viento, los ojos que te hacen olvidar que el mundo está alrededor, la voz que detiene el tiempo en cuanto la escuchas...todo vuelve algún día, para maravillarte. Y sientes que vuelves a caer...


Y caes. Porque eres torpe, y porque por muy duro que quieras parecer, sigues teniendo la ilusión y la inocencia del niño. Y te dejas llevar por lo que prometiste no volver a dejarte llevar. Bendita contradicción que te lleva directo a un dolor que ya conoces, porque ya caíste desde muy alto. Mil veces te dices en la noche que no puede ser, que será sólo algo pasajero, pero sólo son mentiras. Se está despertando ese sentimiento al que adormeciste con cloroformo y muchas lágrimas.


Y te sientes estúpido... pero lleno. Y piensas que eres idiota... pero sonríes. Y vuelvo a poner el Concierto nº2 de Rachmaninov, y suspiro, porque he vuelto a encontrarle todo el sentido a cada ritardando; y leo en la noche un poema corto de Benedetti y sonrío porque lo entiendo. Y sé que aunque volveré a caerme, ahora soy un poco más feliz en esa nube alta desde la que miro a un mundo más hermoso.


Y vuelvo a ser poeta, y a ser cursi, y a respirar hondo cuando la brisa que viene del río me sorprende en la bici... Y vuelvo a ser humano. Porque lo grande del dolor, de la angustia, de la mentira y de la desilusión está en que después siempre viene el amor, la calma, la alegría.


Como dijo el poeta: "Lo hermoso de la noche, es creer en el día".

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