lunes, 27 de septiembre de 2010

Desidia

¿Que por qué te comportas así? No lo sé. En nueve meses no he logrado entenderlo. Ni creo que lo logre jamás. Quise entenderte más allá del "qué diran"y me ha costado sudor y lágrimas. Ahora no puedo hacer otra cosa que decir que tenían razón, que nunca dejaste de estar más preocupada por mirarte en el espejo de tu polvera que por preguntar por mí.

El viento helado de este invierno precoz en octubre me ha despejado, y han salido con el vaho de mi boca mis demonios. Se me están olvidando tus momentos buenos y breves, y ahora es como si viera a la misma desconocida del primer día, aquella que no quise ver y que ahora desearía no haber visto. Idas, venidas, dudas y discusiones, silencios sin motivo y huidas de madrugada. Las cosas no suceden en vano. Hacía falta hacer todo este recorrido para llegar a darme cuenta de que no merece la pena seguir esperando. Esperando a que salgan también tus demonios por el vaho de tu boca.

Ni tú has intentado calmarte, ni nunca lo harás. Lo que pasa por tu cabeza es un laberinto indescifrable que ni tú misma comprendes. ¿Cómo voy a hacerlo yo? Si supieras las teorías que he montado en mi mente para encontrar una explicación... pero no he conseguido ni siquiera encontrar un patrón satisfactorio que me ayudara a seguir adelante.

Se ha acabado el tiempo. Esto ha sido un parto a la inversa de nueve meses de desencanto, de una angustia de no saber qué fallaba que no paraba de crecer. Nueve meses de echarme la culpa yo cuando la tenías tú. Cosas de la vida...

Aquí se separan nuestros caminos. Ahora te veo a través de un velo, una turbia nebulosa que ha estado ahí desde que te conocí y que me impide saber quién eres en realidad. Ya no me queda paciencia. Aquí acaba el cariño y empieza la cortesía. Te lo has ganado.

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