sábado, 13 de diciembre de 2008

El eterno sonido del cine

Nació en 1932. La era de entreguerras le permitió tomar aire tranquilamente antes de que el fascismo asolara Europa y EEUU, siempre atenta a la jugada europea, pensara en "echar una manita" al mal llamado Viejo Continente.

Nadie le dijo que sería uno de los compositores más célebres de Hollywood cuando sólo soñaba con sencillas melodías que él creía inútiles. John Williams, el músico, el gran músico de cine que vistió los silencios de majestuosidad, es el hombre al que dedico esta entrada.


Empezó estudiando música (¿qué si no?) en el conservatorio de su barrio, y llegó a dominar cuatro instrumentos: trombón, clarinete, trompeta y piano. ¿Recuerdan la archiconocida fanfarria de la 20th Century Fox? Pues en ese bosque de metales estaba él. Con su trombón nuevecito, Williams ligaba desde ese momento su vida a la maravillosa labor del compositor de bandas sonoras de cine.

Al principio todos estaban escépticos. Qué osado querer poner música a tantos filmes, más de 100, y no retirarse nunca (a pesar de que advirtió que lo haría tras La lista de Schindler). Sin embargo, el tiempo lo fue colocando en el lugar que merecía, y le concedió 5 Oscar de nada más y nada menos que 45 nominaciones. Y luego los Globos de Oro (ganó 4 de las 20 veces que fue propuesto).

Seis décadas componiendo al servicio del cine que ha construido nuestros recuerdos. Un nombre íntimamente ligado al cine de aventuras que nos hizo soñar: Tiburón, El coloso en llamas, Star Wars (todas), Superman, Harry Potter, Indiana Jones, E.T., Jurassic Park... y un sinfín de composiciones que han quedado para los anales de la Historia. También maestro de lo sobrenatural (Encuentros en la Tercera Fase, Drácula, La Guerra de los Mundos) y de los dramas más duros, con una unión especial a aquellos en los que Spielberg retrata la historia judía: la sublime y ya citada, La lista de Schindler, y un drama desgarrador, Munich.


Su talismán: la Orquesta Sinfónica de Londres, con la que grabó, entre otras, las bandas sonoras de Star Wars, y con cuya grabación vendió más de 4 millones de copias en 1977. A partir de ese momento las universidades americanas se lo rifaban. 14 de ellas le concedieron títulos honoríficos, entre ellas la de Boston y el Conservatorio de Nueva Inglaterra.

Además, escribió la música por encargo para 4 Olimpiadas (Los Ángeles 84, Seúl 88, Atlanta 96 -el centenario de los JJOO modernos- y Salt Lake City 02).

Sin duda, si hubiese podido volver a nacer, él sería una de las personas que escogería ser sin dudarlo. Sólo un genio puede crear semejantes piezas para gloria del cine. El mejor de los compositores fílmicos americanos sin duda. Aqui abajo os dejo un poco de toda esa maravillosa obra.

Gracias John Williams.


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