sábado, 1 de noviembre de 2008

Síndrome de Peter Pan a destajo

Si no escribo, reviento. Esa es la conclusión que me ha llevado toda la tarde. Puede hacer unos 3 meses que no me pongo a pensar en lo que me rodea, y puede hacer 3 años que no me planteo cambiar. Es demasiado tiempo hasta para mi, que mi mente va a la velocidad de la tortuga y mis reflejos son los de una figurita de porcelana.

Este verano conocí a alguien, un compañero en el Diario, que a pesar de su edad, no se resignaba a admitir que había crecido, y vivía como un adolescente rebelde. Es lo que llaman el "síndrome de Peter Pan". Precisamente escucho la canción que El Canto del Loco ha sacado en relación al personaje en su último disco, y se me vienen varias cosas a la cabeza. Yo quiero quedarme también en los 21, parar ahí el tiempo y dejarme llevar.

Ayer, como todos saben, fue la Noche de Halloween. Salí de loco con mi amiga Isa a botellonear por las calles, a modo de via crucis etílico. Entre las paradas que hicimos recuerdo Enramadilla, San Bernardo, Puente de los Bomberos, calle Céspedes y Plaza Nueva. Cinco paradas en las que aprovechábamos para recargar la copa y seguir nuestro camino. Yo estaba resfriado a más no poder, y hoy tengo una tos flipante que me desgarra la garganta, pero lo importante era salir.

Quizá ayer fue el momento en el que me dí cuenta de que la Peterpanmanía también me acecha, y que, quiera o no, las ganas de vivir este último año (Dios, que angustia repetirlo tantas veces...) se han triplicado por las circunstancias de mi persona.

Anoche éramos sólo 2 hasta que la casualidad me llevó a encontraros. Hace meses, en este mismo blog, escribiendo la crónica de una Feria más que movidita, me centré demasiado en los días de martes a sábado, y pasé de largo un poco el día del alumbrao. Esta es la recompensa por aquel huequito que os negué.

Será que es mi último año, el viaje a Túnez, que los 5 años han calado en mí, o que simplemente me estoy volviendo sensiblón con la nostalgia; pero lo cierto es que anoche se me iluminó la cara al veros (bueno, al oiros, el grito que me dio Ana no era como para ignorarlo). Han sido muchos cafés de verano con el Emilín, muchos "cabesa" con Gema, muchos momentos cómicos con Manu, los mensajes de tuenti con Ana pidiendo siempre que suba las fotos vergonzosas, las decenas de veces que Glori me ha salvado el cuello... cosas que iban pasando desapercibidas, pero que ahora vuelven a mi como en un flash back.

Me habéis sumergido en un Síndrome de Peter Pan que me impulsó a decir que sí al grupo de música del Lucho y Osama, que me impulsó a llamar a la hermandad para que estrenen la marcha que lleva terminada 4 años y que no me había atrevido a estrenar, que me impulsó a aprovechar cada momento que tenga en hacer lo que me apetezca... Un síndrome de Peter Pan que, a pesar de todo, está resultando hasta terapeútico.

Hacía mucho tiempo que no estaba tan cómodo como anoche, y me alegro infinitamente. En Feria tuvísteis un párrafo en esta Mesa del rincón del café: ahora tenéis toda una entrada. En el fondo estáis llegando al corazoncito de este periodistucho que siempre bromea del autobús y la plebe...

Si por algo dolerá dejar la Facultad de Comunicación cuando llegue junio, será porque conoceros ha sido lo más valioso que me ha regalado la Universidad en estos 5 añitos de nada. Más vale tarde que nunca, supongo.

Tras este discurso cursi a la par que necesario, os veo el lunes, que por muy contento que esté hoy, Ética no se va a leer sola...

No hay comentarios: