sábado, 11 de agosto de 2007

Historia del alma errante


Si acaso un momento te parases a pensar, como ahora hago yo, en todo lo que pasa a nuestro lado cada día y nos es totalmente inadvertido...


Tenemos pocos momentos al cabo de la semana para poder escuchar los pasos de la gente en una calle compartida solo por dos viandantes.


Para sentir la respiración de un amigo en un silencio nada incómodo.


Para explicar a un sobrinito las estrellas del cielo, aunque nos lo estemos inventando.


No hay ya segundos en el reloj para disfrutar del aroma de un café antes de beberlo, para deleitarnos con el dulzor de la nata de un batido, que nos mancha el bigote en un descuido.


No nos sobra tiempo para coger un camino distinto de vuelta a casa.


No hay tiempo para hablar con alguien por teléfono, sólo para mandar un frío mensaje, y mucho menos podemos sacar una horita para dar una vuelta sin necesidad de hacer nada en especial. Planeamos viajes y los postergamos por cosas que no nos atrevemos a decir que son banales, pero que en el fondo sabemos que lo son.


Miramos como baila la gente y no bailamos para que la gente nos mire.


No mandamos cartas, no sentimos la calidez del papel que ya no existe en el mundo de la informática.


Nunca el momento es bueno para hojear aquellas fotos de un tiempo en el que éramos totalmente felices.


No hay tiempo para mirar al cielo y darle gracias al más grande por brindarnos un nuevo día.


Nunca tenemos tiempo para quedarnos dormidos abrazados a un libro, porque el sueño nos venció a pesar de no querer dejar de leer.


No hay minutos para mirar por la ventana y ver morir el día mientras el viento mueve los árboles del parque.


Siempre dejamos para mañana los sueños, y ocupamos todo el hoy con las obligaciones.




Y se nos van pasando los años entre los silencios y las indecisiones, y por lo menos mi alma se va vaciando...se llena de cosas por un tiempo, y luego las va borrando, como si nunca hubiesen existido. Por esa maldita manía de huir de todo aquello que me conmueve, de todo aquello que me hace feliz, por miedo a que desaparezca. Parece una paradoja: Huyo de la felicidad para evitar ser infeliz. Creo que mi miedo está en pensar que lo bueno no puede durar mucho, y que la decepción está a la vuelta de la esquina. Un error inmenso que me hace ser siempre errante alma que aparece y se esconde según despunte el día.




Sueños que dejé a la mitad o no siquiera empecé y que ahora me gustaría intentar hacer realidad. Sueños a los que me empujan los que me quieren y me conocen, y a los que ahora, por fin, no quiero defraudar. Como el niño que no quiere irse a dormir, hasta que descubre lo hermoso que es soñar...




Basta ya de andar con mi desgracia a cuestas, instalaré mi tienda y enterraré mis miedos para empezar poco a poco a vivir de verdad, mientras le doy las gracias a todos los que me vieron huir y siempre me fueron a buscar.

1 comentario:

Falete dijo...

miguelitoo jajajaj gracias por postear! pero una cosa, no te veo conectado, saludame! ya te conte lo que me pasaba, que cuando me agregaban no los veia, aunque los tenia agregados. digamos que se me aceptan los contactos automaticamente(esque mi mss es mu sociable jaja), y asta que no te vea no te puedo 'agregar' yo. que me he partio el culo con tus recuerdos del espino, un poco mas abajo!! y que nada, aqui se esta de arte, no lo dudes, no acabes Periodismo sin haberte ido fuera algún dia. Por primera vez tengo un trabajo en el que me siento bien, en el que tengo una mesa, haciendo lo que me gusta, y hablando un idioma que nunca pense que entendería! ya te mandare un email pero antes neecsito tu correo o que me saludes x msn!! alaaa un abrazon!!