martes, 31 de mayo de 2011

La mañana que en Barcelona se oscureció Sol


Ocurrió la mañana del viernes. La inminente final de la Champions que podía llenar de barcelonistas la cercana Fuente de Canaletas y la necesidad de sanear el centro de la plaza fueron las razones que bastaron al Conseller de Seguridad para mandar desalojar la plaza de Cataluña. Aquí podéis ver a los que llaman "Los invencibles de Plaza Cataluña".

Aquella mañana las acampadas de toda España se levantaron con un pálpito, y se hizo el silencio mientras intentaban enterarse de lo que sucedía en Barcelona. Esa ciudad vanguardista, respetuosa, abierta... esa ciudad que no reconozco en este vídeo.

¿A qué hemos llegado para disolver una concentración pacífica con brutalidad? ¿En qué momento los Mossos dejaron de pensar que lo que tenían delante eran personas? ¿Cómo podían competir las porras y las pistolas de bolas de espuma con las manos blancas en alto? ¿Qué nos está pasando? ¿A dónde vamos, Dios mío, a dónde?

En esa plaza estábamos todos en el sentido en el que en el vídeo aparecen señoras que vienen de la compra, jóvenes, estudiantes, licenciados, parados, señores mayores, ancianos tranquilos y abuelas reaccionarias... Toda España estaba representada en esa plaza, cauta, con las manos en alto, recibiendo las embestidas de las bestias, a las que podríamos llamar paro, hambre, injusticia, desesperanza, corrupción... Todas las bestias atizando a una masa que siempre ha dicho que sí con la cabeza ante la galería para, cuando se cierre la puerta de casa, desquitarse a gritos, porque eso de quejarse está mal visto.

Esa mañana Sol se apagó, porque sentían que esto se acababa, y que en cualquier momento bajarían los furgones policiales por Arenal y Carretas. Nunca sucedió. Pero en Barcelona quedaron los rostros heridos, las espaldas amoratadas con la sangre saltada, en unas imágenes en las que la gente vuela por los aires, son empujadas brutalmente por simplemente no moverse, son apaleadas mientras miran a los ojos a los que las apalean. Es el rostro de una España que no entiende por qué llevan tanto tiempo haciéndole esto, y clama al cielo.

En la Puerta del Sol y en todas las plazas de España, aquella noche de viernes, con las discotecas y el botellón como contrincantes, ganó el grito unánime de Justicia. Un grito de verdad, no mudo. Por un día, España fue de verdad España, y nos olvidamos de los trasvases de los ríos, de las políticas autonómicas, de los referéndums de independencia y de los discursos de meter el dedo en la llaga como modelo de calentar el Parlamento. Aquella noche, volvieron a dar las doce en las brújulas de los relojes de los Ayuntamientos, y en Sol volvieron a cantar 8.000 voces al unísono: "¡Barcelona no está sola! ¡Barcelona no está sola!". Y no lo estaba.

jueves, 26 de mayo de 2011

La cuenta atrás de Sol


La película El bosque, de Night Shyamalan, nos enseñó una dura lección: por mucho que intentes crear una sociedad paralela al margen de esta, al final las maldades del mundo del siglo XXI aparecen, porque es el hombre el que forma la sociedad, y la bondad y la maldad están en su interior y no en el entorno que nos rodea.

Esa misma lección la leí en mis frecuentes visitas al campamento de Sol. Tras una semana, el campamento ha empezado a pecar de los defectos que todos llevamos dentro: los egos que salen a relucir, los egoísmos que cada uno esgrime para defender sus propios deseos y no los de la mayoría, el pillaje, el libertinaje... Una semana después, por el megáfono de Sol avisaban de las más diversas advertencias: rumanos que estaban cogiendo la comida de la cocina para venderla fuera de la plaza, exceso de porros y litronas entre los colchones, robos de carteras, discusiones porque eran demasiadas reclamaciones por parte de los grupos y cada vez menos concretas.

La Puerta del Sol contra la Puerta del Sol. En ella misma está la esencia y la razón de su posible triunfo o su inminente fracaso. La revolución cansa, y después de una semana el campamento está pecando de los mismos errores que lo que critican. La asamblea ya no es tan democrática y se ve a diario condenada a rechazar o aprobar cuestiones que vienen de los intereses particulares de las comisiones: de la abolición de la tauromaquia a libertad para abortar, de la proclamación de una III República a la reforma de la Ley Electoral. Si criticaban el Congreso, han configurado la asamblea de tal forma que hay más mandamases que parlamentarios. Han nombrado secretarios, encargados de las actas, moderadores, becarios, facilitadores, ayudantes, organizadores... Asimismo, han emprendido una guerra sin cuartel y sin sentido contra los medios de comunicación, y a pesar de que los hemos ensalzado como valientes y luchadores, cuelgan nuestros periódicos en una parte del campamento llamada "El rincón de la mentira". Tienen horarios para repartir incluso las mantas y deniegan a los comerciantes de la zona sus derechos a pesar de que están perdiendo dinero por todos lados. Decían que los políticos no los representaban, pero cada vez se parecen más a ellos.

La revolución, esa hermosa utopía que me hizo ilusionarme, se va desinflando. Sol el martes ya no era ni una sombra de lo que fue: ahora deben decidir si es momento de marcharse y morir de éxito o dejar que el tiempo y el acuciante calor vayan desolando el campamento y lo que un día fue una ilusión se convierta en un fracaso.

Es ahora o nunca. No dejéis que los que creímos en lo que hacíais, los que fuimos a Sol a gritar con vosotros por una democracia real, sigamos dejándonos llevar por el desencanto y volvamos a llamaros perroflautas como hacen los medios de ultraderecha. Jugad vuestras cartas, plantaos y definid lo que queréis, el tiempo corre. La revolución ya ha tomado las plazas, ahora es necesario que Sol no se convierta en el circo al que ya se parece -crearon el martes una inútil Comisión de Espiritualidad- y se disuelva para tomar una nueva forma. Tomad los barrios, las instituciones, empapaos de la voz de la calle y dejaros aconsejar por los que bien saben de cambios drásticos. Sabemos que no os casáis con nadie, pero es hora de que os emancipéis, de recuperar nuestro apoyo y de construir juntos un plan de acción. La brújula del reloj de la Puerta del Sol se ha convertido ahora en un temporizador que va marcha atrás. Es el momento de volver a nuestras vidas y trabajar duro por convertir el 15M en más que una anécdota en los libros de Historia. El poder está en nuestras manos: tengamos cuidado de que no nos corrompa.

sábado, 21 de mayo de 2011

Perdida y encontrada


Hoy he mirado a los ojos a la esperanza. Hoy no he reconocido a una Puerta del Sol que nunca había visto tan viva, tan rebosante de magia. Hoy he visto a esa a la que llamaban generación perdida, la que está aniquilada por la crisis y sin futuro porque no le tocará vivir el resurgimiento de la economía, más encontrada que nunca. La multitud ha hecho de los relojes de sus Ayuntamientos su brújula para encontrarse a sí mismos y levantar la voz.

A la luz del entusiasmo, la juventud indignada ha emprendido su propia revolución, una revolución en forma de acampada en cada rincón de España. 28.000 en Madrid, 8.000 en Barcelona, 5.000 en Valencia, 4.000 en Sevilla... En 5 días la Revolución Española ha hecho de las plazas su fortín, ha reclamado lo que es suyo y ha dicho "basta". Basta a la extorsión de los bancos, a la corrupción, a tener grietas en las manos de hojear los periódicos en busca de trabajo... La Revolución Española, esa que ha roto fronteras y ha clamado ante las embajadas de medio mundo, la que ha pedido auxilio ante las próximas elecciones. La que ha demostrado que un 40% de paro es asfixiar a una juventud creativa que ha sacado lo mejor de sus mentes y sus plumas para convertir las plazas en un bastión de libertad.

Esta noche he estado en Sol y he paseado en silencio por este campamento que es ya una ciudad en miniatura. El pueblo se ha volcado con ellos, porque ellos mismos son la voz de un pueblo hastiado de promesas. Los organizadores barren sin cesar, recogen la basura, organizan charlas, calman a los exaltados y reclaman que esto "no es un botellón". Los "indignados" han hecho que la Puerta del Sol sea portada del Washington Post, que nos llamen los rebeldes españoles, que digan que esto es la herencia de la egipcia Plaza Tahrir. La plaza de Sol se ha convertido en la plaza SOLución.

Las ciudades la han secundado como una obligación con la ciudadanía. Han sacado el espejo a relucir y han hecho a imagen y semejanza sus campamentos en las plazas de España. Valencia ha invadido los bancos de la plaza del Ayuntamiento y la ha rebautizado como Plaza del 15 de Mayo. Ese 15 de Mayo en el que comenzó todo, en el que nos creímos valientes y nos lanzamos a la calle, ese 15 de mayo que ni una Ley Electoral ha conseguido abatir, ni el Supremo, ni el Constitucional, ni los furgones amenazantes de la Policía, ni el Ministerio del Interior. España es un clamor, y grita a los pueblos de Europa que se levanten. Hace 203 años que Sol fue la llama que prendió Europa para que luchara contra la invasión napoleónica. Han hecho falta más de dos siglos para que España despertase de su letargo, ese sueño en el que siempre ha dormido, porque estaba demasiado cansada de luchar.

Salid a las plazas. Levantaos y reclamad que este mundo no es el que podemos legarle a nuestros hijos, que no es el mundo con el que soñamos. Nuestros sueños no caben en vuestras urnas. Llenad la plaza de Cataluña, la plaza de la Escandalera, la Puerta del Sol, la plaza del Ayuntamiento, la del Pilar, la del Obradoiro, el Bulevard de Donosti, la plaza de Arriaga, la del Zocodover, la del Carmen... mañana puede que ninguna se llame así, todas piden a gritos libertad, unidad, justicia, democracia...

Salid a las plazas en esta hermosa revolución pacífica. Estamos haciendo Historia, porque es nuestra historia personal la que está por descubrir. Mirad a las brújulas de los relojes de vuestros Ayuntamientos y gritad que no estáis perdidos, que os habéis encontrado, y que esta generación, la del espíritu de Sol, no vive en la luna.

miércoles, 4 de mayo de 2011

Desubicado


Se me hace raro esto de amanecer en Madrid y, a media tarde, despertar de la siesta en Sevilla. Pero las fiestas de primavera es lo que tienen: si quieres llegar a disfrutarlas, es necesario sacrificar horas de sueño, descanso, trabajar más de la cuenta y evitar contar las horas para coger el tren.

Se echan de menos, y más cuando vuelves a esa redacción sin ventanas en la que la luz del sol es una utopía. Esta vez veré a Sevilla vestida de volantes, con las orejas llenas de farolillos y con una banda sonora de bullicio y sevillana a todo trapo saliendo a través de las cortinas de lona de rayas bicolores. Sevilla ha transformado en una semana la agonía del crucificado en la gloria festiva del baile, ha cambiado la torrija espesa y empalagosa por el pepito de lomo pasado por la plancha con ajito y aceite de oliva. Sevilla se ha quitado la mantilla negra para engarzarse la peineta colorida y la flor.

Sevilla es bipolar, como yo. Y quizá por eso allí me siento cómodo, aunque tenga que cambiar en horas el chip de mi cabeza para no verme desbordado por las fiestas que transforman la ciudad. En Semana Santa llegué a la fiesta tan a bocajarro que me encontré desubicado, pero intentaré superar el trance esta vez con más dignidad. Vuelvo a Sevilla, a ver Triana en el mes de abril. Sí, en abril, porque mientras haya Feria, abril no se resigna a marcharse y ceder a mayo la gloria que siempre le ha correspondido: la de la alegría del albero, el caballo, la risa y el farolillo.