viernes, 27 de junio de 2008

El silencio que trae el calor...

Acostumbrado ya a los 40 grados que se respiran en esta, mi Sevilla de mis amores, no me queda otra que resistir a golpe de aire acondicionado y filosofía, pensando que si esto es junio, no quiero ni pensar en agosto...

A la gente se le quitan las ganas de hablar y de pelearse con el calor (¿o la calor?) y estamos muuucho más tranquilitos. La crisis que tanta guerra dió al principio de los exámenes parece que nunca hubiera existido. A pesar de las últimas declaraciones del Presidente Trichet del Banco Central, aquí no se ha oído ni una mosca. Los populares han dejado los libros y las mochilas en Valencia tras el Congreso Nacional, y Rajoy se ha ido a la playa sabiéndose candidato (ha pasado limpio al siguiente curso). Le ha dado un premio a sus amiguetes de siempre, y ha castigado a los que tuvieron mala actitud en clase; y sin más parafernalia, los ha mandado de cabeza a Benidorm.

Peor le ha ido a nuestro presidente, que tras unos cuantos sustos, tendrá que estudiar este verano para septiembre en Moncloa. Entre los transportistas, el desabastecimiento, los medios que se le echan encima y demás detallitos sin importancia; al pobre lo traen por el camino de la amargura. Menos mal que la Ministra Aído ("miembros y miembras de esta asamblea"), se queda con él en Madrid tostándose al sol de la Castellana cual lagarto. A otra que le ha quedado lengua...pero que les voy yo a contar a mis compañeros periodistas que no sepan.

Hace semanas que no se oye hablar de trifulcas de verdad... y ahora va el pleno vasco y le aprueba a Ibarretxe lo del referéndum. Por Dios, que estamos en verano, ¿es qué los independentistas nunca descansan?. Y pensar que el tema de nuestra prensa local es la gente que se queja del botellón...A veces ya no se sabe quienes son los que beben y quienes no.

lunes, 23 de junio de 2008

Los Juegos

Un día como hoy de 1894, en la Ciudad del amor, París, un hombre llamado Pierre de Coubertin reunía a delegados de 13 países. El motivo: restablecer los Juegos Olímpicos. El objetivo: la paz entre las naciones.
La primera sede fue Atenas, evidentemente, alla por 1896. Luego París, y luego un sinfín de ciudades que hicieron cada cuatro años que el espíritu de competición deportiva del planeta se reforzará a través de la concordia. O al menos ese es el recuerdo que debemos guardar...

Cierto es que vivieron momentos cruciales los Juegos. Momentos que ensombrecieron la grandeza de un acontecimiento por y para la Humanidad. Curioso que los dos les tocara vivirlos a Alemania: los juegos de Berlín con Hitler desde la tribuna en 1936, y los terribles Juegos de Munich, en los que el asesinato a sangre fría de los atletas israelíes conmocionó a medio mundo en 1972.

Momentos alegres también, como la gran ceremonia de los juegos atenienses de 2004, los primeros del milenio, en los que se recordaban los primeros Juegos de la Antigua Grecia, o los Juegos Olímpicos de Sydney, calificados por el Presidente del COI como "los mejores de la Historia", y por supuesto los Juegos de Barcelona, el mayor éxito deportivo de nuestro país, y aquella canción de Montserrat Caballé y Freddy Mercury a modo de himno glorioso.

Y ahora nos dirigimos a Pekín. Unos juegos politizados desde el primer momento. Y ahí está el problema: ¿no deberíamos ceñirnos sólo al deporte en acontecimientos como este? ¿si se crearon para ensalzar la paz y la concordia, no deberíamos dejar la política a un lado?

Hace unas semanas pude ver anonadado como intentaban apagar la antorcha olímpica, un símbolo que nos precede a nosotros, más antiguo que todo lo que hoy vive en nuestras ciudades, en París y en Londres. ¿Qué se consigue con eso? ¿Quién sale favorecido con apagar el fuego de Olimpia? ¿No es hacer daño por hacer daño? Ya sé que la antorcha se vuelve a encender y ya está, que no se para el mundo porque soplemos una vela "de diseño", que los Juegos se celebrarán igualmente... pero es el ataque al símbolo, la sombra que acecha a los Juegos.

Unos Juegos organizados por un país comunista en el que no hay libertad de expresión, y al que se le vino encima la liberación del Tíbet y la llamada "revolución azafrán" en plena organización del evento. Pero, ¿es una fiesta china lo que se celebrará este verano, o una fiesta mundial? En unos Juegos Olímpicos, supuestamente, el mundo se paraliza para rendir tributo a los Juegos de la Antigüedad. El deporte es sólo la excusa para que las naciones se den la mano y agiten sus banderas al unísono. La llama olímpica es la luz, el pregonero de ese tiempo de concordia, el fuego sagrado de Olimpia...el que no se apaga nunca.

Los Juegos han de ser un "break" para los conflictos, un tiempo de reflexión, un periodo para preguntarse si realmente es necesario tanto enfrentamiento, si no podríamos ser hermanos durante los cuatro años que nos separan de los próximos Juegos.

La llama olímpica va escoltada durante todo el camino. Las fuerzas de seguridad la cortejan como si fuera un jefe de Estado. Y es hermoso ver como algo que es patrimonio de toda la Humanidad, cruza las fronteras sin que nadie se lo impida, atraviesa meridianos libre, sin ataduras. La llama no entiende de razas ni de naciones ni de religiones: sólo es fuego. Luz que debería hacernos pensar, pero que no lo hace, fuego que alumbra a un mundo que ha perdido la cordura. Luz que en Pekín no aspira a ser más que el detonante de la fiesta de las naciones. Luz sin ideologías ni partidos. Sólo luz.

Por el espíritu de los juegos, para que como la llama de Olimpia, siga encendido de sede en sede, portando entendimiento y concordia, y le dé al planeta algo de aquella Humanidad a la que ahora extraña...

miércoles, 18 de junio de 2008

Música para soñar (III)

Corpus Christi en Sevilla, de la Suite Iberia de Isaac Albéniz




Da miedo hasta hablar cuando suena Albéniz. Probablemente uno de los compositores que más respeto me dan de la música universal. El aclamado como el maestro pianista del siglo XX, conocía su instrumento a la perfección e hizo de él un sueño. Con la Suite Iberia, Europa se rindió a sus pies sin condición, y en el círculo en el que se movía en París, hasta Debussy reconoció su portentoso talento.

Es sin duda uno de los padres de la música española junto con maestros indiscutibles como Turina, Falla, Granados o Sarasate. Es el compositor para piano que más revolucionó un instrumento que se creía ya agotado, y que no se podría hacer nada nuevo con él. La prodigiosa técnica que hace falta para interpretar sus obras, le hace el heredero directo de Liszt, al que por cierto visitó en un viaje de juventud. Y es en el campo de la técnica en el que entra en juego esta obra...

Maravillosa pieza, la tercera de la Suite Iberia, y una absoluta delicia para los oídos. Cuando Albéniz se la dio por primera vez a una pianista para que la tocase, la pianista le puso cara de asco y le miró por encima del hombro. "Esto es imposible de tocar con sólo dos manos, tendrás que modificarlo". Pero Albéniz no lo hizo, y la pianista tocó el Corpus Christi después de meses de arduos ensayos. Ahí empieza la leyenda de una pieza que quiso ser Sevilla, pero sin castañuelas ni guitarras, sino sólo ese suave silencio de la mañana cuando el Corpus cruza el centro de nuestra ciudad.

La pieza empieza tímida. casi en susurro, y nos asombra con... la canción popular de La Tarara!. Los registros cambian, pero la sencilla melodía permanece, viajando entre tonalidades y arreglos, entre cromatismos y tempos que vuelan. Cuando pasa el minuto, vualan las campanillas de la custosia para regresar a la melodía maravillosa con un bajo que es glorioso, como el canto sacro al paso de la custodia. Complicación hasta límites tan hermosos de rubato, que acarician el cielo.

Se acalla la música, va hacia los graves, y empieza una melodía nueva, tremendamente hermosa, que transcurre por el minuto 3 como una nana, una saeta quizá al paso de una custodia de plata en el amanecer más hermoso, que sólo puede verse a los pies de la Giralda. Modulaciones y arranques por fandangos en los inicios del cuarto minuto. Y vuelve la Tarara! Pero ahora enloquecida, con puentes de escalas cromáticas que desembocan en una fuga de la melodía popular con unas octavas que centellean en los graves.

Y el minuto 5 nos sorprende con una ráfaga de viento, que vuela el romero que alfombra el adoquinado de la Plaza Virgen de los Reyes al paso del cortejo. Y hora la melodía de la Tarara, primero alegre y pícara, y luego apasionada, hasta que se vuelve hasta dramática, con esos cambios de ritmo tan andaluces. Y rompen los tresillos la monotonía apocalíptica de los sostenidos, hasta conducir a la Tarara a un baile al compás de peteneras. Increíble la ejecución del pianista, apasionado desenlace en rubato y silencio...

El silencio gregoriano del paso de Jesús Sacramentado. Una melodía casi ancestral y de aire sagrado llena la calle. El silencio de las gentes ante el templo de plata de Arfe lo rompen de vez en cuando las campanillas que penden de la Custodia. Final de campanas de La Giralda en la lejanía, como si la estampa se fuera a vestirse de blanco y negro a esperar a que llegue la primavera que viene.

Sin duda una pieza larga, pero tan hermosa, que hace estremecerse hasta al más ateo. Si la gente piensa que España no ha sido grande en la música, que baje a la Tierra y escuche maravillas como esta. Y os invito a escuchar otras piezas de la misma Suite Iberia, como El Puerto, Triana, El Albaicín, Evocación o Almería. Prodigiosas todas y cada una de ellas. Como habréis visto, soy un amante de la música nacionalista española, mucho mejor de lo que muchos creen. Para que después digan que no merece la pena defender lo nuestro. Sibelius y Grieg son auténticos héroes en sus naciones respectivas, Finlandia y Noruega, ayudaron a levantar el espíritu de un pueblo en épocas difíciles; y nosotros llamamos a nuestros héroes "folclóricos". Bendita ignorancia...

viernes, 13 de junio de 2008

La crisis

La verdad es que nunca he mostrado ningún interés por los temas económicos. De hecho, paso las páginas económicas casi entrecerrando los ojos para no verlas ni de pasada. Me horrorizan los tantos por ciento, la palabra "cotización" y las largas listas de números y valores bursátiles de la Bolsa.


Sin embargo, el pasado lunes, viendo la llegada del exámen de Especializado y mi desconocimiento de la actualidad debido al estudio, me puse la SER de camino a clase, con el fin de poder realizar una práctica decente en el citado exámen.

En Hora 14 me esperaba un resumen de las noticias del día, y en lugar de eso me encuentro con un monográfico sobre la anunciada y apocalíptica huelga de los transportistas. Y más aún me sorprendí cuando entre 4 opciones del exámen, me decanté casi sin dudarlo por la de la huelga, realizando un análisis más o menos creíble.


La huelga me ha llegado al alma. Llevo días dando la razón a los conductores de camiones, apoyando su loable huelga a pesar de que paralizaron el lunes todas las grandes ciudades del país. Me creí la justicia de sus reivindicaciones, e incluso me indigné con ellos por la subida del gasoil.


Pero hoy he visto una foto que me ha revuelto el estómago. Y que me ha hecho sentirme impotente. Y largos vídeos en televisión me han llevado a preguntarme para qué. Cuál es el sentido de reclamar algo pidiendo justicia, si situaciones violentas como estas llegan a darse. Siete policías a lo sumo protegían hoy la delegación de hacienda de de Almería. Y centenares (y no es una exageración) de agricultores increpaban a los policías sólo armados con sus siete porras, y les tiraban sus verduras, y les aporreaban con las cajas de la fruta, y las verduras les atizaban las cabezas, porque los policías, ilusos ellos, no se habían puesto los cascos porque creían que no harían falta.

Hoy me he dado cuenta de que el derecho a la huelga es necesario y vital, y es una garantía para los trabajadores, pero me duele pensar que la violencia siempre tenga que acompañar a la reivindicación. Al menos cinco hombres llenos de odio agarran y amenazan al policía derribado en la avenida almeriense. Incluso se ven refuerzos venir de fondo con la rabia del salvajismo que nos hace recordar que muchos aún no han dejado de ser animales.


No se si es una barbaridad, pero a mi modo de ver, desde el momento en el que ejerces y haces uso de la violencia, deberías perder el derecho a la huelga. No se crean derechos para que se incumplan otros. Se crean derechos para vivir en un mundo más justo. Y el policía que mira al suelo y se agarra, en un último intento de seguir cumpliendo con su deber, a la pierna del manifestante, sabe bien que él no es el culpable.


Estamos en crisis, señores, y nuestro Gobierno no la vio venir. No es momento ahora de discutir o juzgar. No pidamos una huelga general, pidamos el cese de la violencia. Pidamos un acuerdo justo, pero sin tener que quemar a camioneros mientras duermen, como le ha pasado al hombre de Alicante; o sin asesinar a los manifestantes cuando los arrollamos con nuestra furgoneta, porque no nos dejan salir de Mercagranada, como sucedió ayer. ¿Llevamos siglos defendiendo la democracia para matarnos ahora como bandidos?¿Dónde quedó aquella España que se manifestó silenciosamente tras los atentados del 11M?¿Acaso no somos los mismos? ¿En qué hemos cambiado?


La crisis no es culpa de España: es culpa del Mundo. Todas las naciones se revuelven ahora mismo como nosotros, y nos empeñamos en paralizar a todo el país. No hay peor atentado que atentar contra la democracia. Y en esta foto hay algo que me remueve a suspirar, y a pensar en qué nos hemos convertido... si atacamos como cobardes (cien contra uno) a aquellos hombres de azul, o de verde, que cada día se juegan la vida por nosotros, cuando ni siquiera nos conocen.

miércoles, 4 de junio de 2008

Volviendo a caer...


Pasado el tiempo creemos que el dolor, si dejamos de echarle cuenta, es como una planta que se muere si no tiene agua ni luz. Creemos, ilusos nosotros, que cada vez que atardece, se aleja un poco más la ocasión de volver a sufrir, de volver a temblar, de que se nos escape una lágrima...


El orgullo nos corroe por dentro pensando que no merece la pena llorar. Somos tan orgullosos que creemos tener la capacidad de esquivar lo malo. Pero somos humanos (algo maravilloso, por otra parte), y con cada tropiezo sabemos que volveremos a caer cuando menos lo esperemos. Y sabemos que llegará el momento, pero nos engañamos.


Por supuesto el amor no es algo que se libre de estas suposiciones. Lo que nos hizo cautivos un día, puede hacernos cautivos de nuevo. La mirada que nos hizo contener la respiración, puede dejarnos sin aliento mañana mismo sin previo aviso. El beso que ya parecía olvidado puede hacernos clamar de pasión cuando nos descuidemos. Y es trsite, pero siempre vuelve.


La melena que observaste agitada al viento, los ojos que te hacen olvidar que el mundo está alrededor, la voz que detiene el tiempo en cuanto la escuchas...todo vuelve algún día, para maravillarte. Y sientes que vuelves a caer...


Y caes. Porque eres torpe, y porque por muy duro que quieras parecer, sigues teniendo la ilusión y la inocencia del niño. Y te dejas llevar por lo que prometiste no volver a dejarte llevar. Bendita contradicción que te lleva directo a un dolor que ya conoces, porque ya caíste desde muy alto. Mil veces te dices en la noche que no puede ser, que será sólo algo pasajero, pero sólo son mentiras. Se está despertando ese sentimiento al que adormeciste con cloroformo y muchas lágrimas.


Y te sientes estúpido... pero lleno. Y piensas que eres idiota... pero sonríes. Y vuelvo a poner el Concierto nº2 de Rachmaninov, y suspiro, porque he vuelto a encontrarle todo el sentido a cada ritardando; y leo en la noche un poema corto de Benedetti y sonrío porque lo entiendo. Y sé que aunque volveré a caerme, ahora soy un poco más feliz en esa nube alta desde la que miro a un mundo más hermoso.


Y vuelvo a ser poeta, y a ser cursi, y a respirar hondo cuando la brisa que viene del río me sorprende en la bici... Y vuelvo a ser humano. Porque lo grande del dolor, de la angustia, de la mentira y de la desilusión está en que después siempre viene el amor, la calma, la alegría.


Como dijo el poeta: "Lo hermoso de la noche, es creer en el día".